EL SEÑOR MARTIN

El Sr. Martin se levantó ese jueves por la mañana, como siempre, con esa sensación de no haber dormido en toda la noche: ojos pegados, sábanas más que revueltas y su esposa a su lado sin enterarse del maldito despertador, acurrucada con parte de lo que quedaba de sábana entre sus piernas.
Encendió la luz de la mesita, tosió pesadamente, se rascó la coronilla y acto seguido se vistió con los tejanos nuevos y la camisa blanca que había preparado la noche anterior.
Salió de la habitación casi a tientas, yendo por el pasillo corto llegó hasta la cocina, cogió una taza oscura de dentro del lavaplatos, aun vaporoso tras finalizar el programa de lavado, llenó la taza con agua del grifo y la puso en el microondas:
-A media potencia y dos minutos, como siempre –pensó.
Luego, de encima de la nevera cogió un cigarrillo y se lo encendió como si de un caramelo de oxígeno se tratara y empezó a toser y a toser más, esparciéndose el humo por toda su cabeza, como si una película de nebulosa quisiera hacer de atmósfera de ese planeta repleto de canas deslabazadas y entradas como autopistas.
Tras asearse mínimamente regresó a la cocina, abrió el microondas, recogió la taza y puso en ella dos bolsitas de té con esencia de limón:
-Hay que empezar el día saludablemente... –musitó.
De dentro del congelador, sacó una botella de ginebra y echó un chorrito dentro de la taza:
-Bueno, así iremos a gustito al puto curro.
Se tomó un par de galletas, se bebió el té, pese a no haber estado las bolsitas el tiempo necesario y salió de casa con la mochila colgada de su hombro derecho.
Al salir del portal del edificio se cruzó con la chica rubia de cada día y se la quedó mirando cómo pasaba con la cara girada hacia el lado opuesto donde él se encontraba, meneando el culito de un lado a otro, graciosa y sensualmente a la vez:
-Un buen pellizco te daba yo a ti, lo que te haría disfrutar.
En ese mismo instante, la chica se giró y mirándole fíjamente a los ojos le hizo un sonoro corte de mangas y exclamó:
-Ni lo sueñes, asqueroso depravado demente.
Y siguió su camino.
Él, aturdido y sorprendido, se metió la mano en el bolsillo, sacó otro cigarrillo y lo encendió sin moverse del sitio mientras continuaba observando cómo se alejaban definitivamente esas maravillosas curvas.
-¿Cómo puede ser que me haya hecho este corte de mangas? Si ni siquiera he abierto la boca.
Por fin, tras unos segundos en la inopia, siguió su camino hacia su vetusto coche de quinta mano, un Seat Ibiza medio destartalado.
Unos cuarenta minutos más tarde entraba por la puerta principal de la oficina. Se paró al pasar frente a Juanita, la recepcionista:
-Juanita qué guapa estás hoy, vaya vaya.
Juanita, cerca de los sesenta y más bien llenita, aunque con cara de buena persona, le espetó con una mirada de indiferencia:
-Buenos días Señor Martin, ¿cuántos cigarrillos lleva ya? No veas lo que apestas a tabaco.
-Vieja bruja -pensó él, mientras reemprendía el camino hacia su mesa de trabajo. Cuando solo había dado unos pasos sintió cómo una bola de papel impactaba en su coronilla.
-A ver qué te has creído, apestoso -y él se giró de nuevo hacia Juanita con los ojos abiertos de asombro.
-¿Será posible que me haya oído? ¡Pero si no he hablado! No puede ser.
Al llegar a su puesto de trabajo se agachó para encender el ordenador y se sentó mientras tosía de nuevo; una de esas toses compulsivas de fumador empedernido.
Mientras en la pantalla aparecían los primeros iconos, levantó la vista al frente, donde se encontraba el despacho de su responsable, Fernando, un señor cercano a la jubilación, siempre trajeado, medio calvo y pelo canoso, bajito y ultraconservador y con un mal genio desbordante y observó cómo se asomaba su calva por encima de la pantalla del ordenador:
-Ese cabrón, siempre llega el primero, igual se la está cascando viendo fotos de monjas ¡jajaja! – sonrió sonoramente.
Luego abrió el programa del correo electrónico y clicó en el más reciente de todos que, cómo no, era precisamente del Señor Fernando, “Recibido a las 07.25h”.
-El mamón no podía haber llegado antes para empezar a tocar las pelotas.
“Ángel, envíe el expediente 1/23 al cliente 1024 indicándole que necesitamos una respuesta lo antes posible, Saludos”, rezaba el mensaje.
Y Ángel, o el Señor Martin, como se desee, empezó a redactar:
“Muy Señores nuestros.
Mediante el presente les adjuntamos el expediente 1/23 rogándoles nos den una respuesta a la mayor brevedad.
Aprovechamos para enviarles,
a tomar por culo, capullos”
y soltó una enorme carcajada, lo que provocó que su compañera de la mesa contigua, Maika la pija, le dirigiera una mirada entre sorprendida y enojada.
-Perdón, perdón, ha sido el subconsciente.
Y corrigió la última frase:
“Aprovechamos para enviarle,
Un cordial saludo”.
Prosiguió la mañana con las múltiples tareas de la rutina cotidiana: envío de expedientes, confección de otros, llamadas a clientes, hasta que llegó la hora de comer.
