LA HUÍDA
Isabel no podía permitir que su padre asesinara a su bebé, él era inocente de toda culpa y ella tenía que hacer algo para protegerlo.
Después de pensarlo bien tomó la decisión y rogó a Dios que la perdonara por lo que iba a hacer y le suplicó su ayuda.
Busco la pequeña alcancía que tenía guardada en el ropero, sacó sus ahorros, preparó solamente un cambio de ropa y salió por la ventana de su cuarto procurando no hacer ruido... tenía miedo del futuro, sí, pero necesitaba escapar de su casa si quería evitar que su padre la llevara a abortar, se persignó y se dió a la fuga...
Caminó por las calles que rodeaban el pueblo, de ese modo evitaría encontrarse con su padre y también evitaría que algún conocido la viera y así llegó a la caseta que vendía los boletos de autobús...
-Disculpe señor, ¿A qué hora pasa el siguiente autobús?
-¿Para dónde va señorita?
-¿Hasta dónde me alcanza este dinero?
-Mmmm hasta Oaxaca nada mas, ¿No me diga que se está fugando de su casa?
-Nnnno señor, es que tengo una tía en Oaxaca y quería ver si me alcanza el dinero para ir a visitarla...
-Está bien, el próximo autobús pasa en 15 minutos, ha tenido suerte de llegar a tiempo porque ya no hay salidas hasta mañana temprano, aquí tiene el boleto.
-Muchas gracias señor.
Una vez con el boleto en la mano, Isabel se metió a los baños a esperar que pasara el tiempo, no quería llamar la atención porque no era muy común que una chica de su edad viajara sola de noche...
Después de lo que le pareció una eternidad, al fín apareció el autobús que la llevaría rumbo a lo desconocido, rumbo a su nueva vida...
El viaje duró casi toda la noche debido a que el chofer tenía que ir haciendo paradas en pequeños poblados, Isabel dormitaba a ratos ya que contínuamente tenía pesadillas y cuando el sueño estaba venciéndola al fín, la despertó el chofer del autobús:
-Disculpe señorita, su boleto es solo hasta Oaxaca y ya llegamos...
-Si señor, gracias, me quedé dormida, disculpe.
-No hay problema, es un viaje cansado, que le vaya bien señorita.
-Muchas gracias señor, que tenga buen viaje.
El sol del amanecer estaba saliendo, era un amanecer espledoroso, de esos amaneceres que radiantes que solo se pueden ver en lugares limpios, sin contaminación.
El pueblo era muy bonito, la gente, a pesar de ser tan temprano ya caminaba por las calles, había grupos de mujeres cubiertas con un rebozo que se encaminaban al templo a misa de primera hora, algunos hombres iban al campo arreando sus yuntas de bueyes, otros mas estaban terminando de instalar sus pequeños locales donde vendían de todo, desde atole con tamales oaxaqueños hasta artesanías hechas a mano...
Isabel iba tan absorta en sus pensamientos y dolor que no veía la belleza del lugar donde estaba, lo único que pensaba era en qué iba a hacer para sobrevivir, quiso entrar un rato al templo pero se sentía indigna por lo cual se alejó caminando por la calle principal y la cruzó descuidadamente sin percatarse de que se acercaba un auto...
Alguien gritó:
-¡¡¡Cuidado señoritaaaaa!!!
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(Ben Guillén)
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