-¡No! –Le grité al engreído con rabia -¡Todavía no está muerto!
Lorraine continuaba sujetando la cabeza de Derek, y me observaba compungida.
Mae, se mantenía alejada de la conversación. Me conocía lo suficiente como para saber que no me rendiría.
Y Ethan me puso una mono sobre el hombro, como intentando convencerme para que me resignara.
-Rowan, has hecho lo que has podido…
-¡Vamos! –Exclamó Bastien desesperado por terminar –Asúmelo doctora. Ha muerto…
-¡No en mi mesa! –le contesté indignada, apartando a Ethan, para cargar yo misma las palas.
Mae se hizo a un lado con Ethan.
Lorraine me miraba ahora con incredulidad.
Bastien también me miraba, pero él lo hacía con desdén. No se molestaba siquiera en ocultar la antipatía que sentía por mí. Parecía que le molestaba no poder controlar la situación, pero después de todo, la doctora al mando era yo.
Me sabía mal por Ethan, pues al apartarle, le había quitado autoridad, pero la situación de Derek me desesperaba.
Cargué a trescientos sesenta. Volví a colocarle las palas en el pecho. La sacudida fue más fuerte de lo que yo recordaba. Lorraine no dejó que la cabeza de Derek hiciera movimiento ninguno.
El cuerpo cayó sobre la sábana azul…
Bastien me miraba con rabia contenida.
Ethan y Mae observaban el cuerpo de Derek.
Lorraine me miraba a mí.
Yo miraba el monitor esperando a que el ritmo cardíaco comenzara a salir.
Fueron segundos de mucha tensión, hasta que por fin…
…
El corazón de Derek volvió a latir.
El monitor registró primero unas leves arritmias, y luego, el ritmo fue débil, pero constante.
Por fin…Pensé aliviada.
Comenzaba a sentirme exhausta. Sudaba y mi pulso comenzaba a resentirse. Ethan me puso de nuevo la mano sobre el hombro, como para felicitarme por el esfuerzo, pero su mirada era severa. Lo había anulado en quirófano, y eso me hubiera molestado incluso a mí.
Mae y Lorraine, me sonreían levemente. Por un lado se alegraban del resultado, pero por otro me reprochaban mi comportamiento.
Bastien giró la cara con desprecio. No esperaba menos de él.
Continuamos por el mismo punto donde habían quedado las intervenciones, antes de la crisis de Derek. Ethan volvió al tórax con Mae, Bastien se hizo a un lado para vigilar la anestesia, y yo, agotada, volví al traumatismo craneal con Lorraine.
Comenzaba a oscurecer en Toulouse, la Ciudad Rosa por el color dominante de los edificios antiguos, hechos con ladrillos vistos. También clasificada por el gobierno francés como ciudad del arte y la historia, pues cuenta con un abundante patrimonio arquitectónico…
En el hospital reinaba ahora la calma. Los pasillos, apenas colapsados para como solían estar el resto del día, mostraban en estos momentos, una pequeña afluencia de enfermeras y auxiliares de blanco, que terminaban de revisar y pasar medicación a los pacientes ingresados en planta.
Me senté frente a mi taquilla en los vestuarios de personal. Todavía llevaba puesto mi uniforme azul de quirófano. Hundí la cabeza en mis brazos. Estaba agotada. Llevaba encima la guardia doble del día anterior. La discusión con Andrú de por la mañana. La velada, con tiroteo incluido, del mediodía. Y la complicada intervención quirúrgica de casi seis horas de hace un momento.
Mis rizos caían como una cascada por mi cara, ocultándome del mundo real.
Sin poder evitarlo, empecé a sollozar abatida.
Los acontecimientos de todo el día, habrían sido demasiado para cualquiera.
Cerré los ojos y acabé derrumbándome…
Las lágrimas no me dejaron ver a quien estaba por llegar…
…
-Buen trabajo doctora…