EL VAGABUNDO AMANTE Y LA DAMA DE LA NOCHE
Categoría(s): Novela
CAPITULO PRIMERO
“La dama de la noche” era un local Stripper nocturno en donde se exhibían entre humos, luces láser y olor a alcohol sensuales bailes que nada tenía que envidiar al místico y seguro deformado baile de Salome ante Herodes. Pero aquí, claro está, ni se bailaba la danza de los siete velos ni se pedía la cabeza de nadie, a menos de forma literal porque algunos si perdían la cabeza o la razón por ellas. Sin embargo seguía habiendo varias cosas en común con la sensual hembra inventora del stripper, dinero, erotismo, provocación y placer. El plantel de las salomes era de lujo, pero había una de ellas que destacaba por encima de todas. Yo la llamaba la enmascarada porque salía con una máscara tapando sus ojos y buena parte de su rostro, sin embargo era más conocida como “la dama de la noche”, como el mismo local, por ser la joya más deseada del antro. Bailaba, excitaba, y se desnudaba parcialmente dejando sin descubrir solamente su monte de venus tapado escasamente por un tanga negro, y claro, su cara siempre oculta por el antifaz de cuero oscuro.
Pasaba de día estudiando, siempre quise ser una profesora, de niña era mi sueño, sin embargo no quería nada regalado, la separación de mis padres hiso que madurara antes de tiempo y a través de esa situación decidí no pedirles nada, pues me quitaron lo que todas mis compañeras del cole, tenían, una familia.
Ese día estaba realizando ante el revuelo del local su típico baile erótico haciendo enloquecer la imaginación desenfrenada y bañada en alcohol de los varones e incluso de algunas mujeres que vociferaban ante cada uno de sus insinuantes movimientos… Se contorneaba con sus largas piernas como una gacela, se agarraba a la fálica barra, la acariciaba… La frotaba… La lamía… Jugando con ella y con su cuerpo en una danza sensual, atrevida y de suma exquisitez, yo como casi todos los presentes la deseaba, perdiéndome en sus balanceos bien ejecutados por sus muslos tensos, medianos de una provocación bíblica y guardianes de su apetecible sexo cubierto solo lo justo para guardar su tesoro y dejar entrevés la extraordinaria riqueza del mismo. Cuando se quitaba el kimono de piel sus grandes senos puntiagudos querían salirse del negro top que lo cubría, para así, libres, gozar. Las luces láser las acariciaban bailando frenéticas en su cuerpo, como queriendo poseer a la bailarina que ante el alboroto provocado por su danza dejaba caer lentamente su top que caía por su desnuda y ya húmeda carne. Sus pezones plenamente erotizados y erguidos terminaban de conquistar toda la sexualidad de la noche.
En fin ahora estoy aquí descargando mi dolor y mi furia en algo que me gusta hacer divertirme y gozar, ver en el rostro de los hombres el deseo, el placer. No estuvo tan mal después de todo asistir al taller de danza contemporánea en la universidad, esto le ha dado ese toque clásico a mi baile, para que vean que no soy una vulgar y que tengo clase, ya que esta barbarie sabe de eso. Bailo, creen que es para ellos, pero, la verdad, no, lo hago para mí y para aquel hombre que cada noche llega al local y sale con una mujer distinta, me pregunto si será feliz veo sus ojos y están vacíos, lejanos llenos de soledad, sin embargo no puedo dejar de pensar en él, sé que vendrá a mí, me lo dice el corazón y nunca me equivoco.
Esta ropa estará bien, me encantan los colores, pero, para el día de noche soy oscura, el negro reina en mis trapos, esta falda y este top estará bien, me están esperando, mmm, eso me gusta, me alimenta la ansiedad de ellos, malditos bastardos, todos son iguales, si supieran como disfruto verlos babeando por mí, mas ninguno me tocará.
Ese día un descontrolado y ebrio espectador quiso subir al escenario loco de lujuria y bien excitado por lo que se marcaba en sus pantalones. Un puñetazo recibido inesperadamente por mi puño hizo que el pobre hombre mordiera el suelo babeando y gesticulando, pasándole pronto el calentón.
Vamos chica llegó la hora de lucirte, eres la dama de la noche y como tal debes actuar, esto es pan comido… ¡Uy! Este borracho se está acercando mucho… Ahí está el, ¡auch! Lo golpeó, mejor me voy…
Ella asombrada más que temerosa hizo ademán de retirase pero esta vez mi mano, ahora con absoluta suavidad le agarro de un brazo.
CONTINUARÁ...
Rosana Vera Vidal y Miguel Ángel Muñoz
Obra registrada en Safe Creative
Código: 1107109645251
Fecha 10-jul-2011 2:14 UTC
SIGUE