Capitulo III.
Castillos en la realidad.
Personajes:
El Duende: Es un artista, el arquitecto de los no mundos, su realidad son sus obras, y en ella plasma lo concreto, mas este no actúa motivado por deber, si no por placer. Y ríe con cada obra terminada, con cada musa creada. No se puede decir mas de el, pues ni el mismo sabe de donde vino.
Fadiman: El ladrón de sueños, los toma y modifica a su absurda conveniencia, en ocasiones se le podrá ver en algún restaurante, o cualquier otro lugar en donde se conjuren bellos castillos. Es tan iluso que ni sabe lo que busca. Haya del ser común que se deje confundir por sus interpretaciones de los sueños que ha robado a los grandes genios de la humanidad.
Y en su viaje por las galaxias, la hoja de mis encantos, vio el final aparente, una gran frontera alimentándose de planetas y estrellas, Es el horizonte de sucesos del alma, jala a la hoja con esa corriente implacable, no hay foton que se resista, ni dios que profese maravillas a las costas de este mar de ordenado caos. Y en su eterna caída vio las eras, mis penas y mis más profundos placeres. Nunca pude medir la hora de su llegada. Retrocedió y avanzó, se encontraba en los brazos de la singularidad: pasado y futuro eran para ella conceptos inexplicables.
Callo de repente y sin darse cuenta en mí, y yo fui ella, fuimos la más bella condensación. Solo se que actualmente estoy unido a ella, pero ni idea de que sucederá con ella después; pues un sol calido roza mis ojos y me llama al despertar.
Ecus: Siento mis ojos y mi alma nacer de nuevo, me siento cada vez mas cerca de los no mundos.
Dark: Pero ven que te mostrare el mundo que Opak ha creado dentro del mundo que no le es grato.
Imagus: Ven mi bello caballero, conocerás las sombras que se ocultan detrás de las cosas que otros ven como cotidianas, conocerás la sombras que proyectan los no mundos sobre los objetos, y conocerás bellos castillos escondidos en bultos de basura, grandes parajes en simples campos baldíos. ¡Eso si!, la vida para ti ya no será simple, y tu cerebro arderá con llamas de curiosidad y melancolía.
Dark: Serán imágenes oníricas las que dominen tu percepción de las cosas: mas no para confundirte es que las veras, si no para simbolizar lo que se oculta detrás de cada rostro y cada sonrisa. Al final veras que son falsas, y que solo los que nacen de nuevo pueden vivir la verdadera realidad. Esta que se obtiene a través de conocimiento y imaginación, y esto segundo es lo que vivirás construyendo castillos en la realidad.
(Dark derrama somníferos líquidos en un bote de basura y comienza a declamar).
Imágenes oníricas:
Cuando freud te imaginaba frente a la vela, pensó que ese seria el motivo de la vida que se pierde al amanecer. Busco en este mundo lo que no me ofrece la realidad, y en el me consume el edén narcótico, y en el siento a miles en uno, y las distancias son cortas, y a mi limpia conveniencia, ¡mas!, hay cosas bellas y sublimes y las describiré con mis labios habidos de insoñacion:
Castillos de bello caudal, atraviesan los cerebros, y las mentes son unas en tu conciencia sigilosa y escapadiza: eres el Ada de las realidades perdidas, de aquellas no cumplidas, ¡amadas!, adoradas, y de mal manera negadas. Yo se que motivas mis actos y por eso te admiro y te exalto. Mas por favor no me dejes despertar, pues es allí en donde acaba mi felicidad oscura: y solo busco ya en imágenes mentirosas, que son solo copias de los hermosos castillos que tú me has mostrado: Es en aquel instante, corto pero de largo metraje, a blanco y negro, y a veces alucinante, en donde concibo mi alma. Pero dime porque me la ocultas y porque diablos no la entiendo: Súper Ego, y gran Id, ya no me oculten el secreto y déjenme ver a puerta abierta, lo que mi alma y mi corazón desean vivir.
Mounstros me niegan esa libertad, y solo los castillos de don quijote son puros, cuando se habla de la verdad. Creare entonces castillos en la realidad, y viviré en un sueño: pero mas despierto, que en el sueño de la vida común.