Fue unos minutos antes de esa hora que giró la vista hacia las mesas del departamento de extranjero, a unos cuantos metros de donde él se sentaba y se quedó mirando a la morena de veintipocos, Paulina:
-No veas qué rica que está esta. A buen seguro que exprime a su novio.
En ese momento la chica se giró hacia él, se lo quedó mirando fijamente y le guiñó el ojo, espetándole una pequeña sonrisa.
-Imagínate qué bomboncito, lo bien que lo pasaríamos. No sabe lo que se pierde.
Minutos después llegó la hora de la comida y se paralizó toda actividad en la empresa.
Una hora más tarde Ángel volvía a entrar por la puerta principal de la empresa, pero esta vez no se detuvo a decirle nada a Juanita. Sabía que la botella entera de vino y los varios cigarrillos que se había fumado durante el tiempo de la comida le debían provocar un olor característico al que varias veces la recepcionista se lo había echado en cara:
“¡Qué pestaza, por Dios, cualquier dia pillas una cirrosis o un cáncer de pulmón!”, le decía varias veces, y por eso cuando regresaba al mediodía intentaba evitar ese comentario yendo fugazmente hacia su puesto de trabajo.
Cuando desbloqueó su ordenador comprobó que como era habitual, había recibido varios correos más.
Alzó la vista y volvió a ver cómo se asomaba la calva brillante por la luz de los fluorescentes del Sr.Fernando por encima de la pantalla del ordenador.
-Este tío, ¿seguro que no vive aquí? Con lo cabronazo que es, seguro que su mujer vomita cuando lo ve entrar en casa.
Unos segundos más tardes vio cómo se acercaba el gerente de la empresa, el Sr. Prudencio, larguirucho de casi dos metros, con bigote y pelo canoso y entraba en el despacho del Sr. Fernando portando una hoja de papel en la mano.
-El hijo de puta, ni siquiera un buenas tardes, que le den.
Fue entonces cuando se sorprendió al ver que el último e-mail recibido antes de irse a comer era el de Paulina, la ricura de “extranjeros”:
“Con mi novio de puta madre, pero contigo me pasaría el día vomitando en el lavabo, so guarro.”
Tembloroso y con un sudor frío, giró la vista hacia Paulina quien también se giró automáticamente hacia él, sacándole la lengua, para volver a girar la vista hacia la pantalla.
-Jolín, ¿me estaré volviendo majara?, no es posible que se enteren de lo que pienso, no es posible.
Borró inmediatamente el mensaje y perplejo, continuó con las tareas de la tarde.
Pasados unos pocos minutos se acercó el director de Recursos Humanos, entrando en el despacho del Sr. Fernando y cerrando la puerta tras de sí.
-Otro capullo más, y otro que no saluda para nada.
Y sólo unos instantes más tarde sonaba su teléfono:
-Ángel, haga el favor de pasar a mi despacho-, era el Sr. Fernando quien le llamaba.
-¡Vaya! Ahora qué narices querrán esos tres cerditos, vamos allá.
Al entrar se encontrró al Sr. Fernando sentado en su mesa y a los otros dos, uno a la derecha de la mesa de este y el otro a la izquierda mirándole fijamente.
-¿Usted ha escrito este e-mail? -preguntó el Sr. Fernando mostrándole la hoja de papel que le había entregado el gerente.
Ángel cogió el papel y vio, con enorme sorpresa, que se trataba del e-mail que había escrito a primera hora del día y del que posteriormente había corregido el saludo final, solo que esa corrección no se había realizado.
-Nos ha llamado el cliente 1024, uno de nuestros mejores clientes, para decirnos que había recibido este mensaje desde nuestro departamento, que es intolerable y que no va a volver a trabajar con nosotros nunca más.
Y alzando la voz preguntó:
-¿Sabe usted lo que ha provocado con esto? La pérdida de mucho dinero, pues este cliente tiene múltiples influencias entre otros también importantes. ¡¡Esto es inadmisible Sr. Martin, inadmisible!! -exclamó.
Ángel estaba prácticamente paralizado:
-Yo... mmm... euh...
-Y encima lleva todo el día insultando a sus compañeros y responsables y siempre llega bebido por las tardes. ¡Intolerable a todas luces! -exclamó el Sr. Fernando.
-Por lo tanto, la empresa ha decidido despedirle ahora mismo, cuestión innegociable -prosiguió el gerente.
En ese instante el director de Recursos Humanos le extendió toda la documentación con la carta de cese.
Solo unos minutos más tarde salía del despacho cariacontecido.
Ni siquiera pudo acercarse a su ordenador, pues los informáticos, como buitres, habían aprovechado para bloquearlo en el momento en el que él entraba en el despacho del Sr. Fernando.
Agarró la mochila y miró al resto de compañeros que tenía al alcance de la vista, momento en el que salió el gerente de la empresa y todos se levantaron al unísono haciendo una sonora ovación hacia el máximo responsable.
En pocos minutos Ángel salía como gato escaldado por la puerta principal, dejando atrás la sonrisa con un halo de sarcasmo de la recepcionista Juanita.

