Último latido

Último latido

¿Dónde estoy?

Me encuentro envuelta de niebla, pero mis pies rozan una frescura que despierta en mi una sensación conocida. No me he movido, sigo en la orilla del mar. Esto no puede seguir así, debo moverme. Solo existía un detalle que me impedía cumplir con mi deber, ¿acaso recuerdo cómo se anda? No estoy segura, mis pies llevan veinte largos años estancados en esta orilla. Un paso, otro paso y otro más hasta que recordé a la perfección cómo caminar. Corriendo como en aquellos tiempos que ya pasaron me adentro en el mar, mientras que las olas me muestran su furia y se encargan de envolver lentamente mi cuerpo. Pero no las temo; es más, la sensación que crean es tan grata que acabo por sumergirme bajo el agua. Una corriente me arrastró hacia el corazón del océano, pero mi corazón no lo notó, hace mucho que no sentía.

Huía de mis recuerdos, pero estos me alcanzaron y me recordaron mis últimos años. Con cuan fuerza me latió el corazón en las semanas que pasé junto a él. Pero era marinero, debía marcharse. Aún así, juró que volvería, pero no lo hizo. Creo que cada uno tiene los latidos contados y no puede cruzar un limite.

Algo me devolvió a la realidad haciendo que dejara atrás los recuerdos: un sonido atronador en mi interior. Estaba en el fondo del mar y moría. Pero mi corazón había latido; sí, definitivamente ese era un latido como los de antes.

Un último latido. Un último latido para él. Un último latido para dar paso al silencio.
Un último latido para después entregar mi corazón al mar. Un último latido para dejar de vivir la espera eterna. Un último latido para predecir el final. Observé en mis últimos segundos por el rabillo del ojo que había un barco conocido. El barco que se llevó mi corazón. Me arrastré hasta el navío hundido y dejé de existir junto a él.

Todo era negro hasta que un fino rayo de luz aclaró mi visión. Solo veía una especie de paredes blancas; pero quizás no eran ni paredes, puede que estuviese ya en el Más Allá. Eso me sobresaltó. Debía abrir los ojos o lo que se hiciera en aquel mundo para encontrarle a él. De pronto lo sentí cerca, era como si solo estuviera a un paso de obtener lo que tanto anhelaba, lo que tanto ansiaba, lo que mi corazón tanto esperaba. Era todo lo que necesitaba. Volver a estar junto a él y junto a sus brillantes ojos. Intenté recordarlos. Hasta entonces sólo había conseguido recordarlos entristecidos, tal y como los ví por última vez, cuando me comunicó que se marchaba, que me abandonaba, con la falsa promesa de que volvería. Pero no volvió y yo fui a buscarle, por lo que me encontraba a un solo paso de encontrarle...o quizás a menos. Ahora que estaba en su mundo, veía su antigua mirada radiante en mi mente con total claridad....solo que...había un pequeño cambio...tenían un pequeño matiz de preocupación que se dejaba ver entre la felicidad que irradiaban. ¿Por qué tendría él que estar ...? Oh, lo había comprendido. Yo ya había abierto los ojos.

Sí, era él, su tacto, su olor y las sensaciones que creaba en mí lo delataban. Definitivamente, estaba en el cielo. No había hecho falta que lo buscara , él me había encontrado antes. Con razón lo sentía tan cerca. Mi corazón comenzó a latir continua y desesperadamente cuando él articuló las palabras:

—Casi te matas; casi me matas.

No comprendí muy bien el significado de sus intensas palabras, pero sí me percaté de que había estado al borde de la muerte. Ah, entonces, ¿es qué no estaba muerta? ¿No estaba en el cielo? Ahora que me fijaba en las paredes, parecían las de un hospital. ¿Qué había ocurrido?

—¿Qué ha pasado?

—¿Qué...qué recuerdas tú? —respondió, temeroso.

—Recuerdo que me ahogaba, que había visto tu navío hundido y me arrastré para morir con él, contigo, con mi corazón —hasta ahora no había recibido muestras de cariño por su parte pero era algo de lo que no podía prescindir. —Luego todo se volvió negro —añadí.

