Mi cajita de recuerdos.

Me acompañó toda la vida “la cajita”. Es de madera color caoba, con incrustaciones de nácar representando figuras de elefantes; abro su tapa, pero a diferencia de las veces anteriores no es para introducir momentos, por el contrario, es para sacar de ella historias, cuartillas de papel de diferentes colores dobladas concienzudamente, cómo pretendiendo que los recuerdos pasados no ocupen un gran lugar y dejen pasó a los nuevos. Me sorprende que un niño de tan corta edad entendiera lo que a los mayores nos cuesta tanto de entender. Pretendía que todos los recuerdos tuvieran cabida en una cajita, que cada uno por separado en forma de cuartillas dobladas no interfiriera en los demás y quedaran perfectamente recopilados y en ciertas maneras clasificados a su alcance para en cualquier momento recuperar lo vivido.

Al desdoblar una a una las desiguales cuartillas me encuentro con letras diferentes de una misma persona < los recuerdos también son diferentes>. En el margen superior izquierdo están fechadas como un simple diario de hojas sueltas. Escojo una fecha al azar y recuerdo, elijo otra fecha y vuelvo a recordar, me pregunto si seré capas de vivir de nuevo todos aquellos días y me sorprendo a mi mismo rebuscando con mas ansias entre todos aquellos papeles ya desdoblados. Admiro la capacidad de “la cajita” y me pregunto cómo es posible que todos estos puedan salir de un lugar tan ínfimo como aquel, un lugar donde se encuentra presente toda una vida…


24/12/1975



Era un niño acostumbrado a vivir en la calle a pesar de su corta edad, su sustento venia dado por unas pocas monedas de peseta que conseguía arrancar a la gente del lugar por mediación de juegos malabares é historias que fluían con ingenuidad. El simple hecho de ser extremadamente delgado y su manera de vestir, conferían una sonrisa a quien lo miraba. Sus pantalones anchos con remiendos de tela cuadriculada se sujetaban a su cuerpo mediante unos tirantes negros, raídos, que pretendían tapar parte de una camiseta blanca, muy estrecha, que resaltaba más esa delgadez esquelética, aportándole un aire cómico que él sabía muy bien como aprovechar.


Eran fechas festivas, se acercaba la Noche Buena, eso significaba la llegada de la navidad. Sin embargo su navidad era muy distinta… Recordaba aquella última noche donde habían regalos para todos, para su mama, para su papa, y como no, para el niño más feliz de la tierra.




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-Este paquete para mi chiquitín y este otro para su papa.

Mama alargo su brazo atrapando un paquete con mi nombre, situado debajo del árbol, invitándome a que fuera hacia ella para arrebatárselo en un juego cómplice con mi papa que me retenía de la mano sin dejarme ir. Yo pataleaba entre risas quejándome a mí mama.

-Mama, “mira a papa”, no me deja… ¡papa suelta ya!

Ella sonreía, su cara estaba iluminada por las luces del árbol, imprimiendo en su tez multitud de tonos luminosos, su mirada era tierna, sabía que me esperaba… Di un tirón y me escape de papa, riendo y corriendo hasta llegar a mama.

-Mama, mama, ¡cógeme!

Abrió sus brazos en un gesto protector y acabe sumiéndome en ellos. Mí mama me dio un fuerte beso en la frente, pellizcándome en seguida la mejilla con su mano, mientras escondía el regalo con la otra detrás de su espalda.

-Mama dame, dámelo ya.

Cogí ese paquete con tal desesperación que no acerté a quitar el papel que lo envolvía. Mis papas me miraban y se reían a carcajadas, yo los oía y me sentía bien, estaban a mi lado con migo, cerré los ojos y… deseé que aquella noche nunca acabara.

-Un tren, un tren.

Saltaba y corría por toda la casa.

-Mi tren, gracias mama, gracias papa.

Me los comía a besos, salte con tanto ímpetu sobre mi mama que acabemos los dos en la alfombra, donde enseguida vino papa a participar también de mis besos.

-bueno y ahora… tengo este paquete para papa.
-Papa ábrelo venga, ábrelo.

De su interior saco unos pantalones, ¡guau que pantalones!, eran de vestir, muy elegantes. A continuación se dirigió hacia mama, y abrió la palma de su mano entregándole una pequeña cajita. Mama le pregunto que era, y él le contesto:

-Cariño es nuestra cajita de recuerdos.

