Al Servicio de su Majestad

P-2 era, por así decirlo, un agente estrella. Una verdadera leyenda y orgullo del servicio secreto de mi país. Requerido en incontables ocasiones para colaboraciones, entre otros, con la CIA estadounidense, el MI6 inglés, el Mossad israelí, la DGSE francesa, la KGB rusa y el 特务组织; 特务工作; 情报机构; 特勤部 chino. Su meticulosidad y capacidad de análisis eran sencillamente asombrosas. Su conocimiento de las tecnologías de comunicación, avanzadísimo. Nunca pudo saberse con exactitud cuantos idiomas y dialectos dominaba. Su habilidad para descifrar mensajes en clave, increíble, y su destreza en el arte del maquillaje y del disfraz para mimetizarse en cualquier ambiente, extraordinaria.

Casi, casi, era demasiado bueno para ser real. Hacía años que su verdadera identidad y apariencia eran totalmente desconocidas por todos. Nadie sabía a ciencia cierta su edad o su nombre. Se desconocía su real estatura. Si estaba gordo o delgado. Con o sin pelo, bigote o barba de alguna clase. El tipo era un enigma absoluto, lo que lo hacía altamente codiciado para todo trabajo considerado casi imposible de realizar. Era sólo el gran P-2 y, para nuestro orgullo, enaltecía el acervo nacional.

Lástima que por su marcada autosuficiencia, tuvo que terminar sus días prematuramente de una forma tan inesperada como cruel. Y en aquel rincón tan olvidado del planeta.

El incidente sucedió en medio de una delicadísima misión encomendada por quien sabe que potencia, en la Provincia de Urūzgān, en el milenario y conflictivo país afgano. Más precisamente en el distrito de Dihrawud. Fue allí, donde nuestro agente se hallaba infiltrado como un nativo más de la región, para recabar datos de vital importancia para su empleador, que su carrera se vió truncada y casi con toda seguridad, su cabeza también.

Se hallaba caminando indolentemente entre las chozas por aquellas callejuelas ardientes y polvorientas, cuando dos mujeres, madres de familia, que venían de hacer las compras en el mercado de la plaza principal, se lo cruzaron. En su lengua nativa, Urdu, entremezclado quizás con algún dialecto regional, una de ellas le dijo a su compañera:

- ¿Viste a ese tipo que pasó?
- Sí , - respondió la otra - ¿por?
- Porque es un espía y seguro que es argentino
- ¿Pero cómo podés saber todo eso con sólo mirarlo?
- Fácil - Contestó la aldeana – Mirále la espalda de su túnica...

La segunda mujer giró curiosamente la cabeza y pudo leer nítidamente la leyenda que resaltaba en letras blancas sobre el fondo gris oscuro de la burda tela. Esta rezaba: “¡SOY EL MEJOR ESPIA DEL MUNDO!”

Ja...reirse de uno mismo no sólo es de buena persona sino un buen modo de mantener saludable el espíritu. Como argentina, me río (y lloro) con nuestra idiosincrasia. Entretenido, original, bien escrito y con un final que deja una sana sonrisa en los labios.
Un abrazo.
Silvina.

Gracias, Silvina. Concuerdo plenamente con vos. Es que si no nos reimos un poco de nosotros mismos y el modo en que nos ven de afuera, estariamos llorando a moco tendido todo el tiempo. Y eso no me gusta. Mejor tomarse las cosas con un poco de humor. Me alegra que te haya gustado, amiga. Siempre aprecio tu visita por este rincon. Un abrazo de vuelta,
Jose

JAJAJA ARGENTINO TENIA QUE SER?, JAJAJA
AHORA NO SON TODOS ASI,PERO QUE LOS HAY LOS HAY JAJAJA,MUY BUENO, ME REI DE LO LINDO CON EL FINAL (QUE NO ESPERABA EH)

Esh que noshotros shomos ashi, vishte...? Jajajaja... Me alegra que te haya gustado, amigazo. Ya se que muchos de mis compatriotas son asi de agrandados y a ellos va dedicado el cuentito, a ver si les cae la ficha... Gracias por tu visita y comentario, Mateo. Un gran abrazo,
Jose

¡jajaja! La vanidad es siempre nuestro mayor enemigo. Me gustan esos finales imprevistos que acostumbras a escribir, el principio es serio, crees que vas a encontrarte con una historia de misterio o policíaca y acabas con una carcajada. Estupendo, Jose.

Muchas gracias, Magda. En este caso, es un poquito de autocritica a nuestra idiosincracia tan particular, de un modo humoristico. Pero, si uno no se rie un poco de uno mismo, se termina tomando muy en serio. Y eso no es bueno. Aprecio siempre que me permitas divertirte con mis cuentos, amiga. Un gran abrazo,
Jose

Jose, ¿No es exagerado eso, che?, jajjaja, gracias por levantarme la sonrisa, un placer amigo, abrazos

Jajajaja..., ese estuvo muy bueno, Jaime. Y no lo conocia. Ahora lo voy a agregar a mi repertorio. Y es asi, no siempre, pero generalmente se nos va un poco la mano con los delirios de grandeza. Siempre es un gusto verte por aca, querido amigo. Un gran abrazo,
Jose

Gracias, Manuel. Pero muchas veces es realidad. Asi nos perciben en el mundo por creernos tan autosuficientes, siendo que no somos ni mas, ni menos que cualquier otro mortal. Siempre es un gusto verte por aqui, querido amigo. Un gran abrazo de vuelta,
Jose