RECUERDOS HUIDOS

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RECUERDOS HUIDOS



Acunada por la música de Schubert, sentada en el escalón del quicio de la puerta, contemplaba el paisaje. Bajas montañas que se quedaron casi a ras de tierra como no queriendo crecer, salpicadas sus laderas de pequeñas casas con tejados rojos y a la derecha, un trozo de mar azul precursor de una inmensidad oculta que servía de acicate para buscar más y perderse en insondables profundidades.
En el patio, la frondosa passiflora comenzaba su ascenso prendiendo sus zarcillos en cualquier saliente para, así, llegar a lo más alto y cubrir la fachada con su verdor oscuro iluminado de trecho en trecho por las exóticas flores moradas. Un poco más hacia la izquierda una tímida buganbillia se esforzaba en alargar sus tallos tiernos agarrados a la esquina donde la celosía se unía por un murete adornado con una bola pintada de blanco en imitación de otras dos que decoraban la verja de entrada. Esparcidas por el pequeño espacio, una palmera todavía diminuta, se mantenía enhiesta en su tiesto sobre una mesa de hierro pintada de azul cobalto mientras la exuberante menta dejaba escapar su perfume en cuanto era acariciada por manos ávidas de hermosura y en la esquina de la puerta, junto al banco de mosaicos azules y blancos, un oloroso jazmín obsequiaba al observador con unos capullos rosáceos presagio de blancas flores perfumadoras de la noche.
El sol calentaba como sólo calienta en el Mediterráneo y las cigarras dejaban oír su chirrido continuo recordando a cualquier oído que quisiera escucharlo, la autenticidad del verano.
Le había visto por primera vez el día anterior al domingo mientras sacaba a pasear a su pequeño perro negro. Era uno más de los extranjeros que se acercaban a las costas templadas de España cuando, en sus países, el frío descubría su actividad agazapada durante los días de estío, sin embargo, su presencia, su figura, algo muy personal en él, aunque ya denotaba su ancianidad, despertó en mi un recuerdo al que me fue imposible darle una seguridad. ¿Era un recuerdo o simplemente una coincidencia? Me pareció él aun habiendo pasado tantos años sin verlo pero ¿acaso, no sería una semejanza? ¿Acaso, la mente juguetona se divertía comparando su figura con alguien parecido, el cual, en otra ocasión ya huida, había quedado grabada en el subconsciente? ¿O realmente era él? La duda quedó pendiente sin poder darle una solución. Luego lo olvidé, no debía permitirle a mis pensamientos el engaño de un hipotético reencuentro; aunque la idea era maravillosa, el suceso sería demasiado arriesgado ante el peligro de una ilusión que podía transformarse en una frustración demasiado dolorosa y muy difícil de superar después del tiempo transcurrido. Pero, aquella mañana, al verlo por segunda vez, mientras escuchaba las notas de la Sinfonía nº 1 de Schubert desgranadas por el aparato de música, el recuerdo se hizo real. Era él. ¿Cuántos años hacía que no lo veía, 20... tal vez 30...? Su cara envejecida no había perdido sus hermosos rasgos. Tostada su piel por el sol mediterráneo, la luz había prendido en sus ojos dotándolos de un azul tan intenso como el del mar extendido en la lejanía.
Me miró y detuvo sus pupilas tiernas en mi rostro. Mi corazón dio un brinco cuando creí volver a ver resplandecer su sonrisa en un reconocimiento mutuo. Sí, él también me había identificado pero después de aquel instante, sus ojos cambiaron hacia el paisaje, hacia el paseo, y aunque me pareció leer la duda en su expresión y la esperanza en sus ojos, no volvió a mirarme. Yo era para él solamente un recuerdo que, por un momento, renació. Intuitivamente supe que sólo había sido una luz, un chispazo ilusorio en una mente abarrotada de memorias entrecruzadas a las cuales no se podía conferir una imagen concreta. Mi persona había pasado a ese lugar en el cual, de vez en cuando, surge una figura reconocida superficialmente como alguien que formó parte de nuestra vida, ahora, perdida ya en el rincón del pasado, aquel pasado hermoso pero desaparecido... muerto.
Así lo comprendí y mientras él continuaba su paseo como un turista más, fijando, tal vez, en su memoria, esa pregunta que tantas veces nos asalta: "...se parece a...¿podría ser...?", para encontrar la única respuesta sensata: "...da lo mismo, ya ha desaparecido, existió un tiempo..., fue..., luego, dejó de existir...", me detuve a contemplarlo y a revivir aquella unión olvidada.
Le vi continuar su camino, en silencio, pensativo..., yo seguí admirando las plantas que adornaban el patio mientras finalizaba la hermosa sinfonía de Schubert. – MAGDA.

