El beso. (Evangelio segun Caye) parte 8

EL BESO, PARTE 8

Juan se dirigió despavorido hacia fuera del agua, no estaba dispuesto a formar parte de aquel sacrilegio. Jesús, aceptando y comprendiendo la actitud de su primo, se dispuso a realizar sacramento a su amado apóstol. En silencio, se inclinó para tomar en sus manos, en forma de cuenco, un poco de agua y la depositó sobre la cabeza de Judas. Este le dijo: Maestro, así no. Yo prefiero inclinarme a tus adorados pies.
Judas se sumergió bajo las aguas del lago, sintiendo como desaparecían todos sus dolores, todos sus pesares. El agua tomó consistencia, algo estaba sucediendo de forma que la túnica de Jesús empezó a flotar por el agua. Teniendo en cuenta la altura de Jesús con respecto a Judas, fuera del agua, muchos de los testigos tuvieron una especie de ilusión óptica y murmuraron:
-El maestro está flotando, camina sobre las aguas.
-Es cierto, el Maestro se ha elevado por encima de las aguas.
Estaba pasando algo extraordinario, algo sublime, algo trascendental. El agua estaba purificando todas las miserias y sufrimientos de Judas. Este, lejos de sentirse indigno, de pronto comprendió que la experiencia mas dolorosa, una vez abrazada, se convertiría en la mas grande de sus bendiciones. Así que cuando levantó la cabeza mirando hacia arriba, pudo ver a Jesús, a su amado, trascendiendo toda crítica, todo juicio y toda importancia a su propia misión, en pos de la ayuda que él necesitaba en esos momentos. Una vez mas demostraría con actos todo cuanto predicaba. Nadie lo terminaba de comprender, nadie excepto él. “Amor nada mas que amor era lo que movía a ese ser humano tan inmenso”.
-Maestro, me siento bien, liberado, sanado, lleno de vida y de luz.
-Ve en paz, Judas, nos queda todavía mucho que vivir, mucho que entender. Mas llevas en ti la salvación, pese a todo cuanto deba acontecer. Recuerda siempre quien eres en realidad.
-Si, Maestro. Bendito seas. Y bendito sea Dios que te puso sobre la Tierra.

Judas se marchó acompañado de María y las otras mujeres. Tenían mucho que hablar y que planear para el resto de la semana. Se acercaba la Pascua y antes de eso, había que entender muchas cosas.
Jesús caminó en dirección hacia donde Juan el Bautista estaba, sumergido en un profundo mar de dudas y de contradicciones. Embutido en sus ideas, tomaba demasiado en serio todo cuanto aparecía por su mente. Su intelecto le estaba convenciendo de que era lo mejor que debía y no debía hacer para la consecución de su propósito, no deseaba flaquear por mas que su corazón le susurraba que, si Jesús actuaba así, sus razones tendría. Razones que su intelecto todavía era incapaz de asimilar.
Sintió un profundo alivio cuando vio la figura de Jesús acercársele despacio.
-Juan, amado mío, serena tu mente.
-No puedo, Señor. Te he visto caer en lo mas bajo.
-Tu rigidez mental te puede llevar hasta las últimas consecuencias. Debes aprender a tolerar los errores de la humanidad.
-Eso no tiene sentido. Es necesaria una doctrina para reordenar las cosas. La humanidad no puede vagar por un rumbo caótico, pues entonces, nada de lo que debe venir, vendrá.
-No seré yo quien te juzgue, hermano. Serán sin embargo los acontecimientos. Ojalá pudiera hacerte ver las cosas, mas van a ser necesarios dos mil años de sufrimiento y oscuridad en la Tierra para que todos esos conceptos caigan por su propio peso de mentira.
Jesús guardó silencio. Comprendió que era del todo inútil continuar aquella charla. Como explicar que en su error, Juan estaba haciendo lo correcto. Como explicar en aquel momento, en aquel tiempo del planeta, que era necesario desprestigiar la condición “andrógina” por una simple necesidad de procreación.
Si, Él sabía que llegaría un día en la historia en que una nueva civilización llegaría a no necesitar la copulación para procrear. Un día en el que todos los “andróginos” podrían salir a la luz y vivir como personas completamente aceptadas e integradas. Pero ese día de momento estaba muy lejano. Y Él debía dejar que las cosas sucedieran de aquél modo. Todavía nadie sabia que Él saldría victorioso de la muerte. Ni siquiera Él mismo tenía la certeza. Si que tenía el conocimiento de que el mas profundo dolor le llevaría a la mas profunda liberación, a la mas intensa elevación del Ser. Era mucho el dolor que le esperaba, en todos los sentidos y pese a que tenía suficientes conocimientos chamánicos y esotéricos para desconectarse de ello, en este caso se requería de toda su conciencia en el dolor para la consecución de su resurrección. Si bien era consciente de que esa resurrección daría mucha luz a sus palabras y actos, por otro lado y por el contrario, como decimos: “la otra cara de la moneda” esa misma luz cegaría a los ignorantes el resto de las verdades. Corrían el riesgo de que todo se basara en la resurrección, olvidando el mensaje mas importante de su misión que era el AMOR, mas era un riesgo inevitable. Tan solo las Almas que buscaban la verdadera luz, serian capaces en el futuro, de plantearse que las cosas pudieran haber sido de otra forma.
Jesús sabía todo eso, por ello cada uno de sus actos obedecía a un plan mucho mas grande de lo que sus discípulos podían alcanzar. Por ello dejaba placidamente que todo sucediera tal cual.
La aceptación de todo, la rendición, la indefensión, la entrega total. Conceptos, todos ellos, lejos de las intenciones de las mentes limitadas de la humanidad de aquel tiempo y como no, de los tiempos venideros. Pero Él es intemporal, Eterno, con toda la luz y sabidurías que da esa condición.
Judas había superado los 40 días en el desierto. Eso no se debía olvidar, pese a todo.

