La silla de ruedas que lo transportaba, quedó en aquella sala volteada, a un lado sangre y restos de tejido, se adueñaban de la alfombra. La lámpara nocturna estaba encendida, pero él al parecer se encontraba solo en la casa.
Su cádaver junto al último escalón de la escalera, sus brazos y piernas totalmente descolocados, su caida había resultado ser una pequeña secuencia que duró solo segundos.
Los escalones; algunos manchados de sangre, las barandas sin mas que suavidad y color barni.
Él sujeto al parecer intentaba huir, pero debido a su incapacidad motriz, no podíar ir tan lejos. Se escondió en uno de los cuartos secretos, esos que cada casa antigua poseé, se mantuvo allí, hasta que supuso que ya nadie lo seguía. Al salir una mujer que reconoció inmediatamente le regaló un poco de calma.
Confió en ella y le contó todo lo acontecido, ella escuchó todo. Luego lo cargó entre sus brazos, y camino hasta las escaleras una vez ahí, lo soltó y lo observó caer abruptamente por cada uno de los pasillos. Finalmente, sacó un cigarro, lo encendió, inhalo su humo y dejó que el humo dañino invadiera la habitación.
Todo lo resolvió con nafta y fuego. Fue así, que solo quedaron cenizas y solo restos de un cuerpo.