(Dark vuelve a su esquina, y vive de nuevo en los no mundos, se presentara en el momento oportuno).
(Sale Ecus a las calles, el sol es radiante, y las personas, vienen y van de un lado a otro, Mas Ecus ve a una bella mujer caminando por las calles, y la observa, y la ve negada a su deseo: Pero piensa para ella).
(En pensamiento, es Ecus).
Ecus: Que bella musa, de espalda caprichosa y caminar robotizado. Me pregunto ¿sabrá ella algo desconocido para mi?, pues si no es así, siento como si así lo fuera, no hay preocupación en su caminar, y sabe, y al menos eso creo: vivir y sentir, sentir sin necesidad de razonar lo sentido.
(Va ecus y olvida a aquella mujer, y se sienta en la banca acostumbrada del parque, y una seria persona se sienta a su lado: Es un extraño hombre de muy baja estatura, y Ecus sin saber el porque de su confianza con aquel tipo le dice).
Ecus: Saludos.
El duende: Hola señor.
(La mirada de aquel extraño hombre era incomprensible, y su sonrisa era pura y altamente picaresca, y Ecus le dice).
Ecus: Tu mirada no es común, ¡acaso vienes tu de los no mundos!.
El duende: ¡Ja!, no se de que mundos me hablas, yo solo construyo los castillos que me encomiendan mis deseos, Hago de simples mujeres: dulces doncellas, de amas de casa: hadas perversas. Más no creas que lo hago a voluntad de otros, si no más bien por complacer mi conciencia, y darle magia y fantasía a este mundo desolado y estéril. Pero ven que te mostraré una de mis obras.
(Van los dos por una calle, y el duende se detiene en frente de una fuente).
El Duende: Mira esta es una de mis obras mas amadas, es bella, es absorbente.
Ecus: Oye acaso tu quieres tomarme el pelo, esta fuente no fue creada por ti, la he visto yo desde hace ya mucho tiempo, e incluso pasaba por esta calle durante su construcción.
(El Duende ríe a carcajadas).
El Duende: Eres muy ingenuo muchacho, acaso crees que lo que vez es lo único que existe, te mostrare, el mundo detrás de esta fuente. Por la noche la visitan prostitutas, y esta mi amada creación siente placer al sentir sus calidos y suaves traseros en sus contornos: y como la vez siempre esta eyaculando. Algunas de estas damas de la noche tocan con sus dedos sus aguas: Talvez buscando en ella algo de pureza. Ya vez como no es solo un simple objeto hecho por las manos. Y su agua, su agua, no es liquido cualquiera, pues contiene las lagrimas y el dolor del desamor de estas sus musas amadas, pero por el amor despreciadas. A veces la veo brillar entre los demás edificios, pues esta es brillante y de formas perfectas. Más no dejes que su apariencia te confunda, pues es tu alma la que da forma a las cosas. Esta mi creación esta viva, y solo quien vive es capaz de ver su armónico brillo, y contornos de cristal. La admiro por ser sublime y condescendiente, y dejar bañar en sus aguas a los niños que merodean los rincones de la muerte en vida. Ya vez como no es un simple objeto, ya vez como no es una simple fuente: y disculpa que no te describa a plenitud sus formas, pues mis ojos se llenarían de lágrimas, lagrimas de profundo regocijo.
(El Duende calla, y Ecus, queda perplejo al ver lo que no había visto, comprendió que el mundo y las cosas no son como el las cree, y que el alma esta oculta en las sombras de los objetos. Y así dijo para sus adentros).
(En pensamiento, es Ecus).
Ecus: Buscare ahora por el mundo la verdadera esencia de los objetos, esta del que el humano vive, pero que su rápida y sigilosa percepción no comprende. Me detendré y observare, viviré emociones plasmadas, y formas ocultas en el inconciente: Pues no es lo que los ojos miran lo que realmente vale, si no lo que el alma llega a comprender.
(Luego El Duende, de rasgos firmes y sólidos, trajes antiguos y serios, se queda maravillado, paralizado como estatua apacible contemplando su obra. Hay nos veremos luego le dijo Ecus, y aquel personaje solo asintió sonriendo y con un leve movimiento de cabeza dio a entender que no interrumpieran su maravilloso éxtasis).
