Una cama en la esquina de una casa, la noche regando su oscuridad, son las cuatro de la mañana, alguien acostado se destapa la cara, hace bola una de sus sabanas, abre los ojos, se sienta en el borde de su colchón, algo dentro de su ser le oprime la respiración, algo que no lo dejo descansar, silencioso da unos pasos y se asoma por la ventana, observa la noche oscura y estrellada, reina la calma en el ambiente frío, su corazón late apresurado, todo su cuerpo es un saco de nervios, cierra los puños y un escalofrió recorre su columna cimbrándolo, de pronto voltea y se da cuenta de que su compañera también esta despierta, regresa al borde de la cama, ella yace sentada, el se acerca y le toma las manos, la mira fijamente a los ojos, se muerde los labios, sus ojos como tantas veces se humedecen y adquieren un brillo de tristeza, es el brillo de las lagrimas guardadas, después de mirarla por unos segundos le dice:
-Azul, antes de que te vayas, quiero decirte algunas cosas que no se si estas dispuesta a oír, hay algo que me carcome, algo que callo, y te lo quiero decir antes de que el sol salga, antes de que amanezca y me abandones quiero abrirte mi corazón, quiero hablarte de tantas cosas que llevo dentro de mi, contarte de lo penosas que son las horas en que no estas, las horas en que no te veo, quiero decirte cuanto vales para mi, quiero hablarte del reloj que desde que tu te vas se vuelve una gotera donde caen lentamente los segundos que se fugan uno a uno hasta dejar un tiempo seco; sin ti, antes de que te vayas déjame decirte que el cielo se torna gris, oscuro, nublado, son las nubes de la soledad los que agobian con su amargura al diamante del sol, al ladrón de las sombras que se arrastran en el suelo, decirte que te vas y las estrellas solo son rocas sin brillo que me miran desde el fondo del cielo y todo, absolutamente todo se detiene, te vas y todo deja de tener valor, nada brilla, nada canta, ni la noche, ni las aves, las flores congelan su delicioso aroma y mi voz se atora en mi garganta helada, eso me pasa Azul, eso me quema cuando te vas, -ella no dice nada- tengo tu risa clavada en los terrenos de mi mente, tengo el encanto de tu mirada, tengo esperanzas rotas como cristales que no quiero pisar pero que mi piel desgarran, quiero decirte que cuando tu te vas cierro los ojos para no verte, cierro los oídos para no oír nada de ti, para no sentir esta tristeza que llevo siempre, incluso hay momentos que me da por dejar de respirar, me cierro la nariz para ver si puedo matarte dentro de mi cuerpo, para ver si te debilito, pero no te debilita nada, eso pasa cuando te vas Azul, mi cuerpo se me revela y no se ni que hacer con esta mano que siempre te escribe o con mi cabeza que siempre te piensa, no se que hacer con el túnel del insomnio nocturno, con los matices del alba que día a día iluminan el campo de batalla de mi vida cotidiana, tengo tanto que callo Azul, tengo tanto que siento cuando miro esos ojos bonitos, cuando siento el cauce de esa mirada hermosa, fina, elegante, tapizada de rosas, filosa como espada, me ahogo en el abismo de tus ojos, y solo tengo tu silencio, nunca me dices nada.
Ella solo calla, escucha, el deja fluir su río de palabras, la inunda de todas las cosas que siente, su sangre se agita en un oleaje de pasión, sin parpadear sus ojos no se separan de los ojos de su amada Azul, se hace un silencio ficticio de segundos, afuera corre la noche y los grillos cantan, el de nuevo habla:
- quiero decir que te extraño tanto cada que te vas, que me destrozas, que dueles de un modo que parece de pesadilla, que tu ausencia es desgarradora, la distancia se vuelve el ser mas terrible. Me aniquila segundos después de que te vas, me dejas solo, sin ti, con tanto que decir pero sin ti Azul, -esta vez el no puede contener sus lágrimas - tengo sueños inmersos en la cabeza del aire, pero eso es tener nada, tengo pasión, fuego, pero eso es tener nada si no estas junto a mi, tengo voces escondidas entre mis labios, y miradas que permanecen tras los parpados, un latido en pausa cada que te vas, estrellas para el cielo, cantos para los sueños, pero todo eso es tener nada si tu te vas.
El permanece de cuclillas, ella sin decir palabra alguna, el siente que de un momento a otro el abismo de la soledad y de la tristeza se abrirá, ella calla, con el rostro envuelto en lagrimas el mira las manos de Azul, se acaricia la piel con ellas, comprende que ella partirá,
- Azul, –murmura el- Azul, no te vayas, las lagrimas se vuelven un pantano donde ahogo alegrías, antes de que te vayas quiero decirte cuanto te amo, tengo miedo Azul, miedo en el alma, es el miedo de tu ausencia, miedo de mi que me desespero cuando el aire ocupa el espacio que ahora ocupas en mi cama, Azul, a veces me dan ganas de quitarme las venas, arrancármelas, atarte con ellas para que no te alejes, pero es inútil, lo se bien Azul lo se, quisiera arrancarme los ojos y dártelos como aretes para verte siempre, para estar contigo, Azul…………..
Una cama en la esquina de una casa, la noche regando su oscuridad, son las cuatro de la mañana, alguien acostado se destapa la cara, hace bola una de sus sabanas, abre los ojos, se sienta en el borde de su colchón, algo dentro de su ser le oprime la respiración, algo que no lo dejo descansar, silencioso da unos pasos y se asoma por la ventana, observa la noche oscura y estrellada, reina la calma en el ambiente frío, su corazón late apresurado, todo su cuerpo es un saco de nervios, cierra los puños y un escalofrió recorre su columna cimbrándolo, de pronto voltea y se da cuenta de que despertó llorando, regresa al borde de su cama, afuera un gallo canta, se seca las lagrimas, no hay nadie, no hay nada, solo, con el alma en lagrimas, en su cama el aire, afuera el frío de la madrugada.