El estigma de Caín: hoy, CIZAÑEROS

CIZAÑEROS


La mala intención preside las andanzas de estos seres sembradores de la discordia; la cobarde felonía es su respuesta ante la imposibilidad para obtener sus propósitos soñados a los que creen tener derecho natural. Cuando se antojan en conseguir algo (lo que sea) porfían hasta alcanzarlo o, en su defecto, destruirlo; antes de hacer un interesado uso del bulo prefieren utilizar la confidencialidad con una doblez propia de las mentes más retorcidas, pervirtiendo las verdades menos trascendentales. Apoyándose en el desenfreno pasional provocan una reacción en cadena que, a menudo, se lleva por delante personas no implicadas, pero en ningún caso a ellos, precavidamente protegidos por una, de antemano, estudiada coartada. Cuanto más grave sea el impacto resultante de su maquinación mayores serán las probabilidades de éxito, la disensión entre las partes estará garantizada y la venganza, o cuales quiera que fueran sus objetivos gananciales, satisfechos, al menos en principio. Aprovechan la franqueza de la gente, para la cual tienen un sexto sentido que parece "detectarla", salvándola de las impurezas que, a modo de mentiras o medias verdades, deducen en cualquier conversación o discurso; ese es su talento, lo deleznable es el fin para el que lo reservan, que es acopiar los extractos de verdad intuidos con el objeto de adulterarla sin modificar en exceso el contenido para, en un hipotético futuro, poder emplearlos como minas de espoleta retardada.

Los acontecimientos derivados de las tensiones surgidas del conflicto generan una de las más torrenciales y espantosas pasiones... la violencia, son muchas las monstruosidades que la adoran (aunque fuesen infinita minoría seguirían siendo excesivas) unas veces desfachada y otras descomedidamente, el cizañero hace gala del segundo procedimiento, mayormente peligroso por la clandestinidad de su autor. Alientan el odio porque lo sienten dentro de sí, aunque no siempre encuentren la excusa o los arrestos necesarios para exteriorizarlo tal y como quisieran; el azuzamiento les garantiza el disfrute preferente con el riesgo nimio de una posición desvergonzadamente enmascarada como "neutral". Y es que hay ocasiones en las que prescinden del móvil revanchista o el material, causando la controversia por el mero e insólito placer de verla prosperar... ¡me imagino que para no perder facultades!

Una relación duradera para estos abyectos seres no significa nada en cuanto a sentimiento se refiere; pueden llegar a apreciar  (a su manera, no demasiado cordial) las coincidencias de pareceres y costumbres que lo hayan hecho precariamente estable, pero una vez acaecido el momento de la ruptura desestiman concesiones y no titubean al espolvorear la semilla de la enemistad. Están, continuamente, tan dispuestos a recibir confidencias que es una insoslayable tentación, y a veces una apurada necesidad, el hacerles inmerecidos destinatarios de lo que para una persona de bien sería un inesperado voto de fe digno de agradecimiento y valoración; por contra, lejos de sentirse congratulados, prestan una silenciosa atención, memorizan cada palabra, cada extracto de información impávidamente y, en el colmo de la desfachatez, se permiten el lujo de aconsejar y apoyar encubiertamente al desprevenido con cierto aire apesadumbrado, regocijándose internamente por haber conseguido sonsacar una suculenta averiguación desveladora de los puntos desprotegidos de la persona o personas. A partir de ese fatal instante de incidencia se sienten dueños de la situación, de alguna manera dominadores del interfecto que ha dado un paso fatídico, tal vez presa del desasosiego. No es corriente pero el que la presumible víctima se percate o no de ello no es un hecho preocupante para el cizañero; lo inequívocamente seguro es que a partir de ese momento poseerá una ventaja que difícilmente dejará caer en el oscuro pozo del olvido, ¡la tácita amenaza es una fiel aliada!



CÓMO RECONOCERLOS


Son muy posesivos y ladinos, no exteriorizan su verdadera identidad sentimental por recelo, temor a caer en el mismo error de sus incautas víctimas; se cuidan de no extrovertir un ego que pudiera poner sobre la pista de la sombra en la que se cobijan. Acaban por pensar que es más factible sacar provecho del caos, pues sólo en él las gentes se dejan ver como realmente son, sin afectuosidad ni lo que tienen por hipocresías como el cariño, el amor o la cordialidad; el mundo, para ellos, es un lugar repleto de recursos dispuestos a ser explotados por los más fuertes, astutos y ambiciosos en constante porfía de preferencias de las que esperan lograr una máxima tajada. Éste es su credo, que salvo mayúsculo descuido jamás revelarán a nadie, puesto que todo individuo está sujeto a la desconfianza, resultado del latente egoísmo que dirige sus actos.

