SUSANA una historia más y un ejemplo a seguir.
La vivienda era una habitación rentada, parte de una casa antigua de esas de principios del siglo veinte. El lugar lo compartía con sus padres y una hermana tres años mayor que ella.
La cocina y el baño eran comunes con la dueña de la propiedad, una vieja desconsiderada y envidiosa, ¿vaya uno a saber por que?, la cuestión que los fastidiaba de uno y mil modos haciéndoles la vida más difícil aun.
Todos los muebles estaban en un espacio de 4x4. Una cama matrimonial, dos camas simples, un ropero antiguo, una heladera que adquirieron usada, una alacena y una mesa con cuatro sillas.
Allí pasó toda su infancia y adolescencia estudiando y trabajando para mantener la economía del hogar.
El padre nunca aportó demasiado y luego de su enfermedad se convirtió en una carga. La madre ganaba unos pocos pesos planchando ropa en algunas casas y la hermana lo que ganaba lo ahorraba para casarse, lo que dejaba en claro que era ella casi todo el sustento de la familia.
Cuando la conocí estudiaba en el Comercial N° 7 becada por el Rotary Club, beca que consiguió por ser el mejor promedio en la escuela primaria y no tener recursos para seguir estudiando.
Era de estatura pequeña, cabello color castaño y ondulado, sus ojos vivaces se metieron en mi corazón y se quedaron allí para siempre.
Como dije anteriormente desde que comenzó a trabajar fue el sustento del hogar y al poco tiempo se convirtió en padre de sus padres. ¿La hermana?... La hermana finalmente se casó y como suele suceder, pájaro que voló… se borró.
Terminó el secundario sufriendo las imposiciones para no perder la beca, las cuales consistían en mantener asistencia perfecta, notas altas y conducta intachable.
El mismo Rotary club le consiguió un trabajo como Perito Mercantil en una prestigiosa fabrica de ropas, tarea que cumplió eficientemente, sin embargo, no conformó sus apetencias de aprender y se consiguió un empleo en un estudio contable.
Su historia y su dedicación despertaron en el dueño del nuevo empleo el deseo de ayudarla pagándole la facultad. Yo tuve la satisfacción y el honor de entregarle el título de Contadora Pública Nacional.
Para aquel entonces estábamos casados y con un hijo de tres meses, Pablo César.
Luego llegó el segundo Débora Laura y después dos nietas Sofía y Camila.
¡Ah! me olvidaba contarles… todavía sigue criando a la madre de 91 años, Pañales y caprichos mediante.
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Ricardo "Cocho" Garay
"Sólo soy un soplo de vida en la eternidad"