Perdiendo los pasillos recorridos por sus pies, lamenta todo lo abandonado en su primera vez. Entre los cascabeles se encuentra el veneno, que la alimenta cada noche y hace vivir su fracasado cuerpo.
Los besos amargos de tres vidas frecuentes, convergentes en el tiempo, creciendo en la orilla de junglas de ciudad. Aunque Clementina ya no acompaña los pasos de Daniel, él acompaña los pasos de Miriam, mientras ella confunde su amor con cobardía para “ser” y dejar tanto dolor, que él le causa. Pero una mañana cuando no se percato de su presencia en el baño él, la tomó con rabia entre sus manos, el cuello frágil de ella, intentando no permitirle vivir, en su defensa con poco aire. Ella le araña el cuello, enterrándole sus largas y fuertes uñas. El la suelta molesto, ella; cae al suelo con poca fuerza, con sus sentidos extraviados y olvidándose de recordar lo que alguna vez ella intentó amar.
Al encontrarse sóla de nuevo en el salón, intenta vivir, de en el lugar dónde todo empezó y las historias vividas se tejían en un momento nada más, camina descalza durante muchas lunas, creyendo volar y volver a contar una historia repetida una vela olvidada, en su tiempo quedado. ¿Cuántos Años olvidando a su hijo perdido y recordado entre sus pesadillas a Daniel? ¿En qué momento perdió su vida?
Pierde su sentido y cae entre el suelo rodeando su tiempo y olvidando su estado. Clementina, se ha hundido en su olvido y Daniel ha buscado su destrucción. Mientras Miriam, recuerda en su soledad, en su frio suelo besa su esperado matiz de muerte.