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El Sr. Martin se levantó ese viernes por la mañana, como siempre, con esa sensación de no haber dormido en toda la noche: ojos pegados, sábanas más que revueltas y su esposa a su lado sin enterarse del maldito despertador, acurrucada con parte de lo que quedaba de sábana entre sus piernas.
Tras asearse y tomar el té de cada mañana, salió por la puerta principal de su casa cruzándose con esa preciosidad rubia, pero prácticamente la ignoró.
Unos metros antes de llegar a su vetusto Seat Ibiza se paró, encendió un cigarrillo y pensó:
-Tengo la sensación de haber tenido una horrible pesadilla esta noche.


Barcelona, 21/10/2012

http://yetibarna.blogspot.com.es/

Uyy..., muy bueno Gabriel. Muy bueno en verdad! Saludos,
José

Interesante, un deja vous. Pero Martín parece prevenido.

Fobio escribió:

Uyy..., muy bueno Gabriel. Muy bueno en verdad! Saludos,
José

Gracias José. Y te lo agradezco porque me da coraje para escribir más relatos, pues yo soy más poeta y tengo poca experiencia en ello.
Continuaré intentándolo a ver si a tan buenos escritores como tu les sigue gustando.

Un abrazo cordial.

antifaz escribió:

Interesante, un deja vous. Pero Martín parece prevenido.

Mr. Antifaz.
Mil gracias por leerme.

Un abrazo sincero.

Déjà Vu, y un poco de ganas de sacarse el filtro y decir lo primero que se le cruza por la cabeza de parte del personaje Martín?. Muy bien narrado, Gabriel. De verdad. Muy bueno.

Ho vaig tornar a llegir detingudament i et dic el mateix que ahir. Em passa igual que a tu, que gairebé mai escric en prosa i també em vindria bé algun "consejillo" dels aquí presents. Són un luxe i jo em sento com a peix fora d'aigua. Però d'això es tracta amic, d'anar assajant i aprenem, i si ho compartim aprenem encara més.

Una besada gran. Felicitats...

Pido las debidas disculpas por meterme donde no me han llamado, pero me sorprendieron un poco la respuesta que me diera Gabriel y el posterior comentario de Pili (Jaa..., ahora entiendo catalán...).
Honestamente, no creo que tengan tanto que aprender de los que aquí escriben en prosa. Siempre todos tendremos algunas cosas que pulir, pero el relato de Gabriel, en cuanto a su idea tan original y la forma de desarrollarlo, es en sí muy bueno a mi juicio. Y Pili, una conocida escritora de varios años ya, quizás no recuerde que he tenido la oportunidad de leer varias cosas suyas en prosa de la época de QQML, y me parecieron realmente excelentes.
Asi que muchachos, cada uno con su estilo, cada uno con lo que tiene para decir o contar, pero no se subestimen a la hora de publicar algo en este foro. Tienen muy buena materia prima y eso no puede dejar de notarse en lo que ya han escrito.
Un abrazo a ambos,
José

sgrassimeli escribió:

Déjà Vu, y un poco de ganas de sacarse el filtro y decir lo primero que se le cruza por la cabeza de parte del personaje Martín?. Muy bien narrado, Gabriel. De verdad. Muy bueno.

Silvina
Me alegra mucho que te gustase el relato. La verdad es que no tenía previsto cómo sería el final hasta que llevaba bastante escrito y veo que no ha quedado mal del todo.
Muchas gracias, amiga.

Unos besos.

Pili escribió:

Ho vaig tornar a llegir detingudament i et dic el mateix que ahir. Em passa igual que a tu, que gairebé mai escric en prosa i també em vindria bé algun "consejillo" dels aquí presents. Són un luxe i jo em sento com a peix fora d'aigua. Però d'això es tracta amic, d'anar assajant i aprenem, i si ho compartim aprenem encara més.

Una besada gran. Felicitats...

Pili.
Quanta raó tens sobre el compartir-hoi poder copsar les opinions d'altres molt bons escriptors d'aquest forum.
T'agraeixo que l'hagis tornat a llegir.

Una besada ben tendre.

Fobio escribió:

Pido las debidas disculpas por meterme donde no me han llamado, pero me sorprendieron un poco la respuesta que me diera Gabriel y el posterior comentario de Pili (Jaa..., ahora entiendo catalán...).
Honestamente, no creo que tengan tanto que aprender de los que aquí escriben en prosa. Siempre todos tendremos algunas cosas que pulir, pero el relato de Gabriel, en cuanto a su idea tan original y la forma de desarrollarlo, es en sí muy bueno a mi juicio. Y Pili, una conocida escritora de varios años ya, quizás no recuerde que he tenido la oportunidad de leer varias cosas suyas en prosa de la época de QQML, y me parecieron realmente excelentes.
Asi que muchachos, cada uno con su estilo, cada uno con lo que tiene para decir o contar, pero no se subestimen a la hora de publicar algo en este foro. Tienen muy buena materia prima y eso no puede dejar de notarse en lo que ya han escrito.
Un abrazo a ambos,
José

José .
Te repito mi agradecimiento a tus palabras que son muy bien recibidas. La verdad es que es cierto que Pili tiene grandes escritos, como es cierto que es bueno compartir y aprender de los demás.

Un abrazo con más agradecimiento.