(Ecus siguió buscando por las calles y en todo edificio que mirara. Pero sus ojos eran aun ciegos a aquellas experiencias subliminales).
(Se dirige a un lugar al que pocas veces suele ir, es un restaurante y pequeño bar. en el cual se vende comida casual, y el cual es muy concurrido por mucha gente, Se sienta al lado de una joven, mas hay tres sillas, y la forma de imagus ocupa la tercera).
(Ecus aguarda la comida, y en una platica mental imagus le dice).
Imagus: Es que acaso no quieres conocerla, ver a sus ojos y mostrarle los escondrijos del alma.
Ecus: Seguro no te entiendo, ¿como podría ella querer saber lo que es el alma?.
Imagus: No hay forma de saberlo caballero, pero ya te haz atrevido a sentarte a su lado, y mas sin saber si espera compañía.
Ecus: Después de amarte a ti es imposible coincidir palabras bellas para otro ser, además, no podrá ella a plenitud absorberlas y se desperdiciara gran parte de su esencia.
Imagus: es de esencia de lo que estamos hablando y aun falta la que de brillo a tus sentimientos, mas no los sublimes, si no los simples.
Ecus: Pero perdería mi alma al hacerlo. Imagus te desconozco en tus palabras.
Imagus: No caballero, pues para vivir lo sublime a plenitud, debes abrazar primero lo común y sencillo, Sin eso nunca podrás encontrarte. Recuerda que yo soy un espectro, en el cual se simboliza tu alma. Pero tú vives en el mundo de la materia y de la carne, y negar tal cosa seria, total y absolutamente incongruente.
(Y Ecus armado de valor sorprendente se dispone a hablar a la joven. Mas llega la persona a quien ella esperaba y Ecus se queda con la boca ansiosa de pronunciar palabra).
Imagus: Mas no permitas que esto te deprima, pues ya vendrá otra a sentarse contigo.
Ecus: Imagus, ya no siento estar en aquel restaurante, en que lugar estoy ahora.
Imagus: Ha veo que comienzas a ver detrás de las sombras, ahora te encuentras en el salón mas bello creado por arquitecto desconocido, aquí se reúnen las parejas, algunas en busca de amores perdidos, y otras tratando de entender lo que nunca han encontrado.
(Se acerca a Ecus una dama, de mediana edad, pero de lindos rasgos, se sienta a su lado y Ecus siguiendo el consejo de Imagus, desflora todo, y todo de una vez, sin pausa y sin dudas).
Ecus: Saludos musa perdida, Saludos Ada de dulce volar, sonríes como reina del mundo arácnido, como condesa de amplia experiencia, tus ropas son sutiles y mi mirada no puede escapar de ellas. Ya no entiendo el porque tus dientes se ocultan detrás de tus labios: son como soles declinantes, que anuncian el cierre de una bella sonrisa. Más no bebas vino en mi presencia, pues parece mi sangre entrando en tu cuerpo. Más no sueltes la copa y dejes de beber, pues podría morir de dulce melancolía. No tengo ya ojos para contemplarte, pues los tuyos han capturado ya mi mirada. Y no conteste a mis palabras se lo ruego, pues eso me haría enloquecer….
(La dama lo mira con ojos dulces, pero en su mente hay un pensamiento de extrañeza, y no contesta a sus palabras, tal y como el se lo pidió, mas si lo contemplo y sintió en su alma que no debía levantarse de aquel lugar).
Imagus: Se paciente caballero, y solo calla de manera sumisa, no pronuncies palabra alguna, pues esta rompería el hilo de este mágico momento.
(Luego la dama baja sus ojos, lentamente pide permiso y se retira de la mesa).
Ecus: Imagus, se ha ido, mis palabras no le han gustado.
Imagus: Como tu lo dijiste mi amigo, es la reina del mundo arácnido, y su vicio es alimentarse de los mortales que se atrevan a acercársele en busca de su belleza. Mas tus palabras la han conmovido, y sintió remordimiento del deseo de comer de tus carnes.
Ecus: No te entiendo mi amada amiga, Se le veía una dama muy respetable.
Imagus: Solo depende de en que lugar estés: si en un simple restaurante, o en el salón de los corazones perdidos.
