El reclamo
¿Te acordás de ese tango que decía que el que no llora no mama? Y a veces es así, sin dudas.
Te encontrás por momentos frente a la imperiosa necesidad de hacer valer tus derechos, o simplemente expresar tus limitaciones, molestias y urgencias para que el prójimo se de por enterado (puesto que condición de adivino no tiene y nadie va a mover un dedo por reclamar lo que por derecho propio [y obligación] te corresponde). Pero (“
y siempre hay un pero”), ahí entra en juego la manera de expresar ese ahogo. Y, como muchas
veces es asfixiante y a presión, se evacua como un volcán sin medir las quemaduras. Y todo es tan rápido que no hay tiempo ni forma de volver atrás. A veces, las cicatrices se cargan en peregrinación hasta la muerte.
Recuerdo en algún momento de mi vida haberescuchado que “
hay tres cosas que no tienen retorno: la piedra lanzada, la oportunidad perdida y la palabra dicha”. Pues sigo aprendiendo que es tan cierto como la certeza de la existencia misma. Y no creo que se trate de callarse para no lastimar (porque lo que muere dentro
se pudre dentro). Más bien entiendo que se trata de la forma en que expresamos lo que decimos.
Cuando nos dirigimos hacia el otro, probablemente obviemos considerar nuestras propias actitudes y, es más, hablar en términos de actitudes no de etiquetas personales (no produce la misma reacción [especialmente a un adolescente con el mundo interno en ebullición] posiblemente si le digo: “
sos un inconciente e inmaduro” a decirle: “esa actitud que tomaste es un tanto imprudente” pues no lo estaré sellando en su personalidad sino hablaré de una actitud aislada que no compromete su identidad ni condiciona determinantemente sus acciones futuras. ¿Acaso no corremos el riesgo de imponer un lugar que el otro termina por creerse y ocupar si usamos el “sos” “es” “soy”?
De eso se trata lo que dicen quienes afirman que la dificultad en la comunicación es el primer fracaso diplomático y primer inductor de cualquier conflicto personal y/o social.
Además, frente al espejo, que bien nos vendría a veces un buen desayuno de empatía antes de salir. Cómo ayudaría antes de emitir un juicio de valor para tan siquiera pensar que el otro puede estar pasando por un montón de situaciones que lo
llevan a actuar (no ser) como lo hace.
¿Te acordás de ese tango que decía que el que no llora no mama? Bueno; reclamo yo llamo a la expresión de un sentimiento, a una necesidad, a un derecho (y obligación) de pedir…si, lo sé, a veces lo que por derecho propio nos… ¿pertenece? Y así como pedir, no es lo mismo que exigir y reclamar, no es reprochar; todo es tan
relativo como sea el momento, la situación y la interrelación de los involucrados. Al menos desde el prisma con el que se esté enfrentado la aventura diaria de vivir.
(Vale la pena aclarar que sólo es una reflexión personal sin intención docente y que me disculpo de antemano por los regionalismos como "sos", "acordás" y otros. El uso lo justifico porque siento que así llega mejor.)