Ella

Caminabas despacio, te detenías y observabas cada detalle, cada movimiento. Fue entonces cuando la viste. Los mismos pasos acompasados que te hipnotizaban cuando se paraba descalza de la cama y salía de la habitación. Volviste a escuchar esa melodía que sonaba cada mañana en tu cabeza al verla sonreír. Ella también sonreía y caminaba con aplomo. Los largos cabellos le caían a la mitad de la espalda. Se levantaban al ritmo de sus pasos. No dejabas de mirarlos, con los dedos los apartaba de su rostro. Querías adivinar la consistencia de cada fibra capilar, descubrir su aroma, que sintiera tu aliento alrededor de la oreja; de ese cuello de cisne que despertaba tu imaginación. Aquella tarde comenzó todo. La búsqueda no cesaría, porque querrías más.

Te despertaste antes del amanecer, por un rato contemplaste el techo, después bebiste una taza de café recalentado. A pesar de la lluvia saliste a comprar el diario matutino. Te había costado trabajo conciliar el sueño, sin embargo, no deseabas seguir durmiendo. Ellas corrían como todas las mañanas, tú gozabas del vaivén de esas cabelleras; rubias, negras, pelirrojas… Te atraían las de melena castaña. Era su tono preferido. Mientras bebías un jugo de naranja en Tetra pack y masticabas un pan con mantequilla leías las noticias del día anterior. Una nueva modalidad de robo en Caracas: ladrones de cabello. Intentaste levantarte de la mesa. El jugo se derramó dejando una mancha que se extendía a lo largo de la página y cubría el texto que rezaba: “Las estéticas tienen la consigna de no utilizar cabello natural para hacer pelucas o extensiones”. Continuaste leyendo. Se especulaba que las cabelleras robadas iban a parar a esos establecimientos. Tendrían que utilizar cabello artificial. Sonreíste, aunque de momento te habías sentido turbado. Volviste a la recámara antes de irte a trabajar. Estaba tendida sobre la cama. Te dirigías hacia la puerta, pero no resististe. Diste media vuelta y te acercaste para tocarla de nuevo. Regresaste a la cocina. Limpiaste con rapidez el jugo derramado. Ahí estaba el diario, sucio y arrugado, lo arrojaste al cesto de basura.

No podrías concentrarte en los libros. Había un faltante, en esos momentos no te importaba. Estabas en la oficina, pero tu mente se encontraba en otro lugar. En la tarde volviste a aquel parque. Tendrías que probar hasta encontrarla; no sería fácil. Te gustaba ponerte retos y ese era el más importante de tu vida; encontrarla, encontrarla… era tu obsesión. No era semejante. Habías tenido la oportunidad de tocarla, de disfrutar su tersura, comparar su color; ese aroma que había dejado impregnado en tu piel. Tendrías que tomar más, arrebatarles lo que tanto amabas de ella. Continuabas pensando en la noticia que leíste en el diario matutino. Las sorprendían por la espalda en las bancas del parque, las agarraban de la cabeza y el cuello y con un ligero tirón les cortaban la melena con tijeras para podar césped. Les susurraba algo incomprensible muy cerca del oído. Les rozaba el cuello como queriendo absorber su perfume y corría despavorido.

Querías encontrarla, llevarla a casa. Pasabas horas observándolas y actuabas. Comenzaste a faltar al trabajo. Hacía varios días que tus planes de búsqueda eran llevados a cabo. Esa noche probarías. Sentirías la diferencia entre cada una. Negras, rubias, pelirrojas… Te quedarías con aquella que fuera la más parecida. No podías tenerla a ella; pero tendrías eso que te perturbaba, te enloquecía. Alisaste el cobertor, las acomodaste con delicadeza sobre la cama y volviste a cepillarlas. Te asomaste a la ventana, todo estaba en penumbras. La luna no brillaría nuevamente. Las miraste antes de recostarte a su lado. Habías aprendido rápidamente el oficio y estaban tan bellas… como arregladas por un profesional. Probarías con todas. Recorrerían tus mejillas. Bajarían hasta tu cuello y al pasar por la oreja erizarían tu piel. Quizás con alguna podrías recrear la pasión de aquellos años a su lado. Las tocarías con los labios, las besarías sumergiéndote en ellas. Intentarías revivir entre cada cabellera esa sensación. Había experimentado con tantos colores y texturas, sin embargo, era única; especial. Comenzaste por las de cabello rizado. El día en que se fue usaba un alaciado perfecto, sin embargo, los rizos eran tu debilidad. Así como cambiaba de colores, de peinado, se había transformado con el tiempo. Nunca lo aceptaste, no lo aceptas. Deseas que vuelva. Han pasado las horas. Comienza a amanecer, la emoción te invade. Has recordado en la textura de esa peluca rubia el día en que la conociste. Eran unos niños. Te había impactado y no pudiste evitar acariciarla. Ella sonrió. Nunca más podrías desprenderte de esa sonrisa. Es tan suave. La música, la música… también ha regresado y ahora no se ha ido como esa tarde en el parque. Probaste levantándola y acariciando tu rostro. Absorbías su perfume con todo tu ser. Esa era. Por las noches la acomodarías a tu lado, y si, gozarías de nuevo sintiendo su presencia; aunque muy pronto no sería suficiente. Querrías encontrarte en su piel.