(Imagus comienza a declamar la descripción de aquel lugar).
El salón de los corazones perdidos:
Mesas de limpio cristal, piso a blanco y negro, en las paredes retratos de antiguas hazañas, y una atmósfera calida y plástica, de sutiles tonadas de violines, y bellas damas rondando por los pasillos. Aquí puedes encontrar amor, más no amor en pureza. Lujuria, pero lujuria sangrienta. Mas hay en ocasiones ciertas damas, las cuales no corrompidas aun por el vicio de una vida de vanidad, regalos e ilusiones de riqueza, o placer en el ansia de compra, que lo visitan, deseaba yo presentarte a una de estas, pero fue la misma reina arácnida, la que envuelve a los hombres en sus telas, y roba sus almas y sus bolsillos la que se te acerco, con ansia de tu sangre virgen.
Con tus ojos ves paredes a medio pulir, pero en tu alma debes comprender que este no es el motivo de la presencia de muchos en este lugar. Si bien es cierto vienen a saciar su hambre al medio día, sueñan ya en sus camas con los limpios y sutiles actos de este salón, hambre al medio día, pasión a la media noche.
(Se acerca a ambos aquel hombre bajo y sonriente, es El Duende).
El Duende: Veo que visitan una de mis creaciones mas decadentes, hubo un tiempo en el cual me arrepentí de crearla, pero ya no era yo quien controlaba mis actos, sino una marea de energía libidinosa, la que acariciaba mi pene y movía mis manos y mi pensamiento. Yo se que es bello, y he visto salir de el verdadero, mas no puro amor. Haya del tonto que se deje seducir por estas mis bellas sirenas: arrastrados a los mares del vicio, y la desesperación por sus carnes.
(Luego aparece en escena un hombre, de vestir extremadamente formal, y miro con desprecio a Ecus platicando con aquel hombrecillo. Y aquel hombre pensó para sus adentros).
Fadiman: que despreciable, un joven platicando con ese viejo enano y mal vestido.
(Imagus ve a fadiman con ojos de arrogancia, y dice a Ecus).
Imagus: Vez a aquel tipo que esta allá, tiene por nombre Fadiman, es el cáncer del pensamiento científico, el fin del análisis, se atreve a escribir sobre otros, y adaptar con nuevas tonterías las ideas de los genios del pasado. No dudes que se acercara a ti, pues come de los sueños de otros. El jamás podrá ver los hermosos castillos que crea nuestro amigo el duende, y por eso lo desprecia. Y si te cuestiona sobre nuestros asuntos, disimula tus palabras, pues además nunca jamás podrá llegar a entenderlas: Pues este nuestro fruto, es prohibido al mundo hambriento, es por tanto prohibido al hombre común.
(Se acerca a ellos aquel tipo, se dirige a Ecus y le dice).
Fadiman: Saludos, joven, me gustaría hablar con usted a solas.
Ecus: Con que sentido, yo ha usted no lo conozco.
Fadiman: Esta bien, hablare libremente, no le recomiendo llevarse con este tipo de gente, pues dañan la imagen de un respetable joven, y la verdad no se porque se lo digo, es como si usted tuviera algo mió.
El Duende: Joder con tus palabras, yo se quien tu eres: te las tiras de falso padre protector, cuando mas bien buscas algo, es algo que no te diré, algo que jamás encontraras. Y sufrirás cada noche por lo que hoy no pronunciaron mis labios.
Fadiman: Pues donde te vea, y te vea con este joven: buscare siempre la forma de alejarlo de tan malas amistades, pues soy un hombre respetable y condescendiente, y no permitiré que corrompas a un joven tan inocente como este. Y lo hago por ética personal, para demostrar que soy superior a todos los hombres.
(Se va aquel tipo Fadiman. Y El Duende ríe irónicamente mientras dice: este pobre iluso, desea conocer nuestros castillos, para luego negarlos, su vida será incongruente diariamente, pues no tiene y nunca tendrá alma: ¡que feliz soy al verlo revolcarse como gusano! Ji ji jia ja ja ja, y así continuo su risilla, hasta convertirse en profundas carcajadas. Y hasta lágrimas le salieron de aquella perversa felicidad).
