Tarde de espera

TARDE DE ESPERA
Espera. Cinco minutos, diez minutos. Es poco, pero la edad hace peso, el dolor de pie por estar parada y firme ya se siente. Quince minutos, empiezo a caminar. La pared se resiste a soportar mi cuerpo recostado. El lugar tiene pocas sillas y hay gente para varias sillas más.
Voces, muchas, murmullos, muchos. Yo callada…
Un señor y su hija (supongo que es su hija) deciden irse. Por fin puedo sentarme.
Una, dos, tres, cuatro, cinco mujeres mayores, calculo arriba de los ochenta. Una en silla de ruedas. Algunos hombres mayores y otros de mediana edad. Otras mujeres, varias entre 30 y 50 (supongo).
Cansancio. Y ya van más de cuarenta minutos. Disgusto en algunos rostros, dolor en otros. Botitas para caminar, muletas, sillas de ruedas, todos a la vista, todos esperando.
Detrás del vidrio y mostrador tres secretarias, aunque no sé muy bien como designar su función, anotan a los que llegan y hacen cola. Preguntas repetidas. ¿está el Dr…….? Algunos se retiran, no se les avisó el cambio de días de atención. Otros quedan, esperan.
El ventilador se cansó de girar, está viejo, descolorido, cansado también. Las sillas unidas de a cinco con su tapizado verde ya dejó de gustar, es opaco ahora.
Las paredes amarillas con mensajes que nadie ve, puertas numeradas que se abren y cierran, ojos ansiosos mirando y oídos esperando escuchar su nombre. Espera.
Cansancio, dolor, caminatas nerviosas y lentas, voces con quejas disimuladas (algunas no tanto).
Espera que no se quiere esperar. No se quiere vivir esperando. La vida camina, nos rodea, se va, y la espera sigue ya sin un par de horas de vida que se fueron, nos abandonaron mientras esperamos.
Timbres y ring ton variados de celulares ansiosos que también esperan. Luz de celulares acompañan los viejos tubos fluorescentes. Algunos se van porque ya son atendidos, otros se van porque no son atendidos.
Uno, dos, tres… quince ahora somos. Ya alcanzan las sillas y el ventilador mágicamente se puso a girar otra vez.
Las secretarias entre tanta espera van perdiendo sensibilidad, no se conmueven, en sus ojos la indiferencia lastima. ¿En qué momento de que día de que tiempo se les fue el gesto de solidaridad, de comprensión, de amor al prójimo, de servir al enfermo? ¿lo habrán tenido alguna vez?
Paciencia se pide y no se da, tolerancia se promueve y no se muestra.
El techo cada vez más cerca del rojo piso está. Presiento que pronto se unirán ¿y la espera? ¿dónde quedará? ¿se abrirá la puerta y mi nombre se escuchará?
Mientras todos se van me pregunto ¿será que el dolor cansado también se irá?

De la vida real...momentos de incertidumbre que parecen años...

Muy bien desarrollado.
Abrazotes, amigaza

Gracias Beto.
Nilda

Nilda, es más fácil estar en zona de confort que en zonas de dolor, entonces cuando no se vive esa situación la piedad se pierde, un número más, una ficha más.
Muy bien lo has mostrado, la indolencia que puede causar hasta la muerte de otros.

Un abrazo.

Gracias Ethel. Realmente escribí mientras esperaba la atención del traumatólogo en una clínica, relatando lo que veía y sentía.
Nilda

Acertada forma de describir la espera para entrar al consultorio del Doctor. Pago o gratuitamente, igual se espera mientras la impaciencia crece y el llamado se distancia.
Me dio la impresión que yo también esperaba, como lo hago ahorita en mis diarias terapias para el brazo.
Un fuerte abrazo
Me gustó mucho tu aporte.

Querida Nilda, creo que todos hemos sentido alguna vez eso que tan bien describes. Me recordaste a mi padre que decía: La vida es una permanente espera.

Un placer leerte.

Gracias Trina y Ricardo.
Nilda

Hombre pues, yo que te leo a menudo, considero que esto es lo mejor que te he leído. Me refiero a la forma, aunque el tema es de rabiosa actualidad y más en edades como las nuestras y en posiciones socio-economicas como la mía, que no puedo permitirme consulta médica privada, me encantó la forma. Es más, con este trabajo tuyo empiezo a entender la estética de tu narrativa. No describes por describir, tu descriptiva reforza la temática de tu narración y adjetivando, coloreas cosas banales como un ventilador o unas sillas y les das personalidad reforzando tu historia.

A mí juicio, un excelente trabajo! Recibe mi saludo fraterno de siempre.

Gracias ElAngelCaido. Muy valioso para mi tu comentario.
Nilda