Paradójicamente se consideran seres débiles, consecuentemente "indignos" y buscan caracteres compensadores, fuertes, intimidadores, decididos, pero, a un mismo tiempo, vulnerables, es decir, pendientes de afectuosidad; un talón de Aquiles al que el cizañero se aferra apresuradamente. Una vez examinado comienzan a destilar el veneno de la cizañería, provocando el aborrecimiento y el arrebato emocional, síntomas manifiestos de la dominación ejercida por la cizaña, sólo en casos de impericia manifiesta el desencadenamiento pasional revierte en el causante. Despertando los instintos más bajos, a prudencial distancia, son capaces de manejar diferentes personalidades, enfrentándolas si es preciso y (por supuesto) obteniendo partido de la parte o partes mejor paradas. Su presencia e influencia está presente en toda contingencia cercana, aunque sea para tomar nota; establecen una parcela territorial vedada, primordialmente a otros azuzadores, el sobrepasarla significa a medio plazo la evidencia de al menos uno de ellos, consecuencia del posicionamiento estratégico de sus "armas de combate" y de una guerra fría de desgaste que comienza por pequeños y estrambóticos detalles a los que van dando cuerpo hasta agotar la paciencia y artimañas del rival, lo que supone una derrota precedente al ostracismo.

El despecho es una de sus pautas, y continúan degenerando en él con los años hasta llegar a vivir de la infelicidad de sus próximos como última motivación, esos a quienes después de haber manipulado durante toda una vida culpan de su insignificancia. Si observa usted que la sola presencia de una determinada persona le hace sentir furibundo o irascible, aunque le parezca mansa, dócil y apacible, piense un poco, y antes de alzar la guardia rechace con todo su ser ese género de sentimientos, dando ejemplo palpable, si no quiere acabar siendo un títere. A buen seguro que el cizañero hará lo imposible por complicarle la existencia "teledirigiendo" a otros contra usted, pero la ánima aversión de unos pocos encizañados que han corrido peor suerte son acarreante que todo aspirante a la nobleza y a la liberación ante los demonios coactivos de la "suciedad ambiental" debe encomendarse a experimentar. A mi modo de entender es preferible acusar los golpes antes de rendirse ante la voluntad impuesta por aberraciones enredadas en la tela de araña del mal; lo penoso de estas alimañas es que al tenderlas la mano, sin rencor, en la buena voluntad que Dios nos ha dado, te la muerden o intentan enmarañarte en un pestilente capullo de prejuicios en el que transformarte. En cualquier caso o participas de su furia (en este ejemplo del cizañero bien resguardada en el disimulo) o pasas a ser el blanco predilecto de ella... ¿Se entiende, pues, la razón por la que les llamo demonios coactivos? Pero lo peor de caer en esa coacción es el hacerlo conscientemente, por temor a las represalias, sabiendo que nunca se habrá de salir; aunque, irónicamente, esa contrición del alma, la lucha interior, significa redención. Para los que muerden el cebo hasta el sedal (transformándose radicalmente) el panorama es diferente y bastante menos alentador; son partidarios de causar sufrimiento viviendo y muriendo con y para esas fratricidas consignas... Espero, buen y paciente lector, que no sea su caso.






Adanhiel.

EL CIZAÑERO, NI SIQUIERA VIVE CONFORME CONSIGO MISMO, POR ESO, CREA AMBIENTES DE DISCORDIA E INCOMODIDAD. ESO LO HACE FELIZ DENTRO DE LO QUE CABE. GENERALMENTE, VIENE DE HOGARES CONFLICTIVOS DONDE LOS VALORES ESTÀN POR EL SUELO. SE LEVANTAN PISOTEANDO A LOS DEMÀS CON LOS ZANCOS DE LA ENVIDIA, LA INTRIGA, EL EGOÌSMO, EL DÀRSELAS DE VÌCTIMAS, INCLUSO,HACER QUEDAR MAL A LOS DEMÀS HASTA EN LAS CONCEPTUALIZACIONES PERSONALES, NO LES IMPORTA NADA PERO AL FINAL SON CULPABLES DE SUS PROPIOS MALES Y LO MAS GRAVE, ES QUE NUNCA TIENEN UNA VERDADERA DISPONIBILIDAD PARA CAMBIAR DE ACTITUDES Y ENMENDAR ERRORES. 

TRINA

Así son, querida Trina, una tipología de monstruo del que debemos guardarnos muy mucho porque viven de poner en jaque toda relación humana, son un verdadero cáncer que una vez contraído cuesta erradicar... en fin, tratemos de evitarlos en la medida de lo posible pues los cizañeros tienen difícil redención.

Besos.

Lo expresado en tus letras estimado amigo está perfectamente comentado por Trina. Nada que agregar de mi parte.Un abrazo

Muchas gracias, querido Cocho, el haberte pasado por aquí y vertido tu parecer, es, como siempre, un verdadero honor.

Saludos cordiales.

Ciertamente, como todas las entidades de corte claramente negativo, son las primeras víctimas de su propia maldad; la luz se crea a sí misma, no atiende a antagonismo alguno, la oscuridad depende de ese antagonismo y, en última instancia, se destruye a sí misma; sus acólitos, finalmente, corren la misma suerte, es por eso que sus almas sufren con un padecimiento imposible de explicar y en el que quieren los demás caigamos. Recemos por ellos, recemos por su redención, más que por la nuestra.

Un saludo, Jaime.