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| El beso. (Evangelio segun Caye) parte 12 | |
| | Autor | Mensaje |
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Caye Escritor activo
Cantidad de envíos : 500 Fecha de nacimiento : 20/08/1961 Edad : 63 Localización : Tarragona, España Fecha de inscripción : 21/11/2008
| Tema: El beso. (Evangelio segun Caye) parte 12 Vie Ene 16, 2009 1:19 am | |
| EL BESO, PARTE 12
Judas subía las escaleras de la casa del de Arimatea, junto con los otros 11 apóstoles. Era una de las pocas ocasiones en que los acompañaba, puesto que él era mas aficionado a reunirse con las mujeres. En aquella ocasión, por deseo expreso de Jesús y también por las circunstancias, puesto que debía sentarse a su lado para que El le indicara el momento en que debía ir a buscar a Zerat y sus hombres para acompañarlos al lugar donde se reuniría con los demás a orar juntos por última vez.
Judas tenía la esperanza de que una vez que Jesús hablara en el sanedrín frente a Caifás, los fariseos entendieran que su aportación al pueblo judío podría ser de mucha ayuda para la liberación de aquella opresión romana a la que estaban sometidos. Tenía absoluta fe y confianza en la capacidad de Jesús para demostrar todo su poder y su verdadero origen como hijo legítimo de Dios, por tanto, como el “Mesías” que estaban esperando.
“De momento, -pensó,- se resisten, puesto que algo tan grande no les cabe en el entendimiento. Pero en cuanto Jesús le mire y le hable, se convencerán. Y si aún así no son capaces de verlo, Jesús recibirá la ayuda de todos los ángeles de su reino para ser liberado de cualquier peligro. El hombre, pobre e insignificante en absoluto puede dañar al verdadero hijo de Dios”.
-¿Con que derecho pretendes permanecer sentado en uno de los lugares mas privilegiados de la mesa?...-Preguntó Pedro, indignado ante el “atrevimiento” de Judas de sentarse en el lado izquierdo del sillón central, el que correspondía a Jesús.
-¿Por qué yo no puedo estar en este lugar, acaso no soy tan digno como vosotros?.
-Junto a Jesús siempre nos ponemos Juan y yo, que somos los favoritos del Mesías. Hace dos días que a mí concretamente me asignó las llaves del Cielo, pues fui iluminado por Dios para contemplar su Grandeza.
-Lo siento, pero hoy me corresponde estar aquí, además, no eres quién para sacarme, no tienes motivo de peso ni tampoco derecho de hacerlo.
-Ah, muy bien, no pasa nada. Estoy convencido de que Jesús mismo te sacará de este lugar en cuanto suba.
-Si eso ocurre, obedeceré a su voluntad, entretanto, busca tu otro lugar en la mesa.
-Ahora ya están todos ocupados, menos el peor de los lugares, el mas alejado, la silla mas baja de todas. Vale, ahí mismo me voy a sentar. Veremos que hace Jesús cuando me vea a mi allí. Para ti será la humillación de tenerte que cambiar en cuanto te lo pida.
-De humillaciones ya voy servido, Pedro. Han formado parte de mi vida como bien sabes.
-Una mas, Iscariote, una mas y la mas dolorosa.
En ese momento, Juan, el apóstol mas joven del grupo decidió intervenir, puesto que le incomodaba mucho la terquedad de sus dos compañeros.
-No imagino al Maestro humillando a nadie. De todas formas no habéis caído en algo de suma importancia, tenemos los cantaros de agua para el lavado de pies y José de Arimatea no ha contratado ningún servicio para la cena. Es una cena absolutamente privada, por expreso deseo de Jesús, entonces... ¿Quién lavará nuestros pies?.
-Vaya,-Intervino Andrés,- eso si ha sido un buen descuido por parte de la casa. El lavado de pies se suele realizar por la servidumbre.
Estaban todos enfrascados en esas discusiones, preguntándose porque tardaba tanto su Maestro en subir a la sala. No sospechaban que se encontraba despidiéndose de las mujeres en los sótanos de la misma casa, bajo el mismo techo. Abajo todo era paz, meditación y contemplación de la verdad, arriba todo eran conflictos y luchas por la razón y los derechos, por las creencias y las costumbres.
Alguien que vive en constante conciencia de absolutamente todo, que respira cada instante, desde la mas absoluta serenidad, que actúa en cada momento desde su Ser mas elevado, disponía de la suficiente Paz y autonomía como para actuar sin influencia de ningún tipo. El acertar en todo momento era algo innato en la persona de Jesús.
Desde aquella placida meditación con las mujeres, desde aquel silencio uterino, amoroso y sagrado donde, haciendo una rueda, con las manos enlazadas, los 14 miembros del circulo, Jesús estaba absorbiendo en su cuerpo aquellas energías sublimes de su amada y de las 12 discípulas de ella. Mujeres de conciencia elevada, mujeres que estaban conectadas a sus úteros, que dignificaban su cáliz, como recipiente del verdadero amor y que en aquel momento estaba entregadas a Jesús, consagrándose para la Eternidad tras esa unión con “El Verbo” mismo, hecho carne, enlazado a ellas, respirando al compás. En el centro del circulo que formaban los 14, empezó a dejarse sentir una esfera dorada que los iluminó por completo.
