VIAJE AL AZAR

EXPLICACIÓN:

Esta es una novela corta o un relato largo, como se quiera. Está escrita hace tiempo y colgada en blogs y páginas digitales pero quiero darle más publicidad porque a mí, me gusta. Sin embargo, como me considero una escritora muy mediocre, después de rectificarla nuevamente, he pensado que no estaría mal publicarla en este apartado por si algún lector tiene suficiente interés en leerla y concer su opinión si tiene a bien comunicarla.
Si veo que tiene un interés medio de lectura, cada semana pondré un capítulo, si no es así. Punto final.
Lo que sí pediría es crítica o comentario como ya he dicho porque eso me ayudará a continuar con la corrección. GRACIAS A TODOS AQUELLOS QUE TENGAN EL VALOR DE LEERME. - MAGDA.












VIAJE AL AZAR
Por
Magda R. Martín



Estaba decidido, me marchaba. No quería vivir sola en aquella casa tan grande donde las habitaciones de techos altísimos, las camas enormes, viejas, las escaleras anchas de escalones crujientes que resonaban como misterioso maullido de gato fantasmal me encogían el ánimo. No soportaba la soledad de aquel caserón construido en tiempos inmemorables aislado del pueblo como si sus habitantes hubieran querido permanecer siempre apartados del calor proporcionado por la comunicación con otros semejantes. Los deseos de huir se hacían imperiosos y una sensación de ahogo me impulsó a buscar aire puro en el extenso y descuidado jardín. Si es que se podía llamar jardín a aquel erial porque los hierbajos lo cubrían por aquí y por allá y aquel olivo añoso de tronco retorcido, con ramas parecidas a garras que siempre me habían asustado, era su único adorno.
Desde aquella primera vez cuando Juan me llevó allí, a la casa de sus ancestros, la presencia del caserón que, ahora, era todo mío, me causó escalofríos.

