De recuerdos y... queso.

De recuerdos y...  queso.




Esperó paciente hasta que todos estuviesen reunidos para la cena y, subido en una caja de cerillos a manera de podio, Mateo, el ratón filosofo, empezó otro de sus ya acostumbrados discursos:
-Los recuerdos, bits y mas bits en nuestra tarjeta de memoria biológica llamada cerebro. ¿Qué sería de nosotros si nos borraran todo ese cumulo de datos? ¿Si nos borraran los recuerdos? No lo sé, pero con toda seguridad, ya no seriamos el mismo individuo, seriamos otro completamente diferente. Y en eso tendrían mucho que ver las circunstancias, el entorno y las situaciones particulares que ese nuevo individuo viviese. Un nuevo cumulo de datos en forma de recuerdos, darían fe de su paso por la vida. En resumen, no somos mas que bits, datos en forma de recuerdos en la memoria de alguien-

Sin mayores aspavientos pero conservando su aire de gran iniciado, terminó su discurso, bajó de su podio y se perdió en uno de los tuneles de aquella madriguera sin siquiera volver la mirada hacia los comensales. Y mientras los demás ratones degustaban suculentos trozos de queso, uno de ellos comentó a otro:
-No, porque aunque nadie se acordára de mi, yo seguiría existiendo, ¿o no?-

-Sí, pero si borrasen tu recuerdo de la memoria de todos los que te conocemos, sería como si nunca hubieras existido aunque existieras... creo que esta vez Mateo tiene algo de razón- Contestó el otro.

La cena terminó y los ratones se dispersaron.







.

Es para lo que los supuestos y suponibles grandes hombres y mujeres (monstruos y monstruas incluidos) hicieron lo que hicieron y lo hicieron como lo hicieron, para lo que se levantan cada día las gentes comunes, para subsistir, sí, pero, fundamentalmente PARA SER RECORDADOS; no estaba el ratón Mateo errado en su apreciación, por parcial que fuese. E, ironías del destino, es la palabra (más que la obra incluso) de los que no lo trataron la que parece perdurar en el tiempo, más allá de la acotada significación de un nombre, un apellido o una imagen pública.

Oye, ya me están viniendo a la cabeza parábolas ratoniles, me pregunto de dónde me vendrán.

Fraternal abrazo, compadre.

Ángel, que tiren todas mis cosas a la basura.
No quiero convertirme en un montón de objetos de los recuerdos, alcanza la memoria de aquellos en quienes algo bueno o malo dejé.
Luego, implacable y perpetuo existiré en el olvido.

De ser así, somos entonces no solo lo que recuerdan de nosotros, sino lo que creen que somos. O aún peor, somos lo que creemos que somos y recordamos ser. Interesante planteo el de Mateo, los ratones suelen ponerse filosóficos a esas horas de la madrugada.

Muy bueno amigo, es muy disfrutable tu estilo, tanto el recipiente como el contenido. Voy a hacerme tiempo para leerte más.

Abrazo.

Tengo mis ratones enloquecidos y es por tu culpa amigo Ángel.
Ratones filosóficos… vaya tontería.
Mejor los hubieras dejado comiendo queso que pa eso sirven los malditos roedores, no para andar metiéndole cosas en la cabeza a la gente decente ¡Que lo parió!
Un abrazo compadre.

Interesante,que supongo podría funcionar en algunos casos,es decir que se borraran algunos.
Si no lo recuerdo no existio...no sé, para pensar.

Un abrazo

TENIA QUE LLAMARSE MATEO EL RATÓN DE MIERDA JAJAJAJA.

Gracias eternas chicas y chicos. Reciban un gran abrazo y mi saludo fraterno de siempre.

Y por supuesto debe darse que el nombre de Mateo fue inspirado por vos, compadre Mateo!

La memoria es lo que permite que otros nos recuerden, evoquen, extrañen, Tu texto encierra una gran verdad, menos mal que alguno la tendrà para no quedar en el completo olvido. Gracias por compartir tus inquietudes literarias.

TRINA

¿Qué será de nosotros por allá en el año 2666? Una pregunta que se habría formulado Roberto Bolaño. Ya lo vi, a los Robertos les da por cuestionarse temas existenciales. Aun le quedan 5000 millones de años de hidrógeno al Universo. A este paso le pediremos posada a Chaparrón Bonaparte.

Recibe un abrazo compadre.