(Imagus ríe sutilmente al escuchar y ver aquella reacción del duende, y piensa: Este si es un verdadero arquitecto del mundo onírico).
Imagus: Pues ya lo sabes caballero cuídate de ese vil gusano, y jamás lo dejes ver nuestros castillos, no porque pueda destrozarlos, si no porque pueda destrozarte. No te preocupes si no entiendes mis palabras, pues conforme caminemos en estas tierras de ensueño llegaras a comprenderlo.
(Mas Imagus y El Duende se van, pues desean dejar a Ecus vivir por si mismo y sin guía, las experiencias que hay en estos hermosos parajes, y verlo habitar en un bello sueño).
(Ecus, plática solo por las calles).
Ecus: Esto de platicar solo se me esta haciendo costumbre, supongo que para conocerme a mi mismo, debo platicar con migo mismo. Pero me inquieta y me fascinan todas estas experiencias en mi vida, y me pregunto. ¿Por qué habré tenido la suerte de conocer lo que los seres comunes no conocerán? Y me pregunto ¿Por qué no soy común?
(Va Ecus por las calles y comienza a ver con su alma, como estas comienzan a resplandecer, todo toma un brillo extraño y atrayente, su mirada es cautivada por bellas formas).
Ecus: Por fin creo que comienzo a verlos, son los castillos en la realidad.
Castillos en la realidad:
Mas los vi, y ya no eran botes de basura, eran brillantes cual cristal, limpios como mi alma que ansiaba contemplarlos: Mas no podía morar en ellos: pues este es el reino de Dark, Obra Del Duende, y prohibido por mis conceptos morales (súper ego).
(De pronto aparece en escena una bella musa con alas divídales y no es que realmente lo fuera pues realmente era una mugrienta mujer, pero de corazón limpio. Y eso es lo único que vale en estos castillos ocultos).
El Duende: No temáis pues sois invitados, y estos no son sacos, pues tras ellos hay bellas caballerizas.
(Y la musa toco a Ecus, beso sus calidos labios. Era la combinación entre la divinidad y la asquerosidad, entre lo sublime, y lo perdido en desesperación).
Imagus: Mas no temas comer de esta fruta podrida, pues los gusanos comerán de tu cuerpo y ella necesita de tu alma pura, para encontrar la senda al país de las maravillas. Mas no la veas a los ojos mi amigo pues podrías morir de eterna tristeza.
(Se van Dark e Imagus y queda Ecus solo en aquel hermoso castillos de paredes de lindo mármol y echo de botes de basura).
Ecus: Y que haré ahora en este lugar lleno de mármol y espejos en el piso, ya no hay musas, ya no hay canciones, solo queda mi imaginación.
(Comienza Ecus a abrir toda puerta que encuentre).
Primera puerta:
Amor.
Y se escondía en una mirada sutil, y su boca llamaba a la tentación, y al mismo tiempo negabas lo que nuestros corazones ansiaban. Y es la luna la que observaba nuestros actos, y se reía pasiva y tranquila de nuestro juego de niños. Mas esto es puro amor, los celos y el sexo se fueron a una isla desierta; los visito de vez en cuando y es allí donde muere lo bello y nace lo común.
Esto no es amistad, ni mucho menos horrible compasión: Es simplemente amor a la horilla de lo incomprensible, ¡Amor puro!, ¡amor puro!.
Mis manos son limpias al acariciar las tuyas, no hay libido que las manche. Mas cuando estallan y ellas se besan entre si; mi conciencia se hace añicos, y mis ojos en los tuyos son gran mar, gran cosecha: Perdida a las orillas de la desesperación.
Te desvele mi alma esperando de la tuya la respuesta que guíe el camino de mis actos, mas tu ocultaste todo en un baúl, trague yo la llave y ahora el amor me impide descifrar tus acciones, y no es que estén ocultos, si no que un velo de desesperación ciega mi ser. Y esto no es locura, creo que esto es amor.
(Luego Ecus hace justamente lo que Imagus le había prohibido, y mira a los ojos de la musa).
