El Lolo y Carmencita
Entre sorbo y sorbo de mate, sentado en un banco debajo de un ceibo en la plaza Lolo recordaba a Carmencita, se le vino de pronto a la mente cuando entre los que corrían dando vueltas se encontraba una muchacha muy parecida.
La recordaba con su minifalda tableada acompañando el movimiento de ese andar de Diosa, el pelo largo azabache y esos ojos que tenían el color de un día nublado y la profundidad del océano.
La recordaba con cariño y con algo de fastidio, algo así como suele suceder con algunas novias, uno las llega a amar a pesar de que muchas veces te sacan de quicio y tuviste ganas de dar media vuelta y no volver a verlas nunca más.
Las mujeres tienen esas cosas – se dijo – esas cosas que nosotros no llegamos a comprender, quizá porque no tenemos la suficiente inteligencia o porque simplemente no tenemos en cuenta aquello que a ellas les resulta importante y entonces… ante aquello que para los hombres es una pequeñez, ellas reaccionan con una irónica pregunta o se les cambia la cara de golpe dejando ver en su rostro una señal de fastidio que la puede ver hasta un ciego.
Y entonces vos te preguntás
¿Y ahora que mierda le pasó?
Resulta inminente que se lo preguntes, sino… el encuentro con ella queda en una situación tan tensa que ante el mimito chispazo explotaría media ciudad.
Carmencita era de esa especie… Mujer y de las bravas.
Lolo siguió reflexionando al respecto sobre las mujeres y se dijo.
Y si le preguntás que te pasa la respuesta es siempre la misma
– Nada… ¿Que me va a pasar?
En ese preciso instante comienza la venganza femenina.
Ahora por haberme hecho esto me las vas a pagar, (Dice su rostro y la expresión de su cuerpo).
Vas a obtener esta respuesta varias veces, y te tendré suplicando hasta que yo decida decirte lo mal que te portaste conmigo.
Después de varios intentos ella se decide a hablar y dice con vos de hielo.
¿Sabes que día es hoy?
Vos la mirás como a la profesora que en un examen te pregunta.
- Que día se inventó la lamparita eléctrica alumno… y entonces… te enroscás en los pensamientos.
¿Será su cumpleaños, nuestro aniversario o era hoy el día nos invitó la madre a comer ravioles?
Como no tenés la más minima idea y sería peor arriesgar una respuesta decís con cara de sentenciado a muerte
- ¿No… por que?
- Yo no te importo ¿No? No me querés. Primero están tus amigos, el futbol… y yo que reviente ¿NO?
Seguro que de eso no te olvidas, pero yo me puedo estar muriendo y el Señor no se acuerda.
¡Que lo parió! que exageradas son las minas y ¿que tendrá que ver, si se está muriendo con que yo me acuerde de alguna fecha?
Sin embargo que lindas que son y que triste sería la vida sin ellas y sin esos revires que tienen sólo las mujeres.
Creo que son como la vida misma, dulce a veces, insoportable otras y hermosa siempre.
La muchacha pasó nuevamente ante él y se preguntó si Carmencita estaría casada, si tendría hijos y sobre todo si el hombre que esta a su lado puede soportar su irascible carácter de mujer salvaje.
Lolo levantó la cabeza, miró el cielo, respiró hondo y se sintió libre como un pájaro.
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Ricardo "Cocho" Garay
"Sólo soy un soplo de vida en la eternidad"