COMO ME GUSTA LEERTE, PORQUE ES UNA LECTURA QUE ME LLEGA FACIL, QUE ME DEJA SIN PREGUNTAS, Y QUE DISFRUTO SIEMPRE.

Excelente historia, Xanino. Y coincido con Mateo, tus relatos son de narrativa impecable y llegan directo, sin rodeos, al corazon. Un gran placer leerte. Saludos,
Jose

Gracias mi amigo Mateo y a tí también Jose, por vuestras palabras, no solamente porque halagan mi vanidad de posible escritora (que también, no voy a negarlo), sino por saber que consigo despertar en vosotros ese placer de una lectura que serena los sentidos. Eso para mi es muy gratificante. ¡Gracias, amigos!

Recuerdos que no huyen en definitiva,sino que quedan grabados en esta muy buena historia.

Exacto,los recuerdos no huyen, sólo creemos que huyen pero siempre están ahí formando parte de nosotros para recordarnos tanto las alegrías como las tristezas pasadas.
Gracias por leerlo, amigo

"Lindo haberlo vivido pa´ poderlo contar" dice una canción de por acá.
Se sintió la calidez del mediterráneo y el aroma de esas plantas,
pero más la calidez de tu paseo por los recovecos de la memoria,
ya memoria viva de tu propia vida.
Lo había leído, me gustó reencontrarlo.

Algunas veces no recuerdo que textos ya he puesto en el foro y cuando los leo, me gustan, y ahí van. Bueno está que te haya gustado reecontrarlo. Gracias por leerlo otra vez, mi buen amigo.

Me satisface que te haya gustado el relato, amigo Nomade, esas palabras surgidas desde tus hermosos 25 años me halagan doblemente porque hay quien desde la juventud, encuentra mis escritos desfasados o algo cursis, tal vez.
Agradezco mucho tus palabras, de verdad, ¡Gracias!

Es un bello relato que podría dividirse en dos partes, la primera en una descripción de la escena que has escrito con lujo de detalles y la segunda una reflexión sobre el pasado que esta sólo en el recuerdo pero, al que no se puede rescatar para vivir un presente.
Disfruté de la lectura, gracias.
Un abrazo

Me alegro César de que hayas disfrutado leyendo este corto relato, ese es mi propósito. Gracias por tus palabras y tu atención. Un abrazo.

¡Qué alegría, querido Jaime, ver tu imagen y leer tus palabras! Espero que ya estés completamente recuperado. Yo, entre vacaciones, calor y esos problemas machacones siempre dispuestos a entorpecer nuestra serenidad, he pasado el verano... todavía con esos últimos coletazos de calor pero las noches ya son fresquitas, afortunadamente, y como tú, me evado de todo lo que me incomoda con la lectura y la escritura que es un bálsamo para mí. Más la escritura porque es más íntima, más mía, más "yo". Mientras escribo, desnudo mi alma, expongo al aire mis más íntimos sentimientos, mis deseos, tristezas y alegrías y así libero mi espíritu y lo dejo limpio para poder sobrellevar lo próximo, lo que venga, lo que el destino tenga dispuesto para mí.
Querido amigo, espero volver a leer tus relatos tan amenos. Gracias por pasar tu vista por los míos, yo soy un poco ingrata con todos vosotros que sois muy amables con vuestras halagadoras palabras,perdonarme, pero aunque guarde silencio, siempre os recuerdo y os admiro. Se que en este foro estoy rodeada de unos buenísimos escritores. Hablamos. Un abrazo muy fuerte - MAGDA.