Decadencia disfrazada:
Mas ahora veo tus ojos, y comprendo fríamente la calidez de la decadencia: ¡porque es imposible para mí merodear las mareas de los mares de estiércol! Mas se que no lo haces por maldad, si no por lúgubre ceguera, es necesario para ti el calor de mi ser, aunque este te queme, y te convierta en ríos de dolor. Más Imagus me lo dijo, y previamente me advirtió, que si ayudarte era mi objetivo, no debía verte a los ojos, pues estos tratarían de quemar mi alma. Más no me odies, mas no te odio.
(En esos instantes sale del interior de la puerta una bella sirena y comienza a contar con voz profundamente melodiosa, la historia de un amor perdido, de una gran obra arquitectónica, creada por antiguas civilizaciones; Por los magos mas expertos y arquitectos mas hábiles. Y su caída, por inestabilidad del terreno).
La caída de la torre de Virfalck:
Era bella e idealizada, sus columnas y portales, bellos arcos, gran admiración, pupila dilatada. Hadas recorrían sus pasillos besando con sus pequeños y perfectos labios las brillantes flamas de las velas, Grandes lámparas, iluminación perfecta, bella sonrisa.
(En esto la tierra bajo la torre comenzó a licuarse, parecía no poder soportar la gracia de aquello tan bello, y término por decaer).
Y ahora en breve instante, en gran confusión. Temblor de las carnes, temblor del alma. La gran torre comenzó a tambalearse, sus bellas formas se retorcían, no habían suficientes lágrimas para describir el llanto de las hadas, y cada columna se inclinaba con profundo dolor: alaridos, espaldas rotas. Entro el sol a sus pasillos vírgenes, y los deprimió con su mirada, y los llevo a la bruma de libertad, y nacieron como flores muertas. Esta fue la caída de la gran y bella torre, irradiados ahora sus portales por los blancos y pálidos ojos de la luna, son eternas las noches, es fría luz muerta.
(Se va la sirena y Ecus comprende que esta todo perdido. Se sienta en una de las sillas del castillo, mira a su alrededor y esta rodeado de lúgubres colores, queda un instante en blanco y mira a la par suya una manzana negra, sabe que es Imagus condensada, la come con ansia perversa, y sus ojos se achican de puro y negro placer, en esto comienzan ambos a dialogar).
Imagus: Saludos viajero, no te dejare solo en la apertura de esta puerta, pues lamentaría verte sufrir demasiado, aunque se el dolor es necesario, prefiero amortiguártelo por el amor que te profeso.
(Abre Imagus la segunda puerta).
Segunda puerta:
Depresión.
Desde las nubes, gran caída, profundo mar. ¡En las redes de una telaraña maligna!, No son dagas atravesando mis carnes, mas si el corazón y el alma condensados en gran pesadumbre, los ojos pierden su brillo, y el pasado atraviesa mis sentidos, convirtiéndolos en tristeza. Como quisiera que amargas lágrimas recorrieran mi rostro, así como caudaloso río, llevándose mis penas, y mi cuerpo destrozándose a grandes golpes: Gran roca, gran velocidad, en mi frente la muerte: y el dolor físico, amortiguando al del corazón. Alaridos deseo tirar por las calles, corriendo eufórico detrás de una vela muerta, y llegando a la acera; tumbarme sobre ella, reposando con la mirada perdida: Sintiendo sin sentir.
Mas ahora me levanto a tropezones, y un viento frío hincha mis ropas, quisiera viajar con el al olvido, soñando con la esperanza de salir de estas aguas. Puñal lento, corazón y dolor: palpita aletargado, pero queriendo correr, todo se vuelve caos y confusión, y voces de tortura atraviesan mis oídos: Lo que antes era lindo y precioso, es ahora duramente melancólico. Es una corriente de torpeza, la que domina mis pies. Lloro sobre las ruinas de Virfalck, acaricio cada uno de sus ladrillos, duermo bajo sus portales rotos. Y los rayos de la luna, y mis ojos en el suelo.
(Luego un profundo alarido se deja salir de la puerta, los ojos y la faz de Ecus, palidecen de espanto).
(Mas Imagus lo abraza y consuela, y a breves sorbetes, y lo hace beber un liquido negro, y lo hace comer de dulces manzanas, acaricia su rostro, y roza sus penas).
(Aparece El Duende, viene saliendo de unas profundas catacumbas que se encuentran en los interiores del castillo, trae un pesado martillo en su mano derecha, y una gran y brillante oz en la izquierda).
