Tras el brutal impacto, los cuerpos de Maley y Drake se desprenden bruscamente el uno del otro. Drake puede ver como el cuerpo de su prometida pasa por encima del suyo, chocando contra el asfalto instantes después y quedando tendida en el. Acto seguido, la visión del hombre se oscurece, justo en el momento en que su casco negro se quiebra, al caer de cabeza contra la carretera.
Durante unos instantes reina el pánico y el desconcierto. Todo está en silencio. Sólo se puede oír la lluvia al chocar contra los cuerpos y los vehículos accidentados. Todo ha sido muy rápido e inesperado.
Después de unos minutos intensos sin movimiento alguno, Drake abre los ojos de repente, como si acabara de despertarse de una pesadilla, y se incorpora como si el golpe no hubiera supuesto ninguna fractura para él. Más tarde se quita el casco, dejando al descubierto su cabello negro, y busca desesperado el cuerpo de su futura mujer.
-Maley... ¡Maley!...
A tan solo un par de metros de distancia, finalmente el hombre logra encontrarla, tumbada en la carretera inconsciente. Con el corazón en un puño, se acerca a ella, con precaución de no moverla para no complicarle las lesiones que pudiera tener y con miedo de tocarla, intenta despertarla.
-¡Maley!... Abre los ojos cariño... ¡Maley!... ¡Maley!...
Los esfuerzos del hombre son en vano. Maley sigue inconsciente y no se mueve. Poco a poco, como antes, la visión de Drake se vuelve oscura, hasta que finalmente un velo negro lo cubre todo, y deja de sentir.
Rumores de sirenas de ambulancia, camillas, médicos, y enfermeras corriendo, se escuchan de fondo en el interior del velo oscuro de Drake. El hombre no siente frío, no siente dolor y no puede ver, tan solo oír y pensar en Maley.
“¿Crees que es posible querer a alguien después de la muerte?”
“Desde donde estuviera... seguiría queriéndote... de alguna forma, estaría aquí contigo...”
-¿Crees que es posible?
Una voz femenina, devuelve la visión a Drake. Ahora puede ver a Maley acostada en la cama del hospital, con respiración artificial, algunos golpes y magulladuras por el cuerpo, calmantes intravenosos y los ojos todavía cerrados. Y él está ahí, de pie, junto a ella. A su lado, una joven enfermera, de cabello corto y rubio, lo mira sin pestañear, y vuelve a preguntarle:
-¿Lo crees ahora?
-¿Perdón?
-¿Crees que puedes quererla?
CONTINUARÁ...