La señora Eulalia, visita al doctor, el cual la recibe muy amablemente y le dice:
-Adelante, ¿Cómo está señora Eulalia? ¿Cómo está su gente? - La mujer, acomodándose en la silla le contesta:
- No, no doctor, hoy vengo con Vicente, Clemente se quedó cuidando la casa. - El doctor, se dirige tras su escritorio y sonriendo le responde:
- No, señora, le pregunto por su familia. - Moviendo su cabeza y también sonriendo, la dama le dice:
- Si, eso si, él asistió anoche a la vigilia. - Cruzando sus brazos el doctor y aún sonriendo, continua:
- Bueno, cuénteme, ¿Cómo ha estado? - Muy extrañada la señora Eulalia y frunciendo el ceño, pregunta:
- ¿Mi cuñado? - El doctor coge el lápiz entre sus manos, lo va girando suavemente y prosigue:
- No señora Eulalia, le pregunto por lo que ha sentido… - No dejándolo terminar de hablar, con una sonrisa que le abarca toda su boca y demostrando mucha felicidad, la anciana dice:
- Si, me he divertido mucho con los nietos, solamente ayer se fueron estos barrabases. -
Inclinándose sobre el escritorio y moviendo el dedo índice, el doctor le indica y expresa :
- Me refiero a las molestias, a su salud. - Borrando la sonrisa la señora y colocando cara de nostalgia comenta:
- Bueno, ya se va la juventud pues doctor. Que le vamos a hacer. - El doctor se coloca de pie y mirando a su paciente dice:
- Creo que tiene usted, serios problemas de audición. - Con rostro de confusión la señora Eulalia asegura:
- Si, tiene usted razón, siempre es la misma canción. - Se acerca el doctor, con el aparato para medir la presión y exclama:
- Voy a revisarla, súbase por favor la manga. - La mujer, con cara de satisfacción enuncia:
- Si doctor, sigo tejiendo bufandas, hay que hacerle a todo no? - El doctor, armándose de paciencia le dice lentamente:
- Lo que le pido es que se suba la manga para tomarle la presión. - Mostrando una cara de gran asombro, la paciente pregunta:
- ¿Cómo supo que Florencio es director de la prisión? ¡Cómo vuelan las noticias!
El doctor extiende el termómetro y dice: - Tenga, tomemos la temperatura. - Mostrando un bolsito que había dejado a los pies, la señora Eulalia asiente:
- Si doctor, de aquí iré a visitar al señor cura, le traje unos dulcecitos, es tan buen hombre, pero le agarró firme esa enfermedad. - Inclinándose suavemente el doctor y con cara muy dulce, le habla:
- Mire, ponga atención, para que me entienda, voy a hablarle más fuerte. - Con rostro compungido, la señora Eulalia expresa:
- Nuevamente tiene la razón, no todos tenemos la misma suerte. - Colocándose las manos en la cintura y disimulando su nerviosismo, el doctor sube la voz y le dice:
- LE DIGO, ¡QUE VOY A HABLARLE MAS FUERTE! - La señora Eulalia, mirando medio asustada al hombre y con cara de resignación, expresa:
- No, si para allá va, para la muerte… ¡Dios lo ampare! Pero no hay que pensar en ello, hay que darle felicidad en sus últimos momentos.
El doctor ya demasiado impaciente, se pasa la mano por la frente y sacude la cabeza. Mira a la señora Eulalia y finalmente alza la voz:
- LE VOY A ORDENAR ESTOS EXÁMENES Y DESPACHARÁ ESTAS DOS RECETAS…
La señora Eulalia, se coloca de pie, coge su bolsito y con cara roja de cólera dice:
-¿Qué? ¡Cómo se atreve! Yo soy una mujer decente, mire que quiere le muestre las t…… Me ha defraudado usted doctor. Permiso, no necesito su atención, además, ¿Por qué me habla tan fuerte? ¡No soy sorda!
Y salió furiosa la señora Eulalia dando un feroz portazo a la puerta, el doctor quedó sumido en la silla y con las recetas en las manos.
- ¿Cómo te fue Eulalia? ¿Te extendió el doctor algunas recetas? - Preguntó don Vicente.
La señora Eulalia, miró al hombre con mucho asombro y enojo, dando media vuelta salió rápidamente de la consulta. Don Vicente la siguió muy sorprendido, quién sabe que bicho le había picado ahora.
Lizamarazul2009