El Duende: Saludos camaradas, vengan conmigo a las afueras del castillo, la tristeza es ya cosa del pasado. Allá en las afueras nos espera la libertad.
Ecus: y dime mi amigo, que haces con esos objetos, y que harás con ellos.
El Duende: Con este martillo daré muerte a las cadenas que atan a todos, haré que estalle su conciencia. Y la ozz, pues la ozz, es otro asunto.
Los asuntos de la ozz.
Duerme calida y pasiva, serena y tranquila, esperando con bella pasión el momento de la liberación, segando maíz y fríjol en la granja del tío SAM.
Irrigo tal y bella plantación con la sangre del captor, entierro en la dulce tierra sus cabezas con la mirada perdida, danzo ante sus cuerpos en putrefacción: Sonríen las flores, por fin llega a ellas el liquido que les había sido robado.
Los ojos de los niños: incautos, perfectos, irradiados sus estómagos: ríen y comen al son de las llamas, el cerdo rechina, sus grasas se queman, escapan por sus poros las grasas de su interior: son como volcanes, que dan sin resistencia las calorías aprisionadas durante años.
Se mueve la ozz, hace círculos al son de las palabras de los héroes, de los valientes, de los rebeldes. Corta, cirujano, cabezas danzantes.
Opio de masas se consumen en su filuda garra, circuncida al dios, libera al hombre. Muerte al caos, vida al orden.
Esta mi amiga no propone asesinato, no anhela sangre, no come carne. Solo busca entendimiento, solo busca equidad, ¡y es que acaso no la ven!: ella solo pide libertad.
(Ecus llora de sublime alegría, Imagus besa cada una de sus cristalinas lagrimas, y El Duende luce sus artefactos, orgulloso de su dura belleza).
(Salen todos fuera del castillo, Dark espera en la puerta, apoyado en la pared viendo al sol ocultarse, dando sus ultimos rayos, iluminando sus ojos, e indagando en su alma).
Dark: Y ahora que has preparado para nosotros.
El Duende: Conocen ustedes los valles profundos.
Ecus: De que valles hablas.
Imagus: Si mi amor, son aquellos en los que reina Caín, pocos sobreviven a su soledad perpetua, solo una luna maligna acompaña a los viajeros, mas no la sigas, y llora bajo el árbol, duerme por las noches, no la anheles pues te perseguirá.
Ecus: Tu creaste este lugar mi amigo.
El Duende: No mi viajero, yo solo hice el árbol de la salvacion.
Los valles profundos:
I. En las llanuras.
Pasos que el polvo bebe, viento cenizas, seca tristeza, horizonte café, negro recuerdo, al adentrarse el alma en estos parajes, se va al olvido mi presencia, se esconde tras las rocas mi pensamiento, estatuas de ancianos, señalan con sus bastones, el camino a esta iluminación oscura, ríen con mirada sarcástica, se burlan de mi exagerado apetito, y las almas de los incautos atrapadas en breves remolinos de polvo. Inicio y muerte, en un segundo su vida. Mi alma se entristece de dulzura al ver las flores; marchitas y firmes, débiles pero constantes. Tomo la vereda que mas plazca a la incertidumbre, la lógica seria tonta en la incongruencia. Cae la noche, el corazón palpita, ya en ella duendes y hadas negros; corren riendo de amargura sangran sus ojos a carcajadas de malicia. Tendido en el suelo, observo al cielo. Tendido en el suelo, me comprime la atmosfera, se acerca la luna irradia mis dedos, contempla mis ojos. Como vanpireza del alma, pronto estoy bajo su influjo, pronto mis fluidos, son mareas a su antojo. Voy sin pensamiento, en marcha constante, hay un abismo, mis huesos truenan antes de quebrarse. Mas el recuerdo de aquellos bastones; como rayo desnuda mis actos; miro al árbol, y con botas de concreto; camino hacia su sombra. Y ya bajo ella, los rayos de la luna; observan mi cara con perversa impaciencia, las hojas del árbol se cierran sobre mi, la oscuridad me reconforta con canciones de cuna. Tierra blanda en mis manos, se contraccionan cual útero, y al cabo de nueve milenios de tristeza, me expulsa al aire cual bello fruto, ¡he nacido de nuevo! las flores rojas cual sangre, la hierva me invita al descanso, los no mundos están en el alma, y Caín toca una flauta. Las plantas crecen, el corazón ríe, las aguas susurran, y los viejos sonríen tranquilos, y sus miradas contemplan belleza. Grita Caín en mi rostro: come de toda fruta, ansia cada caricia, bebe de limpias vertientes, ama el regalo de mi madre. Y no habrán no mundos ocultos, y no habrán lógicas locas, todo es uno eres el creador de tu alma.
