Cuentan de un poeta que espantaba el aplauso
que su versos y cantos provocaban silencios,
cuentan que a la par que de sus labios
brotaban las palabras, los murmullos cesaban,
cuentan que la gente enmudecía mientras
el dejaba fluir sus ideas…
y cuando finalizaba sus discursos
el silencio simplemente reinaba
y la gente se retiraba en silencio.
Un colega de profesión escucho su fama
y lo fue a ver extrañado de aquellos relatos
lo encontró sentado al borde de una fuente
sus manos jugueteaban con el agua
dibujando paisajes que se desvanecían inmediatamente
su mirada serena, seria, veía algo mas allá,
se acercó a le y le dijo:
Amigo, compañero de profesión,
entiendo tu meditación, debe ser frustrante
el no recibir el aplauso del que vivimos nosotros,
el estruendo de las palmas que alban
nuestra creatividad y capacidad,
estoy aquí para compartir experiencias
y quizá pueda ayudarte,
he sido reconocido y aclamado en muchos lugares,
tengo de público a reyes y sabios
creo que algo de mi experiencia
te puede llevar a conocer el éxito.
El poeta del silencio, (que así le llamaban)
sin quitar la vista del agua respondió:
Te contaré una historia…
Existía un maduro corsario,
que había navegado muchos mares
su adoración era la tierra firme
y la tranquilidad de un hogar,
pero la vida lo había arrojado al mar
haciéndolo un paria de la tranquilidad,
sin embargo aprendió a disfrutar del sol y del agua
de la sal y el vaivén de su navío,
lo vistió de amor sin olvidar nunca que su ideal
estaba en tierra y que su corazón
soñaba con descansar en las manos de una dama.
Vivió mil aventuras, creyó en leyendas,
buscó y pensó muchas veces que finalmente
su recorrido había terminado,
y se repuso a muchas desilusiones.
Solo en su barco hablaba con las olas
imaginando en ellas al amor de su vida,
dejaba fluir su palabras y al final
como respuesta solo los sonidos de la mar.
Un día un llamado lo llevó a un bullicioso puerto
al desembarcar entre la gente buscó donde anclar su navío
estaba en estas tareas cuando escuchó
un sonido de cientos de pequeñas cosas
que caían sobre el suelo del embarcadero
y vio rodando a sus pies pequeñas perlas
que en loca carrera amenazaban con caer al mar
estiro sus burdas manos
y fue recogiendo aquellas alhajas
sintió la presencia de alguien que también
se agachaba y recogía
pero solo al final de la tarea levantó la vista
y se encontró unos ojos profundos y bellos
un rostro fino y armonioso
una pile blanca y un rubio cabello
¿una alucinación de fantasía? Pensó…
Por la labor y la posición
el encuentro fue muy cercano
y las mejillas de aquella fina chica se ruborizaron
un suave “gracias” con una voz serena y grave
sonó a canto de sirena en sus oídos.
El corsario sin darse cuenta
comenzó una charla,
aquella cercanía nunca dio marcha atrás
sus palabras a la mar,
lo habían preparado para este encuentro
y la práctica de vivir el silencio
lo habían preparado a escuchar…
la tarde marchó, la magia continuó,
y al final del día los sonidos callaron
dos labios hablaban sin palabras,
lo que los corazones sentían…
Amigo poeta, aclamado poeta,
a veces el más estruendoso aplauso
y los vítores de alabanza no se comparan
con el silencio que provoca
el grito de los corazones,
mis palabras y cantos nacen del alma
y hablan al alma,
el silencio me dice que mis oyentes
llevan bullicio en el corazón,
tal ves una duda.
tal ves una reflexión,
tal ves no entendieron nada,
o tal ves lo entendieron todo.
Los poetas se miraron y estrecharon su mano,
curiosamente el poeta famoso no dijo palabra
se retiró sigilosamente respetando
al poeta del silencio…
tal ves con una batalla en su corazón…