Me utilizaron mis patrones
En una ausencia de mi patrón, Rosa me insinuó que deseaba hacer el amor y, que tenía una sorpresa para mí, pero que me la daría, después de nuestro acto amoroso.
Mientras hacíamos el amor permanecía impasible riéndose a carcajadas, se reía tanto de mí, que llegué a enojarme con su actitud. Ante mi malestar, dejo de reír, me miro fijamente a los ojos y me dijo:
― ¿Sabes que me has embarazado, buen mozo?
―Pero Ros… ¡qué estás diciendo!.. – Dije tartamudeando.
― Lo que oyes, estoy embarazada de dos meses.
Poco me faltó para que me diera un ataque:
― ¿Y estás tan tranquila?
― ¿Pues claro que lo estoy? Soy la más feliz de los mortales, voy a ser mamá y, tendré un hijo. ¿Acaso es malo ser madre?
―Dios todo poderoso... el patrón…
―Tranquilízate que no pasará nada, tu patrón lo sabe todo.
― ¿Qué sabe qué...?
― Arturo, por primera vez te voy a ser sincera, de mutuo acuerdo con mi esposo, te hemos utilizado para tener nuestro hijo. ¿O creías que te amaba a ti en vez de a mi esposo? Este juego terminó... Nos has hecho un servicio y se te ha pagado bien. Y en adelante, para dirigirte a nosotros: ¡Señora Rosa y Señor Diego! Nunca te olvides, que el padre de mi hijo es mi esposo, ¿lo entiendes? No obstante, puedes seguir trabajando para nosotros, pero con la condición, que tienes que borrar de tu mente esta aventura de sexo, y pensar que nunca ocurrió. Mañana cuando despiertes, hazte a la idea que solo fue un sueño, y no se te ocurra de hablar con nadie de este tema. De lo contrario, te vamos a encerrar en la cárcel para toda tu vida por perjurio. Hicimos gestiones por nuestra cuenta y sabemos que has estado en la cárcel por ser un ladrón. No deberías olvidar que tenemos mucho poder y, los suficientes medios para que te encierren otra vez. Ahora retírate a tu habitación a dormir, que mañana viene el patrón y el trabajo va a ser duro para ti.
Sin mediar palabra obedecí a aquella mujer y me fui a mi habitación, pero no conseguí dormir. Sabía que esta perversa mujer disfrutaría si me veía llorar, y no le di ese placer. Me dolía la cabeza y creí que me iba a estallar. Se aprovecharon de mí, sin tener en cuenta mi juventud y mi poca experiencia de vida. Nunca llegué a imaginar que los dos estuvieran de acuerdo, y se sirvieran de mí para tener a su hijo, sin tener en cuenta mis sentimientos. Fue como si me hubieran robado un trozo de mi propio ser y, lo más grave, sin derecho a reclamar mi paternidad. Tenía que huir de aquella familia lo antes posible, ya que no sería capaz de mirarles a la cara. Pero una fuerza en mi subconsciente me impedía hacerlo, como si me partiera en dos mitades. Después de mucho pensar me quedé medio dormido y, soñé que me encontraba en un laberinto perdido e incapaz de encontrar la salida.
Hice caso a los consejos de Rosa, y trate de imaginar que solo fue un sueño, que nada había sucedido entre nosotros dos, pues que otra cosa podía hacer? Pero aquella fuerza invisible que tiraba de mí hacia lados opuestos seguía en mi interior, y gano la partida la que me dejaría en aquella casa.
Empezaría mi jornada laborar junto a mi patrón, como si no hubiera ocurrido nada. Él era consciente de lo que pasaba desde hacia tiempo, y no diría nada, porque su objetivo se había cumplido, se encontraba feliz, he iba a ser padre.
Y no me equivoqué, salió todo tal como pensé, aún tuvo la desfachatez de saludarme cínicamente con una sonrisa, como si nada hubiera pasado. Pero su hipocresía fue a más, y trato de hacerme más daño. Una noche, mientras cenábamos, puso su mano en el vientre de su esposa y sonriendo dijo:
― ¡Arturo te vamos a dar una buena noticia, vamos a tener un bebe! Hemos pensado en ti, y nos gustaría que fueras el padrino – se me retorcieron las tripas al oír aquellas palabras, me di cuenta que lo que pretendían era reírse de mí, y herir mis sentimientos. Me encontraba en un callejón sin salida, de momento lo mejor sería seguirles su juego sucio y esperar. Hice de tripas corazón y acepte la invitación. Por supuesto que forcé una sonrisa para darles mi enhorabuena.
Su embarazo seguía adelante y en sus caras se podía apreciar felicidad, mientras que a mí me afligía la tristeza, pues aparte del daño psicológico empezaron a infringirme humillaciones. Sabía que tarde o temprano tendría que huir de aquel lugar, porque no les hacía falta, y tenían de mí lo que en principio se propusieron, y harían todo lo posible para que fuera yo el que pidiera el despido, sin necesidad de hacerlo ellos. Pero por mucho que me humillaran, nadie me movería de aquel lugar, sin antes conocer a mi hijo.
Si mi caso se hubiera dado en democracia, les habría ganado la partida por abusar de un menor, y porque se disponen de medios científicos suficientes para demostrar genéticamente quién es el padre. Pero en aquel tiempo de nuestra posguerra donde reinaba el poder de la dictadura y del caciquismo, lo tenía todo perdido, y como bien me advirtió Rosa, “incluso podría ir a la cárcel”.
Como todos sabemos, el nacimiento de un hijo para unos padres es el acontecimiento más hermoso que les puede suceder en la vida. Sin embargo, para mí, iba a ser todo lo contrario: el más triste de mi vida, pues ni siquiera lo podría ver al tener prohibida la entrada en la casa principal, lugar de residencia de los señores, nosotros éramos otra historia. Los trabajadores ocupábamos como residencia una especie de almacén, cercano al establo donde encerraban a los animales. Como se puede observar en esta historia de mi vida, lo mío fue un caso excepcional para ver cumplidos unos objetivos, conseguidos estos, tuve que abandonar la casa y ocupar el lugar que, según los señores, me correspondía.