II. En las ruinas de Virfalck.
(Camino pues ecus, por aquel patio baldío, saliendo así a las orillas de un rio sucio, atravieso sus aguas, y entro en un mundo de rocas).
Ecus: El sendero me lleva, allá donde todos los sentimientos de combinan, la alegría se ha diluido en aguas de incertidumbre, dolor y suciedad, mis pies descalzos: Frio y calor, placer y dolor.
Frente a mis ojos un gran hongo, y en su copa un duendecillo fumando hachís: el humo serpentea por el ambiente árido y desolado, y dibuja bellas mujeres, y danzan con tonadas profundas. Luego este me invita a hacerle compañía, a mis pies un camino amarillo, y en mis ojos las formas del hongo: Y sin voz me invito a comer de el, mis dedos sintieron sus cálidas formas, mi mente se destrozo en su país de ensueño, Alas, libido, sonrisa.
(Ecus se distrae de su distracción y ve las ruinas de virfalck).
Ecus: Frente a mis ojos, lo bello de un amor perdido, de una Eva idealizada, de un bulto de piedras convertido en bella torre, en bellas ruinas.
(Entra Ecus a los pasajes rotos).
No hay cosa que no escape de los rayos de la luna, y las sombras se esconden detrás de las paredes, lagrimas llueven de los rincones, manos perversas dibujan las ramas de los arboles, y estas tiemblan al beber de aquellas lagrimas, salado, cristalino, muerto.
(Luego ve Ecus una puerta, de la cual brota una luz muy brillante, es justo la media noche, es justo el cantar de la luna).
Toco la puerta, y como soles cósmicos brotan rayos de energía, como disparos de belleza, la atravieso sin pasa, pero con dudas. Mis ojos no comprenden lo que ven.
(Ese era justamente un portal, un recuerdo a la torre de Virfalck).
Es bella e idealizada, tal como en los cuentos de las sirenas, sus omóplatos bellos y fuertes, hadas se deslizan por sus curvas, no hay nada que no brille, y cada fragmento de luz, trae a mi oído dulces canciones, Un sol de oro estampado en su domo: No hay nada mas alto que la torre de Virfalck. Jardines de fertilidad se acogen en sus palmas, mientras sus ojos arrullan las cálidas flores de la mañana. Como en éxtasis corro por sus pasillos, niño eufórica alegría. Bebo de sus aguas de pureza, y así duermo narcotizado entre su mirada y su ternura.
(Y así durmió Ecus toda la noche, que no se diga que no conoció el amor, y así despertó metido en una sucia alcantarilla).
(Aparece el duende tocando un violín y le dice).
El Duende: Pero dime amigo, ¿Donde estas ahora?
Ecus: No lo se.
El Duende: Ben que ya es hora de despertar.
(Se van el duende y Ecus a la casa de este, se da Ecus un gran baño y se dirige a la sala de su casa, y allí están Imagus y Dark: Comiendo manzanas, acariciando experiencias).
Ecus: Saludos amigos.
Imagus: Pero ben siéntate con nosotros, viajero andante, artista perdido, ben a mis brazos, cuentame, háblame, ámame.
(Ecus se abalanza contra Imagus, luego se sientan a charlar, y Dark dice a Ecus).
Dark: Menuda tarea te haz dado, de visitar los parajes del alma, de entrar en castillos ocultos, y vagar por valles perpetuos.
(Ecus se queda en blanco, algo en su interior a cambiado, no sabe que es, y tendrá que descubrirlo en la nueva etapa de su vida).
Imagus: Pero vámonos caballero, el sueño ha terminado: Es hora de seguir buscando sin encontrar.