EL MAL
Isabel abrió los ojos y se los cubrió con una mano, la luz del sol que entraba por una ventana le daba directamente al rostro.
Miró alrededor suyo confundida, ¿Dónde estaba?
Había pequeñas camas vacías, todas cubiertas con sábanas blancas, ¡Dios, cómo le dolía la cabeza!... intentó levantarse pero no pudo, tenía una aguja en un brazo que le estaba suministrando suero y estaba demasiado debil, con voz apenas audible, dijo:
-¿Hay alguien aquí? Por favor, ¡ayúdenme!
-¿Se encuentra bien señorita? Preguntó una mujer entrando en la habitación, la mujer, que rondaría los 40 años, iba vestida de blanco, con el pelo recogido en un moño y cubierta la cabeza con un tocado blanco en el que se veía una cruz roja, - el doctor Medina no tardará en venir a examinarla...
- ¿Qué me pasó? ¿Por qué estoy aquí? ¿Mi bebé está bien?
- Tranquila, el doctor no tarda en llegar...
Y en esos momentos entró en la habitación un jóven vestido totalmente de blanco, su semblante era sereno, tendría algo así como 30 años, con voz grave pero tranquilizadora preguntó:
- ¿Cómo se encuentra señorita? mi nombre es Carlos Alberto Medina y soy el médico a cargo de esta clínica.
- ¿Por qué estoy aquí, qué me pasó?
- ¿No recuerda lo que le pasó? un auto la atropelló ayer por la mañana en Oaxaca, le hicieron una transfusión sanguínea porque perdió mucha sangre, al ver que no reaccionaba la trasladaron aquí, está usted en la ciudad de México, créame que hicimos todo lo humanamente posible pero no pudimos salvar a su hijo, lo siento mucho...
- ¡¡¡¡Noooooo... mi hijo... noooooo!!!!
- Rápido enfermera, inyéctele un calmante.
Y las sombras envolvieron a Isabel, como si se apiadaran de su dolor solidarizándose con ella.
Al otro día, por la tarde, el doctor Medina habló con Isabel, ella le contó todo, dijo que no quería regresar a Chiapas y el doctor Medina le dijo que le ayudaría a conseguir empleo, un amigo suyo era propietario de un restaurante que cada vez tenía mas y mas clientela y contínuamente necesitaban meseras.
- Por vivienda no se preocupe, conozco una casa de hospedaje muy barata, la dueña es una anciana viuda que estoy seguro no le negará hospedaje hasta que le pueda pagar.
- Muchas gracias doctor Medina, le estoy muy agradecida por todo lo que ha hecho por mí, no sé qué habría sido de mí sin su ayuda...
- No me agradezca nada Isabel, es usted jóven y tiene aun toda una vida por delante, ánimo!
Isabel fue dada de alta y se instaló en la casa de hospedaje que el doctor Medina le había dicho, doña Mercedes, la dueña, era de verdad buena gente y le ofreció un pequeño cuarto, también le dió algo de ropa usada que tenía de una hija fallecida tiempo atrás.
Se colocó como mesera en Quetzalcóatl, restaurante del amigo del doctor Medina y que estaba situado a pocas calles de la casa de hospedaje, Isabel trabajaba con empeño aunque su mirada no ocultaba su pena y dolor...
Casi dos años despues...
El cambio físico de Isabel era notable, su belleza se había acentuado aunque empezaba a perder peso y no se explicaba el motivo, comía bien y sin embargo empezó a padecer fiebres y contínuas diarreas... decidió visitar al doctor Medina con quien llevaba buena amistad para que le hiciera un reconocimiento médico.
-¿Cuáles son los síntomas que tienes Isabel?
-Desde hace días empiezo a perder peso, tengo diarreas seguido coma lo que coma, me duele la cabeza, me da fiebre por las noches...
-¿Sales con algun hombre?
-No doctor, desde la traición de Martín no he podido recuperar la confianza, me da miedo que alguien vuelva a lastimarme.
-¿O sea, que desde que te entregaste a Martín no has tenido relaciones sexuales con nadie?
-No doctor, ¿Pasa algo malo?
-No estoy seguro, de un tiempo para acá empiezan a surgir enfermedades nuevas, necesito tomarte unas muestras de sangre y mandarlas a examinar...
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(Ben Guillén)
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