-Juan, recuerda que este “andrógino” ha sido el único que logró superar los cuarenta días en el desierto, al igual que yo.¿Eso no te hace sospechar que merezca, como el resto, la entrada al reino de los Cielos?...
-No podemos compararlo contigo, Maestro. Tu eres el mas grande ser de la humanidad. Judas ha sobrevivido por un milagro del Altísimo.
-¿Y porque el crees tu que Mi Padre le ha concedido semejante milagro?
-Del mismo modo que concede al ciego volver a ver, incluso del mismo modo que le concedió a Lázaro volver a vivir gracias a tus manos. Dios debe demostrar que tu eres su verdadero hijo. Nada de lo que le pidas te lo habrá de negar.
-Como decirte que el retiro de Judas fue completamente voluntario y que en ningún momento hice uso de mi autoridad con Dios para su éxito.
-Mira, Maestro. Tu debes ser el que eres. En ti no puede haber ningún acto fuera del amor, mas, alguien tiene que manifestar la otra parte, déjame hacerlo a mi, esa es mi misión.
-Siempre puedes elegir, hermano mío.
-Así es. Por tanto, esta es mi elección. No será por causa mía que la futura iglesia quede en entredicho. Se hará lo que haga falta hacer, para que tu Nombre se pronuncie durante el resto de la Eternidad en pos de la bondad y del ideal Divinos.
-Que así sea, pues, amado hermano.

Jesús sabía que a Juan le quedaban ya muy pocos días de vida. Sabía que iba a ser víctima de su propio fanatismo. Su mente una vez mas iba a ser su ejecutora. Veía maldad por todas partes y esa visión le llevaría a perder la cabeza, literalmente, pues era su cabeza la que le tenía sepultado en una tremenda tortura.

“Finalmente todo deberá ser cumplido, así fue escrito y así se ha de ejecutar”.

Continuará.

Vengo siguiendo esta serie compañera,muy bueno.

Aquí llega la aceptación, el compromiso, entrambos son partícipes de la gloria, cada quién en el límite de su realidad. todavía queda un pequeño vacío...
sigo atento con tu relato
saludos
Martín

Sigue muy bueno este relato Caye que de mas ya está decirte que me tiene bastante atrapado, en este se mezclan ya varias cosas, el amor ya em un estado mas sublime dentro del pensamiento de Jesus, la conciencia de Judas al ser parte de algo que le puiede traer serios problemas a Jesus, la conversación con Juan en el que se entrelazan presente y futuro, predicciones, etc...una parte muy bien llevada Caye, que supone ya un desenlace en la historia en profundidad, dias cruciales serán los que vienen, y si, capitulos cruciales tambien los que nos dejarás mas adelate...te sigo compañera, un gran relato nuevamente...

Un beso,

Ignacio

Continúo siguiéndote Cayetana.
Hoy he leído todos los capítulos juntos, uno tras otro.
Debo felicitarte.
No me suena a imaginación... me suena a inspiración, amiga.
Un beso enorme, paso al otro.





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Mi corazón queda contigo.-