SOBRETODO DEL ALMA

SOBRETODO DEL ALMA

Hace tiempo que no venia para el barrio, me sorprendo al no reconocer sus calles. Es una sensación extraña la que siento, como si estuviese en un lugar mágico. Aquí los fantasmas del pasado aparecen espiándome. Se que son ellos porque los descubro en las antiguas rejas, puertas y alguna que otra casa que se olvidó el tiempo o que lograron resistir los embates del progreso.

Me quedo pensando en el progreso y por un momento intento reflexionar sin caer en criticas, reproches que llegan a mi mente con la prepotencia de imponer que todo lo pasado fue mejor.
El reflejo del vidrio de un local de insumos para computación me devuelve mi imagen y entonces… casi me convenzo que todo lo pasado fue mejor.
Es un día esplendido para caminar y lo disfruto, aunque voy sumando dejos de nostalgia que intentan entristecerme.
Sin darme cuenta, llego a la esquina de mi casa natal, lo se por la panadería donde concurría los días que mi madre me mandaba a comprar el pan. Está tal cual era entonces.

El corazón me da un brinco y la ansiedad por llegar a ver la casa acelera el pulso, sin embargo, mi marcha no es más rápida, por el contrario, se hace lenta, tan lenta como la de un equilibrista caminando sobre una cuerda.
Nunca más desde que él murió, volví. Ese día después del entierro saqué mis cosas, tapie la puerta y las ventanas y me marché.

Ahora estoy frente a la puerta tapeada como un intruso que quiere ocupar una vivienda abandonada.
Todos los recuerdos llegan como un torbellino. Estoy paralizado, suspendido en el pasado. De pronto… alguien dice mi nombre y despierto de este sueño que me pareció eterno. Volteo hacia donde proviene la vos. Es Joaquín el verdulero, su inmensa nariz aguileña es inolvidable.

- Hombre, todos en el barrio nos preguntábamos ¿donde estarías? Desde que murió tu padre y te marchaste, varios ocupas intentaron tomar la casa, pero, aquí los vecinos no lo permitieron. Ya sabes, no es cuestión que gente extraña se meta y luego tengamos problemas con la seguridad.
Permanezco mudo unos instantes y digo… Gracias.

- Bueno Roberto me diste un susto y luego una alegría, creí que eras uno de esos ocupas, sin embargo, cuando te reconocí no lo podía creer que fueses tú.

-Necesito entrar ¿puedes facilitarme alguna herramienta?

- Claro hombre, aquí tienes esta barreta, la traía como arma para disuadir al ocupa que creí que eras.
Fuerzo la puerta y entro a la casa, un olor desagradable a encierro se mete hasta los pulmones, toso varias veces y comienzo a recorrerla.
Todo está igual, sólo que el polvo de todos estos años ha cubierto muebles, cuadros y adornos.

Ahora estoy en el dormitorio que fuera de mi padre. En este momento recuerdo cuando me dijo – Los dos sabemos que me muero, sin embargo, mi alma estará contigo siempre. Lo que ves, mi cuerpo, es sólo el sobretodo del alma, eso que uno usa para abrigarse y cuando se convierte en inútil se tira a la basura. Un hombre es mucho más que un cuerpo, tenlo presente.
Voy hasta el ropero, lo abro, tomo su sobretodo y lo dejo en el cesto de basura.

Qué razón tenía tu santo padre. Bonita rememoranza, cada cual tenemos la nuestra y, de cuando en cuando, te diré, que no viene mal el echar la vista atrás, sin excesivas nostalgias, aunque solo sea para honrar nuestra procedencia.

Fuerte abrazo.

¡No! Adanhiel, nada de mirar para atrás, el pasado no se puede rescatar, sin embargo, el vivir te deja el haber vivido. Un abrazo y gracias por tu presencia.

Un texto mayúsculo por varias razones.
Una es el antagonismo de los tiempos que se refleja en lo físico. 0tra los sentimientos que se explican en la acción. 0tra es el pulso para hacer avanzar el cuento con firmeza. Y por último, un final magistral.
(Debe haber más pero no quiero aburrir).
Nada de esto tendría valor si no sintieras la historia, porque con la misma fuerza llega al lector.
Redondo!

Gracias antifaz, mi querido amigo fede, cuanto me enseñas cada vez que te veo. Extraño las charlas interminables, los mates y el llevarme siempre algo de ti en el corazón.
Un abrazo querido amigo y otro para Adriana y tus hijos

Gracias querido amigo Jaime, eres muy amable siempre conmigo. Un abrazo

TU PROSA ES HERMOSISIMA. TENES EL CORAJE QUE YO NO TENGO PARA VOLVER A MI PASADO. CON RAZON QUE NO TE GUSTA LO QUE ESCRIBO. HAY QUE SABER QUITARSE EL SOMBRERO ANTE QUIEN CORRESPONDE. BESOTES

Gracias,VERUSHKA por tu generosidad, nobleza y humildad.
Un cálido abrazo

Muy buen relato, cada palabra trasmite la imagen adecuada, excelente elaboración.
Me pasa que al pasar por algún antiguo hogar, aunque no por experiencias tan fuertes, algún recuerdo que se creía olvidado se hace vivido.

saludos!

Gracias El Negro.
Un abrazo

Un relato fuertemente emotivo creado con elementos cotidianos y comunes. El peso y la valoración de la imagen paterna, como eje. El paisaje y todo lo demás, dicho con la solvencia emocional que te caracteriza. Siempre llegas al lector de una manera contundente. ¡Gracias Maestro! Admirable lo suyo...

Un cálido abrazo.

Ese sobretodo me dejó una duda rotunda... ¿era el cuerpo, la ropa o el alma? Me gustó.
Tiene un perfil terrorífico, me dio un poco de miedo pero me mató (en el buen sentido, bah, en el mejor de los mejores sentidos) lo que hiciste con el texto. Pasé de creer leer una historia de anécdota a una de nostalgia; de nostalgia a alegría; de alegría a miedo; de miedo a todas juntas.

Fue bello. Sigue así. Me gusta tu manera de escribir.

Bravo. SI quieres pasa por mi última prosa: - Las locuras del tiempo (video oficial) -

Gracias Ricardo y arfecomi un gustazo que hayan pasado por mi rincón de letras.

Maestro! Cómo te entiendo! Yo dejé mi casa paterna en la niñez y regresé casada. Por mucho tiempo me siguieron fantasmas, pero después, logré dejar poco a poco el pasado para vivir mi presente, pero la huella de los "sobretodos" todavía me recuerdan...
Como siempre, me gustó... y aprendo. Malisa.

Malisa querida amiga muchas gracias un honor tenerte por aquí.
Un beso

Un relato conmvedor, con vivencias a flor de piel a pesar de estar algunas escondidas en el pasado, como esas telarañas que no deseamos desbaratar. Es en parte el temor al rencuentro con el pasado en este presente que vivimos plenamente y que evita otear el horizonte para no encontrarse con lo que puede ocasionar heridas, aunque sean momentaneas y se obvien ràpidamente, porque nuestras emociones y sentimientos se mueven casi igual que las aspas de los viejos molinos.
Me encanta leerte. Gracias por compartir.

TRINA

Gracias Trina. Un beso