—El barco se hundió hace veinte años, el mismo día que me despedí de ti. Yo y un compañero fuimos los únicos supervivientes. Un barco Ingles nos recogió y nos trasladó a su país. Hasta ahora no he tenido ninguna opción de salir, y tu recuerdo me atormentaba día y noche, haciéndome sentir desgraciado. Hace dos meses conseguí un barco y la oportunidad de volver, y llevo navegando desde entonces. Tuviste, bueno tuvimos, suerte de que me detuviese a observar el barco sumergido, lo hice solo por curiosidad y porque había algo allí que me llamaba. Me sumergí y te encontré allí, inconsciente. Te llevé a bordo de mi pequeño barco y te traje aquí. Temí que no sobrevivieras al viaje —en su voz sonó un tono de amargura muy intenso, y entonces me percaté.

No había dicho temí que no sobrevivieras, sus palabras habían sido exactamente temí que no sobrevivieras al viaje. No estaba seguro de si iba a seguir en este mundo, pero yo ya lo había descubierto. Mi corazón latía enérgicamente, pero solo para predecir el final.

—Ponte..junto a mí...quiero...quiero... que estés conmigo cuando... todo acabe —logré articular haciendo uso de mis últimas fuerzas: el final se avecinaba.

—No es el final de todo, solo de una etapa. —Una lágrima surcó su perfecto rostro, el rostro que había anhelado durante tantísimo tiempo. Eso me sentó como una punzada en el corazón; pero cuando se acercó, se tumbó a mi lado y me abrazó , todo se aclaró. El dolor y el miedo a la muerte seguían allí, sí, pero eran algo secundario, no les prestaba mucha atención.

—Puede..que...todo no acabe en la muerte...pero...nosotros..si...acabaremos. —Y mi rostro también se vio surcado por una lágrima. Él se mostró desconcertado.

—Lo nuestro no acabará, no nos separaremos. No soy capaz de planteármelo —replicó.

—Pero...yo...tú... —Comprendí. Él me iba a seguir allá a donde fuera, como yo había estado a punto de hacer hace unas pocas horas. Qué trágico. Por una parte me horrorizaba, pero me aliviaba el hecho de que no estaría sola, que él me acompañaría allá dónde fuera.

Nos quedamos quietos, en ese perfecto abrazo, esperando la muerte. Quise decirle lo mucho que lo amaba por última vez , que no lo olvidara; pero la oscuridad llegó antes que mis palabras. Mis labios se secaron en mis últimos esfuerzos de articular algo, mis brazos se aflojaron a su alrededor y mi corazón dejó de latir.

Lo último que escuché fue su fino gemido, lo último que sentí fue todo lo que él despertaba en mi interior, lo último que toqué fueron sus brazos que me aferraban con más fuerza, lo último que olí fue su dulce aroma y lo último que llegué a ver fueron sus ojos.

Ay! Dios mio!!! Me hiciste llorar...
Muy profundo y muy bien descripto, me encanto! La verdad no esperaba que fueras tan buena escritora, te felicito. Segui asi!

Abrazos y besos,
Fiore

gracias!!la verdad es que ya me lo han mirado un poco en otro foro..así que bueno se puede decir que ya está corregido en bastantes aspectos..pero siempre se puede mejorar más graciass

Qué bueno, qué buen relato, muchachita!!
Eres buena de verdad!!
Si con trece años eres capaz de escribir así...
tal vez no pueda imaginarme lo que puedes llegar a ser.
Un relato muy bello impregnado de amor.
Un relato de esperanza de encontrar al ser amado
para despues, tener su último latido.

Te felicito, niña!!
Eres buena si, si!
Un besito.


*

gracias:D

Muy buen relato,bien llevado,con mucha emotividad,me recordo a una escena del Titanic,cuando Di Caprio muere congelado abrazando a su amada...uff.
Excelente relato,me gusto mucho,y ja perdón mi asociación,la mente humana es extraña.

Te seguiré leyendo.

Que las hadas te acompañen

jaja..ahora que lo pienso si puede recordar al titanic...