La abrió y saco de ella un colgante con muchos aros brillantes y le dijo:

-Este aro de aquí lo compre cuando te conocí, este otro cuando me dijiste que me querías, este otro…

Y así fue enumerando de uno, en uno, todos los recuerdos. Mama le dio un beso a papa de los que no me dejan mirar, pero creo que en ese momento creían estar solos. En ese instante sonó la puerta.

-Ya está aquí Susi, pórtate bien y no tardes en ir a la cama, que los papas no tardaremos, vamos a casa de unos amigos y en seguida volvemos.
-Vale mama me portare bien.

Papa dejo el pantalón que le regalo mama en el sofá, y me quede mirándolo mientras se alejaban… Al día siguiente me levante muy temprano y corrí hacia la habitación de mis papas y no estaban, pensé que estarían en la cocina preparando un buen chocolate caliente, seguí corriendo escaleras abajo y me encontré con aquella gente que no conocía de nada. ¡Mira!, en la puerta de la cocina estaba Susi, pero… ¿Por qué lloraba?... ¿Y mis papas?

-Papa, mama, ¿dónde estáis?

No me respondían los llame una y otra vez, pero no me contestaban, me fije y el pantalón de papa seguía en el sofá. ¡Si ese pantalón era para hoy!, dijo mama que era para la comida, si papa… pensé… te lo tienes que poner hoy…

Ese hombre me cogió del brazo. No quería estar allí solo quería ir con mis papas, las lágrimas surgían en mí, no sabía por qué lloraba, pero intuía que pronto lo haría por mis papas. Ese hombre me explico, que mis papas no vendrían más, que un hombre que había bebido los atropelló cuando papa ayudaba a mama a bajar del coche. Que él estaba allí para encargarse de mí. ¿Pero y mis papas? le preguntaba una y otra vez, y su respuesta sonaba dentro de mí una y otra vez, no vendrán…no vendrán…

Me entrego una maleta y me dijo que metiera en ella mis cosas, las manos me temblaban, mi pecho me dolía, mis ojos solo eran lágrimas, metí mi ropa en ella y agarre del sofá el pantalón de papa cayendo algo al suelo, vi una cajita pequeña, vi su cajita de recuerdos; de papa y mama, la abrí, y saque de ella la cadena con los aros brillantes oyendo dentro de mí la voz de papa, contando los recuerdos, todos ellos eran buenos y decidí arrancar un aro para no poner recuerdos malos en ella. Solo pondré los buenos como papa.

Aquel hombre me llevo a un colegio, del que me escape. No había recuerdos buenos para mi cajita y tenía que ir en busca de ellos, cogí mi maleta, me puse los pantalones de papa y metí en el bolsillo su cajita de recuerdos… ¡mi cajita de recuerdos!... y marche en busca de ellos.

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¡Y aquí me tienen con los pantalones de papa, mi maleta, y mi cajita de recuerdos!

Ay compañero Metro, poco puedo expresar.termine de leerte con lágrimas,pero tambien con una sensación de triunfo, de una meta lograda, a traves de esa cajita de recuerdos.
Excelente historia, perfecta diria yo.

Ya el primer párrafo es un hito. El desdoblamiento para recuperar al niño,
la crítica implícita sobre "crecer". El apovisionamiento de los recuerdos...
Luego la desgracia bien rescatada por el texto y un final que bien puede resumir una vida. No sé que más se te puede pedir. Yo quedé tan satisfecho como la primera vez y hasta miro la pantalla para ver si tiene algo que ver con tu cajita, porque también colecciona recuerdos buenos.

También se me humedecieron los ojos como a Azucena (y eso significa que lo que trasmitiste fue con claridad y fuerza). Excelente comienzo, bien presentado el núcleo de lo que desabas contar y un despliegue conmovedor para un final triunfante. Una cajita de lindos recuerdos que bombea vida.
Muy bueno. Disfrutado.

Excelente relato Metro, presentas la cajita, retomas hacia atras, mostrando el nudo del relato, le das mucha emotividad, vuelves hacia adelante, y terminas el cuento en un hoy que salio de esa cajita
Excepcional cuento.

QUE BUEN CUENTO, TE FELICITO.Y HASTA ME DIO UN POCO DE ENVIDIA,DEBE SER BUENO TENER RECUERDOS LINDOS QUE GUARDAR EN UNA CAJITA.