Permanecieron así durante una hora, extrayendo de las profundidades de la tierra todo residuo ancestral de pasiones, luchas, ansiedades y temores. Se estaban preparando para trascender en el tiempo en la separación y en la muerte. Estaba preparando el planeta para que siglos mas tarde se formara la membrana que lo protegería de cualquier desastre al que fuera sometido por la ignorancia de los hombres en los tiempos de oscuridad.
Cuando terminó la meditación, abrieron los ojos y Jesús, antes de subir al caos que percibía desde allí, quiso tomar entre sus brazos a su amada, permaneciendo unos minutos así, junto a ella, ante la mirada amorosa y complaciente de las otras mujeres.
-Amada, que la Paz quede contigo. Yo deseo prometerte que antes de partir, me veras superar a la muerte. Esperad tres días para mi resurrección, desde mi cuerpo glorioso, podré atraer hacia todos al Espíritu Santo y será este el que os acompañe y os haga de puente hacia mi padre celestial.
Extendió hacia Maria un tarrito de barro con unos aceites especiales, hechos para embalsamar.
-Toma, guarda esto para mi funeral.
María tomó el tarrito y cerró sus ojos. Sabia muy bien cual era el deseo de su amado. Ese gesto para ella era muy significativo. Embalsamar a su amor. Embalsamar para hacer incorrupto su enlace, para hacer interminable la experiencia de su amor en la carne. Ella debía guardar ese símbolo para ser la encargada de perpetuar la sangre de Jesús en la tierra. Callada, sabía que en esos tres días, el cometido de las mujeres era orar, meditar y esperar el milagro definitivo. Un milagro que podría hacer a los enemigos de Jesús, plantearse seriamente su error al crucificarlo. Después de eso, si que ellas representarían un grave peligro para sus planes, puesto que, lejos de rectificar, utilizarían esa resurrección para manipular a las masas en el futuro, crear acuerdos indecentes con los que estaban llamados a ser la voz de Jesús por los siglos venideros.
La reunión en el piso de arriba era secreta y privada, por deseo expreso de Jesús, precisamente para asegurarse de que tan solo sus hombres de confianza, tendrían la autoridad de difundir su último mensaje por el mundo. Que poco caso hicieron, no obstante de sus indicaciones, aunque Jesús siempre lo supo. En definitiva, no hablaba ya tan solo por ellos, tenía claro que todo lo que fuera dicho, quedaría escrito en los archivos Akásicos y estos podrían ser consultados en su día por quienes si amaban la verdad.
A trabes de las distintas encarnaciones, cada cual iría tomando posición dentro de la historia para “volver” y rescatar lo que verdaderamente ocurriera aquella ultima noche. La noche de la última cena, la noche de pascua.
“Os he de dar la oportunidad a vosotros, mis queridos apóstoles, antes que nada, para hacer las cosas que mo se deben hacer, de ese modo, nunca podréis alegar ignorancia, sino, falta de entendimiento”. Pensaba Jesús, antes de subir aquellas escaleras... | |
| | | Susy Escritor activo
Cantidad de envíos : 7452 Localización : Uruguay Fecha de inscripción : 10/11/2008
RECONOCIMIENTOS Mención: - a la excelencia en sus comentarios Mención: - por sus Aportes a Letras y Algo Más Premios: Menciones Especiales en II Concursos Flash de poesía y el I Concurso Conjunto de Fotografia
| Tema: Re: El beso. (Evangelio segun Caye) parte 12 Vie Ene 16, 2009 9:45 am | |
| Qué bella historia, Cayetana ¡¡ En este capítulo, haces que veamos la lucha por ser ''el primero'', el ego, el orgullo por parte de algunos apóstoles de Jesús. Qué lección, aprenderían luego ¡¡ Excelente, amiga, excelente. Continúa. Bueno quedo expectante para el próximo. Un abrazo... | |
| | | Ignacio Araya D Escritor activo
Cantidad de envíos : 7399 Localización : La Serena, Chile Fecha de inscripción : 06/03/2008
RECONOCIMIENTOS Mención: - a la excelencia en sus comentarios Mención: - por sus Aportes a Letras y Algo Más Premios: 1º y 3° Lugar en Concursos Letras y Algo Más
| Tema: Re: El beso. (Evangelio segun Caye) parte 12 Dom Ene 18, 2009 4:07 pm | |
| Estamos llegando a un punto clave dentro de la historia, las discusiones entre los apostoles, la manejas muy bien, la ambicion de Pedro, una reaccion muy humana por lo demás...haces adelantos predictivos ademas, desde la perspectiva de Jesus, los apostoles no era mucho lo que entendieron, hablas de la encarnaciopn además, y vuelves al tema de las mujeres ya tocdas en el capitulo anterior, pero esta vez,. como una sutil despedida de su amada Maria y de su labor... MUy bueno Caye, muy bueno,espero la proxioma... Un beso, Ignacio | |
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| Tema: Re: El beso. (Evangelio segun Caye) parte 12 | |
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| | | | El beso. (Evangelio segun Caye) parte 12 | |
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