Desde aquel exterior soleado en donde me sentía más segura, volví a mirar la pesadez del edificio. Demasiado grande, semejaba un desafío. Era evidente, no lo quería. Sin embargo, debía aceptar que aquel silencio espeso del lugar, me había ayudado a reconocer la verdad de mi vida.
Me trasladé a la casa de Valdeolivas en la provincia de Cuenca, para huir del calor de Madrid con la idea de pasar allí los tres meses de verano. El ruido de la ciudad y el runrún de los coches con las ventanas abiertas, se oía en el piso de la capital como una marea estresante que no paraba ni aunque la gente se fuera de vacaciones, pero la soledad encontrada en aquel lugar, le proporcionó a mi pensamiento suficiente tiempo libre para esclarecer los sucesos ocurridos. No huía sólo del calor y del ruido, huía de mí misma, de mi soledad interior, de los recuerdos, de mi propia vida. En aquellos pasillos alfombrados y silenciosos entre cuyas paredes se escondía el hálito de tantas vidas concluidas, descubrí un recóndito deseo: Me hubiera gustado ser distinta, no ser yo, tener otros recuerdos diferentes a los míos, ser otra sí..., ser otra que no guardara en su corazón ningún signo de sufrimiento, hasta que comprendí como aquel deseo era una necedad. Jamás podría ser otra. Debía aceptar los sucesos acaecidos, vivir con ellos, me pertenecían exclusivamente, estaban pegados a mí como mi propia piel.
Volví a fijarme en el olivo. ¿Por qué no lo habrían cortado? – pensé-. Parecía incólume. No moría nunca. No sabia por qué lo odiaba. Tal vez porque era un ser vivo con cuantiosos secretos escondidos. ¡Cuántos hechos, incidentes y sucesos ocurridos a su alrededor tenía grabados en su corteza! Me pareció como si todo este conocimiento le proporcionaba un desmesurado poder que, en realidad, era el motivo real del rechazo. Lo imaginaba vigilante hipócrita siempre atento a los acontecimientos y conversaciones desgranadas junto a su retorcido tronco. Lo aborrecía porque sabía demasiado, porque podía reírse de todas las miserias humanas mientras él continuaba allí, intacto, con la libertad de juzgar las acciones ajenas tal cual inquisidor arbitrario. Sí, lo odiaba, a él y a la soledad que, en aquel momento, evocaba todo el entorno... Me marchaba...Sí. Vendería la casa. No la quería. No estaba segura de si aquellas sensaciones de rechazo eran percibidas porque el lugar las emitía o si era mi situación anímica del momento la que ocasionaba el choque, sólo era consciente de una sensación interna, imperiosa, que me impulsaba a huir. Quería proponerme la vida en otro lugar aunque fuera sólo temporalmente como si ese cambio, pudiera darme la seguridad perdida. Y para eso, me dije, necesitaba dinero; sería preciso vender algo.
Después de la muerte de Juan, había tenido muchos gastos y aunque conservaba cosas de valor, no deseaba desprenderme de ellas, eran recuerdos amados conseguidos entre Juan y yo durante nuestra vida en común. Debía buscar algo para poder conseguir dinero de una manera rápida pero menos traumática.
Entré en la casa mientras examinaba las cambiantes ideas de mi mente. Parada en el centro del largo pasillo alfombrado, me estremeció el olor a moho desprendido por las paredes. Miré mis manos, una sobre la otra como si esta postura me infundiera valor. En el anular de la derecha, destacaba el anillo de brillantes y ese detalle despertó la idea. Las joyas. De ahí sacaría los medios necesarios para realizar el viaje.
La decisión envolvió mi ánimo con un vendaval de aire fresco; eran gemas antiguas, valiosas, heredadas por Juan de no sabía quién. Recordé a un joyero amigo dueño de un establecimiento en Cuenca, él las compraría.
No sentí ningún remordimiento cuando escogí las más llamativas, yo no era amante de las joyas, usaba las imprescindibles, siempre por no incomodar a Juan, por lo tanto, no me ocasionó disgusto guardarlas en mi bolso y con ese entusiasmo que da la seguridad de haber encontrado una solución a un problema, me dirigí al garaje donde estacionaba mi pequeño Clio rojo.
Sentada al volante no pude evitar darle unas palmaditas cariñosas, le tenía afecto. Cuántas horas de felicidad había pasado allí, al lado de Juan. Me lo regaló en mi cumpleaños hacía ya un montón de años. Él lo consideraba un coche especial. Me explicó la singularidad de su compra en un concesionario de segunda mano cuando, al verlo, tuvo una corazonada. El coche nos llamaba, de alguna manera nos pertenecía, -dijo-. ¡Cuántos viajes felices habíamos hecho en su interior! ¡A tantos sitios! Juan siempre comentaba la extraña compañía continua de un pasajero clandestino. Alguien muerto en su interior en algún accidente antes de volver a ponerlo a la venta. Un ser femenino, una mujer rubia, decía. A mí me ocasionaba risa la ocurrencia aunque siempre miraba, con cierta suspicacia, hacia el asiento trasero por si, de verdad, veía a alguien y aunque nunca la vi, sin embargo, estaba segura de la veracidad de las palabras de Juan. Era un hombre intuitivo, con premoniciones muy marcadas que acostumbraban a cumplirse. Ahora ya no pensaba en eso. Me había quedado sola. Ya no podía reír ni comentar con Juan sus extrañas ideas.
Advertí la cercanía de Cuenca al dejar atrás el campo de girasoles.
El joyero, amigo de Juan, no me defraudó, me pagó bien las joyas y, después de ingresar el cheque en el Banco, comencé a proyectar el viaje con más convencimiento. Sería una temporada larga. Tal vez todo el invierno. A un sitio de mar. A Juan le gustaba mucho Santander pero no sabía si un lugar tan lluvioso sería conveniente para mi estado de ánimo. Alicante o Málaga estarían mejor, quizás. Pero eran ciudades demasiado turísticas, aun en invierno. Yo necesitaba estar sola, sin bullicio, para encontrarme otra vez a mí misma.
Con todos estos pensamientos enredando en mi mente, fui consciente de mi desorientación, me había perdido. No recordaba donde había aparcado el coche. Miré a un lado y a otro para ubicarme. Cerca se veía el río Júcar, más allá, la hermosa serranía conquense; en la misma esquina, la iglesia de Nuestra Señora de la Luz y el puente de San Antón. Retrocedí calle arriba hasta que lo encontré en un descampado habilitado para aparcamiento. ¡Mi pequeño Clio! Me acerqué con prisas hasta él con el desasosiego de haber perdido a un hijo y con cierta ternura, lo acaricié como si tuviera vida.

SIGUE

Invita a seguir leyendo, Magda.
Con el debido respeto (y sabiendo que no lo tomas a mal) tal vez siendo lo descriptivo y la psicología del personaje tan intenso en su vida, apelaría más a imágenes para describir antes que palabras (por ejemplo, al hablar de lo grande de la casona, describir lo pequeño de los muebles para dar sensación de amplitud). Aunque usas ya varias imagenes interesantes como el moho de las paredes. Al comienzo, revisaría la puntuación para poder dar aire al leer y sus espacios ("Estaba decidido; me marchaba. No quería vivir sola en aquella casa tan
grande; donde las habitaciones de techos altísimos, las camas enormes,
viejas y las escaleras anchas de escalones crujientes (que resonaban como
misterioso maullido de gato fantasmal), me encogían el ánimo").
Una historia que atrapa y crea ansiedad sobre ese viaje. Por demás humana y de un contenido pleno de vida; hondo.
Como siempre, es sólo una observación de una simple lectura (hecha con atención y gusto) que no tenés por qué tomar más que como lo que es.
Un fuerte abrazo. Admiro y disfruto tu escritura.

¡jajaja! Estos de las correcciones nunca se sabe qué hacer.. No te preocupes Silvina, no me ofende, al contrario, te lo agradezco porque sé que lo lees con atención y me ayuda a corregir.
Bueno, lo que dices sobre la descripción de los muebles pequeños par dar sensación de amplitud..¡buff! no sé, no lo tengo muy claro porque, quiero dar a entender que todo es grande, incluso los muebles y eso le agobia a la protagonista, no se encuentra recogida en el hogar, amparada y acogida como cuando estás en un lugar pequeño.
En lo que se refiere a la puntuación, estoy más segura. El primer punto y coma ( despues de "decidido", sí lo acepto. El que has puesto después de "en aquella casa tan grande ( donde..." no me parece porque corta la continuidad del pensamiento, la exposición de los detalles. Sí quitaría esa conjunción que hay después de "...camas enormes, viejas (y)" en su lugar pondría una coma (,) y el paréntesis final entre "que resonaban" y "gato fantasmal" también podría dejarse.
Es muy difícil escribir correctamente y mucho más cuando son relatos largos o novelas.
Te agradezco mucho tu interés y atención, de verdad, ¡Gracias! Espero que continúes. Un abrazo. MAGDA.

No se por qué han salido en el texto anterior los emoticones (las lunitas) no era mi intención ponerlas. He debido pinchar donde no debía, lo siento.

Jajaja...Magda, me sucede con el MSN lo de los emoticones. Mil gracias por tu respuesta y claro que la seguiré. Un abrazo.

Magda, me has tenido en vilo... es más, sigo estándolo. Quizás por conocer con exactitud esos sentimientos... me he visto en la protagonista. La atmósfera logra esa sensación de asfixia ante un lugar que aborrece, pues le enfrenta a esa misma soledad atiborrada de recuerdos y emociones encontradas. Me encantará seguirla pues me has atrapado. En mi caso, soy quizás demasiado práctica: me gusta, me atrapa o no. Si logro caer en la red de la historia, o el personaje me envuelve... ya no la dejo. Mi juego es conectar con el personaje y seguir la indicación del autor con relación al ambiente, a menos que sea cansino en descriptiva, y no ha sido el caso. Creo que has volcado los ingredientes necesarios para que el personaje se desarrolle dentro de esa tensión a sus anchas, con el cargamento emotivo con que has recreado un buen comienzo de historia.
Ufff cómo me ha costado Magda! Conoces bien que me cuesta dar una opinión sobre las obras de otros y más, cuando se espera que debata sobre recursos y/o tecnicismos, sabes que ese no es mi campo. Pero lo has pedido... y lo he intentado! jejeje.
Sin embargo, debo reconocer que lo he visto muy claro, no me costó estar allí sabiendo lo que esta mujer sentía, pensaba, sus temores. Muy bien logrado, Magda, es mi opinión subjetiva y personal. Ten en cuenta que no soy de detenerme en detalles, pues mi percepción casi siempre recae en los perfiles humanos, en los comportamientos, en lo sensorial y el eje donde se mueve todo... el punto de tensión, el "leit motive" de las historias y probablemente descuido ser detallista en otros aspectos.
Pero Magda... ahora no me dejes sin conocer el resto!!
Un abrazo y mi enhorabuena: una vez más confirmas que eres una excelente escritora.

Gracias Zeltia, me alegro de que te haya atrapado, mi temor es que lo siguiente no atrape tanto, la verdad es que toda la historia gira alrededor de los pensamientos y sentmientos de este único personaje que pretende superar esa sensación profunda de pérdida total, algo que, creo, es bastante difícil cuando se ha "conectado" con una persona tan cercana como es tu compañero de camino en la vida. No voy a contar el final pero tiene su... misterio, aunque hay que seguir leyendo.
¡Ojalá te siga gustando. No es muy larga, tiene unas 55 ó 56 páginas. y los capítulos son cortos.
Gracias por tu comentario, un beso.

¿Mediocre? ¿Dónde? Estimada, la imagen es nítida, hasta te diría como dicen ahora en HD. Los sentimientos ni hablar. Y no es que te este adulando, para nada.
Las sensaciones de estar parado al lado de esa mujer compartiendo cada paso y pensamiento que por su mente pululaba, eran y son totalmente tangibles.
De la misma manera que no me creo un escritor con todas las letras, tampoco lo soy como crítico, pero me gusta proclamarme buscador de ilusiones para el alma.
Y creo que encontré una.
No tengo el placer de conocer España, a duras penas e cruzado a Uruguay, unos días en brasil, que no cuentan y algo mas a Chile, siempre de chico y con poca cabeza para andar guardando recuerdos, pero me sentí allá.
Me gustan mas las novelas épica y de época, donde hay caballeros y a veces algo de fantasía, pero quiero saber mas quiero seguir este "viaje al azar", así que aquí tienes un lector incondicional.

Como verás, lo técnico no es lo mío - por ahora -, me gusta más tratar de ver que hay dentro de la historia, que derrotero lleva y cuan profunda puede ser el alma que la sostiene. Seguiré leyendo sin duda.

Gracias, amigo. Yo estoy contigo en esa parte en la que mandan los sentimientos. Creo que mi estilo de escritora aficionada, es escribir desde los sentimientos hacia lo sentimientos. Si,luego, puedo añadir una técnica más o menos perfecta (¡¡¡) miel sobre hojuelas.
Te espero en ese viaje al azar por las carreteras de España. Aunque he de advertir que, como el origen de esta escritura es de hace casi 15 años, las carreteras que se nombran no coinciden con las actuales pero, creo, que eso no es lo más importante.
Ojalá disfrutes leyendo. Como le digo a Sandra, es un personaje único, una especie de monólogo que en algún capítulo se dialoga y también con el misterio correspondiente que es el nudo de la historia. Un abrazo y gracias por tus palabras.

Muy agradecida por la felicitación , por todos tus interesantes consejos que conservo y por tu tiempo empleado en este relato que sí, es más relato que novela pero ahí està.
Escrito en su origen hace muchos años en tercera persona, luego, lo encontré muy frío, le faltaba cercanía para ser casi un monólogo y lo reestructuré en primera persona, más tarde, ha sido rectificado y en esta fase, vuelvo a rectificar aunque poco ya.
Agradezco profundamente tu atención y palabras. Gracias.