Mineros de Acero +++RECOMENDADO AGOSTO DE 2011+++

No me he despegado de la televisión en estos días, debido al trágico accidente sufrido por un grupo de 33 mineros en la mina San Josè, ubicada en la región de Atacama, hace diecisiete días. Al ver los rostros de las familias, la angustia de madres, esposas e hijos, la preocupación de todos los chilenos, desde norte a sur, de mar a cordillera y del resto del mundo, he averiguado, de cómo aparecieron las minas en mi país y de cómo ha sido la vida de los mineros.

En el Boletín Minero 1158, encontré antecedentes sobre el abandono laboral, el alcohol, la disciplina y control, la salubridad y vivienda del siglo XIX en la minería chilena.

Lo que deseo compartir con ustedes, si me lo permiten.

En cuanto a lo relacionado con aspectos de la vida minera de esos años, pude recapitular lo siguiente:

Desde el siglo XIX, cuando se inicia la labor minera en el norte de Chile, la demanda interna de la mano de la obra, tenía un impacto importante y era afectada por variadas circunstancias. Existían aquellos relacionados con la organización social, el bienestar y la disciplina de los trabajadores. Se caracterizaba al minero, en ese entonces, como un desertor de la tierra, un vagabundo mestizo que rehusaba aceptar su adaptación a una nueva condición.

Existía abandono de faenas de los trabajadores en las minas, lo que producía una alta evasión de los pagos de deudas adquiridas por los mineros con las tiendas de las compañías, problema que ameritaba que las autoridades y mineros, buscaran soluciones con urgencia, lo que importaba, era que las deudas se pagaran, al margen quedaba la preocupación por la estructura familiar del minero. Aparte de la evasión del pago de las deudas, se enfrentaba el abandono de las labores en la mina, por existir un gran número de dueños de minas, que a la vez, eran también hacendados que se beneficiaban, al hacer uso de trabajadores de las minas para realizar sus cosechas. Otra fuente de abandono temporal de las faenas, era producida por el alto consumo de bebidas alcohólicas, la participación en juegos de azar y otras formas de sociabilidad.

Esto llevó, a que la venta y consumo de alcohol en los minerales, se prohibiera, por el ausentismo y desórdenes provocados, pero luego se autorizó el consumo y la venta de bebidas alcohólicas por un período de 24 horas durante los fines de semana. En el año 1841 la prohibición fue total, pero la autoridad de ese entonces, consideró que la medida era errónea, porque los mineros se reunían a consumir alcohol en las quebradas cercanas a la mina, cometiendo “los mayores excesos”, mientras que si bebían en el mineral mismo, los trabajadores podían ser mucho más controlados.

Dentro de todo esto, otra razón para hacer la “vista gorda” como decimos comúnmente, era el hecho de que existían mineros muy ricos que eran dueños de grandes viñedos. Ya hacia los años 1870 los mineros tuvieron un cambio en su actitud, mostrándose más estrictos en cuanto al consumo y los “excesos” que se producían a raíz de este vicio.
En 1869 la mayoría de los administradores logró el cierre de las fondas y chinganas, reapareciendo estas, para los “dieciochos“y fiestas navideñas.

El crecimiento de la población minera, trajo problemas de la disciplina en los minerales y pasó a ser una constante preocupación, tanto del gobierno local como de los mineros.
Este crecimiento poblacional, produjo problemas de control social, hacinamiento, falta de servicios y aumento de la criminalidad, (embriaguez en las minas, robos de animales, de metales, riñas, y otros delitos menores).

En las minas, en ese entonces, la autoridad estaba en manos de los mayordomos, quienes eran subordinados del subdelegado, quien, a su vez, estaba bajo la autoridad del gobernador del departamento. Esta estructura no estaba exenta de contradicciones, era práctica para los intereses de los mineros. La policìa era de muy poca importancia y solo existìa un grupo pequeño que hacìa las veces de guardia, pero nada establecido.

