El Lolo y el Diputado

El Lolo y el Diputado

Era uno de esos días igual a todos los demás donde la rutina pareciera emparejar el tiempo de tal forma, que la vida repite uno tras otros los acontecimientos como si fueran creación de un Dios tartamudo.

Eran las 10 de la mañana y el sol pegaba con prepotencia en el frente del taller del Lolo, de tal manera que el reflejo llegaba a iluminar todo en su interior como si estubiesen encendidos los tubos fluorescentes.
Rodrigo lavaba con nafta piezas de un tren delantero y el Lolo estaba metido de cabeza en el capot de una combi colegial como si fuese un partero ayudando a nacer una criatura.

De repente se vieron sorprendidos por la presencia de un hombre de mediana edad que vestía un traje gris, camisa blanca, una corbata al tono y unos zapatos acordonados que brillaban como dos escarabajos después de una lluvia.

El tipo golpeó las manos y acompañó el sonido con un buen día que resonó como un estampido.
Rodrigo levantó la cabeza y se sobresaltó a ver al hombre a un metro de él y el Lolo salió del parto algo molesto por la interrupción.
- Buen día - contestó el Lolo y continuó ¿que necesita?
- Mire aquí le traigo mi auto, yo soy el Dr. Elgueta  Diputado Nacional.
- Mucho gusto yo soy Lolo el mecánico de la cuadra.
- Mire buen hombre necesito el auto arreglado para última hora de la tarde, es de suma importancia.
- Mire Don… este… ¿como me dijo que era su nombre.
- Doctor Elgueta
- Vea Elgueta voy a ser claro con usted, lo único que necesito saber es que auto tiene y cuál es la falla. Su nombre ya lo tengo y su profesión no la necesito y menos su cargo que además no me sirve para arreglarle el auto más rápido.
Ahora no le puedo dar más precisiones, sin embargo, si me deja el auto, la cédula verde y un teléfono donde pueda ubicarlo cuando termine con la combi de los pibes de la escuela, veo su auto, le paso un presupuesto y le digo para cuando se lo tengo arreglado.

El Diputado Elgueta se quedó mirando al Lolo sin saber que decir hasta que por último... se dio media vuelta y se fue dejando su figura a contra luz hacia la calle donde el sol seguía prepotente.

- ¡Que lo parió! Exclamó el Lolo con las manos en la cintura - menos mal que no viene el Papa con el Papamóvil sino voy a tener que pedirle un milagro para arreglarle el vehículo en 10 minutos.

Que linda historia;anecdota.grscias jaime

Y si, diputados así abundan. Utilizan la chapa del cargo para obtener beneficios, como no respetar el turno en la cola, dejar el auto estacionado donde no se puede, ser atendido más rápido que los demás en las oficinas y comercios, etc etc. Ojalá hubieran muchos Lolo que los pongan en su lugar tan sencillamente.
Nilda

Saludos.

muy bueno, una lectura facil y coherente con una moraleja importante, aunque quiza eso nunca pasaria realmente: los mecanicos no son asi.

muy dificilmente le diria esas palabras a un cliente, y mas si es alguien importante a quien le podria cobrar mucho por la reparacion.