COMPRENDER A LOS OTROS
En mi opinión, estar atento a la vida -en general- y a la vida personal, aporta situaciones, reflexiones y vivencias que de otro modo no se darían.
La atención es imprescindible en esto de VIVIR.
Si se profundiza, uno llegará a darse cuenta de lo despistado que es en este asunto de VIVIR, de lo desatento que está, y de cuánto se pierde por eso; uno se dice a menudo “¡cómo no me he dado cuenta antes!”, o no pone palabras pero se queda con cara de alelado ante algunos de los descubrimientos.
Una de las cosas que más me están sorprendiendo últimamente es el hecho de que me fijo en las personas como no había hecho nunca.
Llevo toda mi vida tratando con muchísimas personas y hasta hace poco tiempo no veía nada más que una cara y un cuerpo, alguien que sólo tomaba existencia el tiempo que estaba conmigo y nada más después.
Debo confesar, avergonzado, que muy pocas veces me paré a pensar qué había detrás de esa cara en la que me centraba, qué era de su vida el resto del tiempo, cómo era su día a día, cuáles sus inquietudes, qué le motivaba o cuáles eran sus miedos más profundos y sus secretos más secretos.
Pocas veces me permití sentirme en otra piel, meterme en sus zapatos, imaginar sus noches y sus preocupaciones, las cosas que hacían cuando no estaba conmigo, o cómo daban vueltas y vueltas en la cama porque un problema no les dejaba dormir exigiéndoles una solución que no eran capaces de encontrar.
Y no imaginé cómo estarían sus corazones de cicatrices, cuántas lágrimas llevarían acumuladas, o cómo sería de trágico el día que hacían cuentas con su pasado y éste les exponían todas sus reclamaciones.
O vivir en una desesperación sin una esperanza con la que consolarla.
O su desolación.
Han tenido que pasar muchos años de vida para llegar –con mucho retraso- a este momento en que sí soy capaz de ver más allá de lo visible, en que soy capaz de empatizar y dolerme con su dolor y estremecerme con sus cosas y abrazar sus sufrimientos como si fuesen los míos.
Comprender es “encontrar justificados o naturales los actos o los sentimientos de otros”. Para conseguir eso es muy interesante usar la empatía, que es “la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos”. Ahora les comprendo y siento empatía.
Identificar es “hacer que dos cosas se consideren como una misma”, dicho de otro modo es “ser idéntico al otro”. Ahora me identifico.
O sea, es pensar como el otro, sentir como el otro, entrar en el otro y ser como es él, y no quedarse en el espectador externo que se permite juzgar desde su piel sin entrar en la otra, sin entender que si él fuese el otro y hubiese tenido su misma infancia y su misma educación, sus mismos miedos y experiencias, sus mismas circunstancias y frustraciones, sería exactamente igual que el otro y haría exactamente lo mismo.
Comprender es, también, “contener, incluir en sí alguna cosa”. Si comprendo a alguien lo meto dentro de mí, pasa a formar parte de mí, y eso me capacita para sentir una inmensa y notable empatía, para llorar sus mismas lágrimas y sentir sus temblores. Y ese es el modo de integrar que el otro es un Ser Humano, como lo es uno mismo; que el otro puede tener el sufrimiento ardiendo de tanto usarlo, que sus piernas a veces no quieren moverle, o que la noche sea su enemiga.
Comprender es “entender, alcanzar, penetrar”. Salirse de los juicios o prejuicios, mirar con mirada nueva, no ver desde la distancia que permite no contaminarse de la otra persona sino penetrar para saber y sentir con perfección el punto de vista o de estancamiento o de dolor del otro.
Es conocer su ánimo, su pensar, sus motivos y razones, ver más allá de lo que muestra y de lo que parece.
Y es la única forma de saber, de verdad, quién es el otro.
Sólo después de integrar todo lo anterior uno puede entender de un modo nuevo y distinto a cada persona que tiene enfrente, a cada persona que hace algo que le resulta incomprensible o que actúa de un modo distinto de como lo haría uno mismo.
Después de esto uno amplía su campo de comprensión, se hace más abierto y más noble, más fraternal y amable.
Y por todo ello, se gusta más a sí mismo.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales