Mi familia me dio por muerto.
De mi hermana Natalia nunca deje de acordarme, la última vez que la vi era solo una niña, y por los años pasados tendría que ser una mujercita, nos separaba una distancia de cuarenta kilómetros, y tenía unas enormes ganas de verla, pero no me atrevía de hacer aquel viaje por miedo a mis abuelos, ya que no tenía tan seguro si habrían olvidado el engaño sufrido por mi parte, cuando hui de casa de mi padre por los malos tratos que me daba; aunque este ya no significaba nada en mi vida, y ni siquiera sabía si vivía.
Al final reflexione, y me propuse hacer aquel viaje para ver a mi hermana y abuelos. Hay un dicho que dice que el tiempo lo cura todo y, yo confié en este dicho, habían pasado cuatro años, tiempo suficiente para olvidar lo que pasó, además, si todos me daban por muerto, lo más lógico es que me habrían perdonado.
Pedí permiso a mi patrón y, me propuse hacer aquel viaje en la bicicleta que en su día compre con mis ahorros.
Actualmente en España, los pueblos están bien comunicados por carretera y ferrocarril, pero en la época que me refiero de nuestra posguerra las comunicaciones en España eran malas, sobre todo en las zonas rurales, esta particularidad influyó negativamente, en que mi familia no dio con mi paradero, a pesar de que me encontraba tan solo, a 40 kilómetros de mi tierra de origen, por lo tanto, me dieron como desaparecido o, en el peor de los casos por muerto, pues obviamente, nadie de la comarca me había visto desde hacía cuatro años cuando engañe a mis abuelos.
Hacer los 50 kilómetros en bicicleta me costó casi todo un día, por ser zona de montaña y pedalear cuesta arriba, aparte que eran caminos casi inaccesibles hasta para las bicicletas.
No sé cómo expresar la aparición de una persona después de cinco años ante sus familiares, cuando te dan por muerto y de repente apareces de la nada, pero debe ser impactante para una familia que te quiere, sin embargo, para la mía, tengo que decir que no les cause demasiada impresión, me dieron un beso de bienvenida y poco más; lo que menos esperaba, fue encontrar a la persona que menos deseaba, mi padre. Este se limitó a darme un beso y a preguntar donde había estado todo aquel tiempo; y me dijo que habían tenido que regresar a la tierra de origen, porque se vieron impotentes para trabajar la finca que habíamos arrendado cuando los cuatro vivíamos juntos. Por otra parte, dijo que no sabía nada de mi hermana Elena.
En cuanto a mis abuelos, estuvieron poco amables conmigo, manifestando, no perdonar el engaño sufrido.
Lo que verdaderamente lamente, fue no ver a mi hermana Natalia, pues según los abuelos se había ido a vivir en pareja con un hombre a otra provincia: esta noticia fue la que más me entristeció, pues mis sentimientos por ella siempre fueron muy fuertes e, influyeron en gran medida en mi regreso.
Para sobrevivir mi padre y mi hermano Miguel, tuvieron que trabajar de nuevo la pequeña parcela que heredamos de mi abuelo, y que en su día dejemos en busca de tierras mejores. Me comento que mi padre había sufrido muchos varapalos, que ya no era el mismo y, que había cambiado mucho, que los tres podríamos trabajar juntos como una familia unida; por mi parte le dije que en mi trabajo estaba a gusto y que no pensaba quedarme, pues conocía a mi padre y sabia que sus cambios eran temporales y le duraban poco, otra cosa era su relación con mi hermano, que era su mano derecha y vivían él uno para el otro.
Finalmente, con tanto insistir me convencieron, ni siquiera fui a despedirme de mi patrón para que me pagara lo me debía, pues pensé que había que darle otra oportunidad, para que pudiéramos vivir juntos de nuevo.
Gran error mío, hay un refrán que dice que la cabra siempre tira hacia el monte, y fue lo que hizo mi padre. Como los tres no podíamos vivir de lo que producía la parcela, acordaron sin contar conmigo, que ellos la trabajarían, mientras que yo lo haría en la finca de un vecino, pues con la ayuda de mis ingresos y lo logrado de la tierra, podríamos vivir los tres. Este acuerdo fue muy negativo para mí, ya que mientras ellos estaban juntos en casa, mi residencia la tenía en la finca de mi patrón, resumiendo― que lo que pretendían era vivir los dos solos, mientras a mí me desplazaban llevándose mis ingresos ―una trama perfecta y bien ideada.
Transcurridos seis meses de trabajo con el patrón que me busco mí padre, mi descontento era evidente, pues todavía no había percibido ni un céntimo del fruto de mi trabajo, mi padre se encargaba de cobrarlo por adelantado.
Sí que tengo que decir que ya no me pegaba, pero seguro que tenía en cuenta que deje de ser niño y que no me dejaría pegar, pues el solo agredía a los más débiles y, en más de una ocasión, termino con el cuerpo bien caliente en sus disputas, el agredir lo llevaba en sus genes.
Ante su actitud, tome la decisión de distanciarme de su lado, y esta vez, sí que sería para siempre, le di una oportunidad de reconciliación, y salió mal; por su culpa perdí mi trabajo en lo del tío Ramón el duque, no obstante, regresaría de nuevo y le pediría perdón, pero dudaba que después de seis meses de ausencia, estuviera vacante, lo más seguro es que estaría ocupado.