Otra de Duendes
De pronto… la brisa trajo consigo un tintineo de campanitas.
Era la hora del descanso, las máquinas de la fábrica habían dejado de funcionar y el cansancio de los obreros era tal, que nadie se le ocurría comenzar una conversación. Solo se preguntaban a si mismos, como podrían poner en movimiento sus cuerpos para comenzar nuevamente y terminar de construir aquello. Sin embargo, aquel sonido peculiar no fue ignorado y a pesar del desgano, la curiosidad promulgó las primeras palabras.
-¿Escuchan ese sonido? - Dijo el más veterano del grupo.
- Si parecen campanillas o algo parecido - contestó alguien.
- Hace tiempo que no escuchaba ese sonido. La última vez fue después que el bombardeo de la segunda guerra mundial no dejara una sola casa en pie en la ciudad.
Recuerdo que faltaba el alimento, el frío era intenso y la esperanza estaba más lejana que la más lejana de las estrellas. Faltaba fuerza y empezar de nuevo después de ver semejante destrucción, parecía un imposible.
- y entonces… ¿Qué pasó? - Preguntó el más joven del grupo ante la mirada de los presentes que esperaban la respuesta del veterano.
- Escuchamos como en este momento, estas mismas campanillas que llegaron igual que ahora con una brisa suave.
-¿Y a que obedecen esas campanillas?
- Son el sonido de las hadas que cada tanto nos recuerdan a nosotros los duendes, que no dejemos de fabricar sueños y esperanzas, que los hombres son demasiado humanos y tienden a caer en proyectos tan pobres como aquello de querer tener poder sobre los demás, olvidando que son los únicos seres del mundo que tienen el privilegio de soñar.
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Ricardo "Cocho" Garay
"Sólo soy un soplo de vida en la eternidad"