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 ESCENAS BOHEMIAS DE CORDOBA - NOVELA (onceava entrega)

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AutorMensaje
Alejandra Correas Vázquez
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Alejandra Correas Vázquez


Cantidad de envíos : 718
Fecha de inscripción : 07/10/2015

ESCENAS BOHEMIAS DE CORDOBA - NOVELA (onceava entrega) Empty
MensajeTema: ESCENAS BOHEMIAS DE CORDOBA - NOVELA (onceava entrega)   ESCENAS BOHEMIAS DE CORDOBA - NOVELA (onceava entrega) Icon_minitimeJue Oct 01, 2020 10:10 am

ESCENAS BOHEMIAS DE CÓRDOBA
.................................................
NOVELA
...........

por Alejandra Correas Vázquez
..........................................


......................
11- JUVENTUD
.....................


Me detuve. Y miré a Miguel.

La luz del mediodía rebotaba en sus pupilas con chisporroteos inquietos e ingeniosos. Como caricias contenidas en pretéritas escenas. Había perdido mi calma y necesitaba recuperarla. Cuando lo logré, fui continuando de a poco mi pensamiento:

—“No era eso— comencé a responderle —Sólo había necesidad de dar aliento a nuestra gente del 70. De dar cauce a nuevas formas, para hacer honor a los antiguos habitantes de esta ciudad que tanto se esforzaron, que nos brindaron un estilo. Y de los cuales hemos heredado esta bohemia, esta ilustración y estos sueños”

—“¿Vas a negar Viviana el dolor de toda juventud? ... Es doloroso ser joven”

—“¿Por qué lo afirmas?

—“Sufre todo joven. Hay un dolor interno. Se ha perdido la niñez apacible y no se adquiere aún la madurez”

—“Pero también se posee emotividad, creatividad, ideas, alegría eufórica. Y todas ellas en conjunto nos modelan ¡Pero las has rechazado dentro tuyo!”

—“¡Viviana! Es doloroso ser joven... hemos perdido el encanto de la niñez”

—“Pero hemos adquirido también otras emociones. Y porque no amas esa alegría juvenil, ves un crimen en la mía. Quieres ahogarla. Asfixiarla. Me impones tu compañía exclusiva. Me buscas en forma posesiva”

—“Es así el amor”— aseguró él

—“No lo es. Tu magnetismo te magnetiza confundiendo dentro tuyo el sentido del amor, como una forma sutil de expresar tu anhelo de poder. Por ello sientes la necesidad de alejarme del mundo y ocultarme en tu fortaleza, como amo absoluto. Estás muy lejos del amor, Miguel. No te apartas de los demás por una necesidad de meditación, de creación pictórica. Sino por falta de amor. De amistad. De cordialidad. De convivencia... Y también de valentía de parte tuya hacia el mundo”

—“¿Valentía? ... ¡No!— gritó

—“¿Estás seguro?”

—“¡Soy el único entre ustedes que rompí! ...Que emigré... Que partí lejos. Que salí del foso cordobés, nuestra hondonada del centro citadino. Que tomé un aire diferente al de La Cañada. Que me cobijé bajo otra arboleda, distinta a las añosas “tipas”... Y los he encontrado al regresar iguales a cómo los dejé”

—“Has dicho bien ¡Rompiste! Sin aportar ideas nuevas”

—“¿Cuál es pues tu idea de la valentía?”— insistió Miguel

—“¡Huir no es valentía!— opiné yo con fuerza —Emigrar es muchas veces sólo una huida y no una ansiedad de aventura, de crecimiento. No en tu caso. Podrías haberte quedado con nosotros, o irte con Ariadna, poco importaba el cambio de geografía. Todo lo que importaba aquí o allá, era que construyeras. Que dieras marcha al riesgo de pensar, pintar, posibilitar, proponerte nuevas tareas”

—“¿Sin importar el cambio de escenario?”

—“Sin ello o con ello. Pero no. Te apartas de los demás para que no te obliguen a cumplir tu compromiso frente al mundo. Tu deuda con la naturaleza elaborada”

—“¿Es acaso imperioso?”— preguntó Miguel, insatisfecho

—“Lo es...”

—“Sin aliento”

—“¿Y por qué huiste de Ariadna cuando te llevó a su lado? ¿Puedes contestarme?— le interrogué — Yo lo haré... Porque ella te enfrentaba ante tu propia imagen. La seguiste al principio pues creías que ibas a lucir ante Ariadna tu naturaleza cruda, tu magnetismo natural, para cautivarla ¡Pero ella vino detrás de tus colores de artista!”

—“Fue duro, desilusionante, también yo lo comprendí emprendiendo el regreso”— aceptó Miguel

—“Así fue, y de pronto descubriste con espanto que debías a su lado pulirlo todo. Ofrendar al mundo tu deber para con él. La deuda que tienes por ese don especial que brota de tus manos y necesita elaborarse. Un don que los dioses celestes no ofrecen a cualquiera, pero implica también obligaciones mayores”

—“Es mucha carga para mí, pero me hace feliz que me valores al menos como pintor”— sostuvo él resignado

—“Posees el don y la deuda. Ella lo comprendió al conocerte. Ariadna vino a tu vera como un mensajero de tu camino artístico, mostrándote el hilo mágico. Pero lo cortaste de un solo tirón y has quedado ahora preso en tu laberinto”

—“Ahora me hallo de regreso a tu lado, Viviana”— rumoreó casi para sí

—“¿Y yo? ¿Qué soy? Algo muy diferente. Alguien que se niega a permanecer a tu lado”

—“¿Me abandonas?”

—“Aparto mi vida para salvarla”


0000000oooooo0000000


Yo estaba ya de pie con mi ropa puesta. Afuera era sol. Luna. Lo que fuera.

Era nuestra ciudad. Nuestra amada Córdoba, hoy día doliente, lacerada de incendios y violencias. El 70 habíala perturbado en su docta vida de centenios.

¡Pero estaba yo! … Sí, yo Viviana aún estaba aquí.

Y estábamos todos los noctámbulos de la Cantina Azul para brindarnos. Para devolverle su lírica, sus pinceladas, toda la bohemia con su antigua energía.

Una década es una anécdota, como ésta que ahora parte a formar parte de leyenda:

Cruel. Satírica. Posible. Hasta increíble.

Viviana pertenecía a Córdoba ...Y Córdoba era Viviana...

¡Juntas seguiríamos!



000000000000oooooooooooooo000000000000
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