Clima de Fiesta.

El ambiente estaba enrarecido, clásico en la llegada de las fiestas navideñas y la finalización del año.
Los cierres de balances personales, los nuevos proyectos venideros, las reuniones en las empresas, con amigos, regalos para la familia, en fin, lo de todos los años pero, cuando se vive la pubertad pareciera que esta época movilizara más las hormonas. Joda viva para el Gallego y para mí que ya teníamos un arsenal en cohetes y petardos, provisión obtenida con los vueltos de los mandados, juntados con la mejor cara de boludo, monedita tras monedita.

¿Pero quien podía resistir no hacer estallar dicho arsenal antes del 25 de Diciembre cuando por lo menos faltaban quince días?

Las siestas eternas, calurosas y aburridas, la escuela cerrada hasta Marzo.

Sentados a la sombra del limonero no pudimos resistir la idea de comenzar los estallidos esa misma tarde y de ser posible, durante el descanso siestero. El silencio invitaba a los estruendos y además íbamos a dejar a más de un dormilón estampado contra el cielorraso. Cosa que disfrutábamos de sólo pensar.

El ataque comenzó por lo de Don Gómez y fue en represalia por las inmensa cantidad de pelotas que cayeron en su casa y que cortó con un cuchillo en la terraza de donde mostraba su malvado acto con una sádica sonrisa.
Estaría durmiendo con seguridad junto a la ventana que daba a la calle.

Allí fue la primera detonación. Luego, en lo de la vieja chancletuda que nos mojaba apropósito la canchita bajo el ceibo donde jugábamos a las bolitas y por último en una esquina cuatro o cinco cuadras del barrio, donde un largo zaguán de altas paredes invitaba a que la detonación fuese realmente estruendosa.

La sorpresa fue que el último estallido fue en la propiedad del comisario de la 2º de Florida y que casualmente llegaba a su casa en el momento de la detonación y nuestra veloz huida.

Jamás olvidaré ese fin de año prohibido de salir a festejar con el Gallego.

JA. eran bonitos esos tiempos en los que los petardos, cohetes, viejas, estrellas, estaban permitidos, y ese clima de niño y joven que se apoderaba de uno, era realmente hermoso. Como bien dices, esas maldades eran normales, yo les tiraba las estrellas a las señoras para que empezaran a saltar, jaja, era un lindo espectáculo. belo escrito amigo, como siempre, que me hizo recordar viejos tiempos. Relato que llega en los recuerdos cumpa.

Un abrazo,

Ignacio

JAJAJA ,Y NO PROBARON PONERLOS DENTRO DE UNA BOTELLA? O DENTRO DE UNA LATA, AUNQUE ES PELIGROS,JAJA. ACÁ EN DICIEMBRE DESDE LOS PRIMEROS DÍAS YA SE EMPIEZA CON EL CUHETERIO MAS A LA HORA DE LA SIESTA (NI IDEA PORQUE,PERO SUPONGO QUE ES LA MEJOR HORA PARA HACER REZONGAR A LAS VECINAS)
UN BUEN CUENTO TÍO COMO SIEMPRE DONDE JA PUEDO ENCONTRARME COMO PERSONAJE