La mamá había acostado a Nicolás que, desde su cuarto, llamaba al padre.
-Papá, papá, quiero un cuento para dormirme.
El padre había regresado esa tarde de una expedición a Bostwana, donde había estado filmando un video sobre la conducta social del rinoceronte negro. Después de una ausencia de dos meses, el niño - de cinco años- reclamaba su atención.
Entró al cuarto de su hijo y se sentó en el borde de la cama. Extendió su brazo para tomar uno de los libros del estante.
-No, de esos no. Quiero que me cuentes algo de lo que viste en ese país…
-Bostwana. Es un pequeño país de Africa -y tomando el globo terráqueo del estante, se lo señaló- ves, es aquí.
-Y nosotros estamos… aquí, ¡qué lejos!
-Sí, es muy lejos, por eso papá está muy cansado y te va a hacer un cuento cortito ¿está bien?
-Sí, pero acostate al lado mío ¿cómo es la gente de ese país?
-Muy amable y respetuosa ¿Sabes cuánto te extrañé?
-¿Y a mamá?
-A los dos los extrañe un montón.
-Nosotros también. Hasta lloré.
-Pero ya estoy con ustedes. Bueno, como es una historia real, no comienza con “Había una vez…”
-¿Qué quiere decir historia real?
-Que lo que voy a contarte lo vi yo mismo hace unos días, es real, pasó… ¿empiezo?
-¡Sí, sí!
-Estuvimos siguiendo una manada de rinocerontes durante dos meses. Los filmábamos desde lejos para no asustarlos. Le tienen miedo a los seres humanos y nunca se sabe cómo pueden reaccionar.
-¿Por qué les tienen miedo?
-Porque los cazan. Algunos hombres son malos con los animales, no todos. Les disparan con un rifle y los matan para sacarles los cuernos y venderlos.
-¿Tienen cuernos como las vacas del campo del abuelo?
-Sí, pero no son iguales ni los tienen en el mismo lugar que las vacas. Voy a mostrarte una foto que tengo en el portafolio -se levantó y salió de la habitación.
Regresó en pocos minutos trayendo fotos de algunos individuos y de grupos.
-Ves, esta es una mamá rinoceronte con su cría recién nacida.
-¿Qué quiere decir cría?
-Que es un hijito de la mamá rinoceronte.
-¿Lo quiere como mamá y tú me quieren a mí?
-Sí, lo que voy a contarte te mostrará cuánto lo quiere.
-¡Parecen mis transformers!
-Sí, parece que tuviera placas, o partes removibles. Tienen la piel muy gruesa.
El padre siguió con el relato:
“ en la manada que seguíamos, entre muchos rinocerontes, había una mamá a punto de tener su cría, acompañada siempre de su hija mayor, que tenía unos cinco años”
-¡Cómo yo!
-Sí como vos, pero mucho más grandota. Por fin un día la mamá tuvo a su cría. Estos animales se paran el mismo día en que nacen. Para que la mamá los amamante, tienen que estar de pie, de lo contrario no llegan a las tetitas.
Este bebé rinoceronte, no podía pararse. Podía enderezar las patas traseras pero no las delanteras, entonces quedaba apoyado en las rodillas. La mamá estaba muy nerviosa porque de ese modo no podría mamar, ni caminar a su lado con la manada que estaba retirándose de ese lugar, porque habían terminado con la comida.
-¿Qué comen?
-Cuando son grandes comen hojas y ramitas, pero cuando son bebés toman la leche de su mamá. Te sigo contando: la mamá trataba de ayudarlo a enderezar las patitas tocándolo despacito con su cabeza. Pero el bebé no conseguía levantarse. La hermana del recién nacido, debía seguir con la manada, pero se retrasaba esperando a la madre. Comenzaba a alejarse…y volvía junto a su madre…así varias veces.
-¿Por qué no los esperaban los demás?
-Porque tenían que buscar otro lugar con mucha comida y la forma más segura de viajar era en grupo, para protegerse de los demás animales y de los hombres. Pasaron horas muy angustiosas para la madre y la hermana del bebé, que al no poder alimentarse estaba cada vez más débil. No podía caminar sobre las rodillas, porque se hubiera lastimado. Tampoco podía alcanzar las tetitas de la madre.
-¿Por qué no lo ayudaste?
-No podía acercarme. Son animales que no están acostumbrados a ver a los hombres como sus amigos, porque han visto cómo mataban a otros de la manada. Además, todas las mamás se ponen muy desconfiadas cuando tienen un bebé, por miedo a que le hagan daño. Los protegen.
-¿Se murió el bebé? -preguntó compungido.
-No, después de unas horas pudo pararse. Parece que por haber nacido muy grande y muy pesado, le costaba enderezar las patitas. Al final lo consiguió y pudo mamar. Al otro día la familia emprendió la marcha detrás de la manada.
-¿La mamá no lo dejó sólo, verdad?
-No, y lo más raro es que la hermana tampoco. Los animales se guían por el instinto, van en grupos por seguridad, para sobrevivir. La hermana no dependía ya de la madre para que la cuidara, porque a esa edad los rinocerontes son adultos. Sin embargo se quedó con la madre a pesar de que la manada ya se había perdido de vista.
-¿Es porque quería a la mamá y al hermanito?
-Yo creo que sí. Ahora dormite -dijo, besando su mejilla y acariciándole la cabeza.