En cuanto a la salubridad y vivienda, en esos años, existía una imponente iglesia del mineral, excelentes casas, con muebles de lujo, que eran entregadas a los administradores y otros trabajadores de confianza de las minas, pero los alojamientos de los trabajadores eran casi inhabitables, algunos mineros vivían al son y al sereno con sólo algunas recovas de arbustos, los ranchos existentes, eran ocupados por mayordomos e ingleses y algunas personas que no pertenecìan ni aún a la faena. El alimento consistía en una mala chancaca, pan y agua de la mina.
Las dificultades sanitarias, especialmente aquellas relacionadas con las constantes epidemias de viruela, eran una preocupación permanente para las autoridades, así como para los mineros.

Los problemas de salud específicos de los trabajadores mineros en esos años, consistían en accidentes del trabajo y en enfermedades profesionales. Los derrumbes, incendios y explosiones, al interior de las minas eran comunes y los dueños de las minas, administradores, trabajadores y burócratas, reaccionaban en forma solidaria en ayuda de los trabajadores en peligro, tanto los funcionarios de gobierno, como la prensa local coincidían en afirmar que un gran número de accidentes podría haberse evitado, si las medidas legales de seguridad hubieran sido aplicadas.

Y aquí me detengo. Estamos en el siglo XXI, año 2010, la tecnología ha sido un avance tremendo, la economía minera ha crecido en grandes proporciones, pero en esta mina, al margen de otras, aún se carece de los recursos de seguridad y protección para tan loables trabajadores. Además, esta minera, según informaciones dadas a conocer, no se encontraba autorizada para laborar, pero sin embargo, estaba funcionando, lo que deja mucho que decir, lo que hace que urja, una revisión prolija de quienes son los entes competentes para ello y que desaparezcan los compromisos políticos o sociales, para que las leyes se cumplan. Las empresas (no quiero echar al mismo saco a todas las empresas, me refiero a algunas) no ven en primer lugar al minero como persona, que detrás de estos hombres existe una familia, La lucha por hacer notar las condiciones de esta mina en particular, viene desde el año 2007, año en que los trabajadores que han laborado directamente para esta minera, se retiraron por no existir condiciones de seguridad.

Los obreros que se encuentran atrapados desde el día jueves 05 de agosto, corresponden a terceros que se ocuparon del lugar bajo condiciones de riesgo.

Estos diecisiete días vividos por la familia de estos 33 mineros atrapados, por los habitantes de este país, por las autoridades, tanto regionales como centrales y por que no decir, del mundo, hoy han tenido una gran luz de júbilo. A la madrugada de este día, se tuvo la primera noticia que daba un respiro de aliento, la sonda había roto el piso del lugar en donde se encontraban los mineros y se escucharon dos golpes, que en el lenguaje minero, significa “estamos vivos”. La alegría y felicidad se intensificó y las emociones desprendían llanto de parte de los familiares, todo el mundo se abrazaba y derramaba lágrimas de dicha, se apreciaba a través de las imágenes impartidas por la televisión, que no había diferencia entre trabajadores mineros y autoridades, todos los rostros demostraban la alegría y la emoción, se tenía el primer contacto con los mineros por medio, primero de un martillo dibujado con pintura roja en la sonda y luego, una nota escrita con tinta roja, por el minero de más edad, que alzaron amarrada con tiras de goma a la sonda, en la cual se leía claramente “ Estamos bien en el refugio los 33”.

Ahora, a esperar la máquina que tendrá la labor de ensanchar la cavidad actual, que tiene un diámetro aproximado de 12 cm a 66 cm, para por ese hueco, extraer a los 33 mineros, faena que no será fácil ni pronta, pues se estima que diariamente, se romperán unos 15 metros.

Y a esta hora, aún las emociones se palpan en el aire, roguemos para que este grupo de hombres esforzados, valientes y osados, vean en un tiempo más, la luz del sol, sientan en sus rostros el viento y abrasen a sus familiares que esperan con fe, su regreso.