Emborracharse no tiene tanto de malo, ¿no entiende aún?
Sé que Bebí gotitas de alcohol, por lo menos es lo que recuerdo. Fueron gotitas, nada más.
Si, me senté en la esquina del cordón y así fui viendo cómo los entes se combinaron con las formas que creé allí mismo, cuando me prendí en destellos de sinapsis repentinas. ¿Puede creer que explotó un Universo en mi cabeza?No había nada que me lo prohibiera, ni lágrimas o cosa menos seca que mojaran mi piel de manera tan extrovertida. Es por eso que esperaba las gotas de etanol para que, consigo mismas se contrarrestaran con este inmundo ambiente, solo por capricho propio de mi persona. Maravilloso, ¿verdad?
Es que detrás del achicharrado calor que sentí en ese momento por las proporciones químicas que me envolvían, o que yo perseguía por obsesión, ya ni sé. Y además, con lo que por delante de lo que veía no había ganas de nada, ni cabeza o corazón que lo acompañase. Pero al ver la lluvia de explosiones -que me hacían estar bien-, revivía en el instante con inconsciencia pura. Algo de eso logré entender. Cosa que no entiendo cuando estoy cuerdo. ¿Lo entiende, ahora? Mientras pasaba el tiempo yo sabía que en alguna parte del cielo la luna se embriagaba de morbo, pues mire usted lo brillante que está en este momento. Imagíneselo pero antes de que el sol amaneciera y opacara la esencia de lo que ella fue. Piense en aquellas entidades que fui a buscar con mi vino en mano. En tanto al otro lado de las nubes, más allá de lo que se logra persuadir, ellos permanecían en su perfecta correspondencia, tapados de lujuria, excitados del placer de mi juguetona botella... Y así los acontecimientos iban sumándose a mi fantasía.
Por contraparte, la calle se embelleció por el alcohol que me tragué al previo paso de la lengua, las manos y los pies de mi cuerpo, ya tirado en el medio de la nada con toda ella a mi alrededor, ya mojada completamente.Sabes, si pudiera oír a cada una de esas gotas –y el murmullo que hicieron en el fondo de mi garganta- las oiría, las desgastaría con los oídos una y otra vez. Qué sutileza más enamoradiza que hacen al chocar contra mis pensamientos varias ocasiones. ¡ESCÚCHEME, por favor!
Aposté a que si la botella......
quería llover en abundancia sobre mi estómago, que lloviera en mares de su contenido....
pudiera y quisiera inundarme las emociones, ¡válgase Dios! Que no lo pensase dos veces....
le daba la gana de hacer lo que quisiera, pero por favor, que lo haya expresado en la más grande omnipotencia.
Créame, por una extraña razón así lo hizo y yo fui testigo; igual yo apostaba a más porque la imaginación me seguía obligando a pedir más.
Ya ahora que estoy sentado junto a una persona física como tú, pienso; "¿He llegado a una especie de coma etílico para que alguien se percate de mi tristeza excesiva? ¿o me convertí en una basura viva que alguien quiso sacar de la esquina?" - y sepa que esas dos preguntas fueron lo único que no estalló y perduró desde el principio de mi caída ininterrumpida. Caída que me lo trajo en socorro hasta aquí para verme.
Sin más preámbulo le confirmo que puedo ver con claridad, digamos que reconozco lo que me queda encendido en estos ojos rojos que están predispuestos a reírse en mi cara. No se preocupe, las sinapsis yacen borrachas por ese etanol domador de mis pensamientos y todavía les da la fuerza para decirme que le diga a usted que los entes que tanto deseaba ver, estuvieron cantando por todos lados cuando lo vi auxiliándome. Estaban en su hombro mirándome, saludándome y haciéndole caras raras desde atrás suyo.
¡Recuerdo la hermosa melodía que hicieron! Cantaban un Tararán Tarará-rarararán. Se veían felices al rendirme homenaje.
¿VE USTED, QUERIDO DOCTOR?, ¿VE LO LINDO QUE ME HA QUEDADO COMO RECUERDO? Mis entes de todos colores gritan que me aman, que me conocen más que yo mismo y que quieren mi regreso a ese mundo.
Emborracharse no tiene tanto de malo cuando uno tiene ese grado de seguidores.