Muy bueno, Fher! Me gusta la forma en que desarrollas la narracion que hace alguien del protagonista. O sera quizas el propio actor protagonico que, para crear mas tension aun, habla de si mismo en segunda persona?

Te felicito y ademas escritos como este hacen que uno como escritor se esmere en hacer mejor su trabajo. Escritos como este inspiran. Recibe mi saludo fraterno de siempre.

No recuerdo haberte leído antes,pero realmente muy gratificante lectura.Una narración bien llevada que logra captar la atención del lector.
Un abrazo

Muchas gracias por sus comentarios, un abrazo.

Ella puede ser el inicio de una gran historia marcada por la obsesión y el desenfreno. Se percibe el oficio y la dedicación por las letras en cada trazo.

Un placer volver a leerte, Fer.

Gracias, Nesfran. Un abrazo.

Interesante manera de abordar un tema a través de pelucas. Nos llevas por el laberinto de los pensamientos del protagonista.
Sí, muchas veces un perfume o una pintura nos retrotrae al pasado;una peluca también puede hacerlo.
Felicitaciones, tu talento te ha permitido escribir un buen inicio, tal vez, de una narración de más largo aliento.

Muchas gracias, el narrarlo en segunda persona fue como un experimento y me gustó para lo que quería expresar. Un abrazo, por aquí nos seguimos leyendo

Fernanda me gusta mucho la forma como vas describiendo toda la trama, no pierdes detalles y eso hace que la narración se vuelva más interesante...

Felicidades y un gusto leerte

Gracias, amiga. Un beso.

Es un cuento muy interesante porque vas pintando capas traslúcidas pero muy definidas, que al superponerse le dan profundidad al abismo de una vida. La “segunda persona” que narra, habita el mundo del lector donde hay fetichismo y asesinos seriales, y desde allí lo guía para que sepa y comprenda: saber la obsesión, comprender lo que se viene. Esto es lo que permite la “segunda persona”: decir lo que se quiere y callar lo que no conviene. Porque todas las personas dicen y callan, exageran y olvidan, no son objetivas y juzgan… Estas debilidades tan humanas son las que aprovecha el autor para contarnos la historia como quiere.
Y es un cuento muy bueno porque nos dice lo que precisamos y evita aquello que podemos deducir.
El problema está en la segunda persona que elegiste. De haber sido una vecina un poco chusma, hubiera funcionado como testigo más o menos cercano que sabe algunas cosas: precisamente las que nos cuenta y precisamos para saber. Pero al ser un hecho de doble personalidad, esta “segunda persona” que narra es muy importante, porque no puede contar con tanta frialdad: necesita emocionarse, criticar, asustarse, censurar… como cualquier persona que está contando un hecho significativo. Es cómplice del asesino y no quiere serlo, pero es también alguien a quien ama y quiere proteger.
Definitivamente sos de las mejores escritores conque nos podemos encontrar y espero que mi aporte esté a la altura de tus necesidades. Es un placer saber qué sigues en el juego!

tan importante o más que el personaje que describe.

Muchisimas gracias, Federico. Muy interesante tu comentario y muy útil. Está muy claro todo eso que me explicas acerca de la "segunda persona". Saludos.

Un tema interesante acorde con los que se dice hacen actualmente, algunos locos en Venezuela robando cabelleras, especialmente, en Maracaibo, Estado Zulia, aunque muchos lo desmienten y dicen que es una campaña para cundir el pànico. Muy bien lograda la segunda persona, apropiada redacciòn para una pelìcula de suspenso donde los psicòpatas se obsesionan con cosas que pertenecen a las vìctimas. Lo cierto es que las mujeres de larga caballera andan con las cabezas tapadas con turbantes, gorros, cachuchas, y tu en el fondo, ante los acontecimientos, has desplegado tu imaginaciòn para convertirla en una historia interesante que deduce un final diferente al que una se imagina porque no se trata de una mujer sino de una colecciòn de colas de caballo. de abundantes melenas que quien sabe con què propòsitos las hurtan, seguramente para obtener ganancias algunos estilistas.Felicitaciones querida compatriota.

Gracias, Trina. No soy venezolana, pero me llamó la atención la noticia. Saludos.

Como dicen los compañeros, me encanta; me encanta más que la historia, que es interesante sí, pero sobre todo la forma y esa segunda persona que atrapa junto a tu estilo sobre el lector. Es muy, muy interesante. Espero volver a leer algo tuyo.

Un saludete de Samuel.