Verónica
(Parte primera)
Flotando en el espacio, expuesto a una temperatura de doscientos setenta y un grados Celsius bajo cero, y en la más absoluta soledad, el telescopio espacial Dédalo observa minuciosamente el universo con su ojo de berilio, clasifica asteroides, cometas, meteoros; sondea el polvo cósmico; numera enanas blancas; examina galaxias; analiza vacíos; estudia vías lácteas, sistemas planetarios; cataloga espirales, novas, púlsares, explora el infinito en busca de repuestas para el hombre.
Esa, es su misión, y sin embargo...
Centro de investigaciones espaciales C.O.R.E, Las Cruces, New México:
-¿Has reunido al comité sólo porque ese aparato no está haciendo bien su trabajo?-Walter aun lleva las marcas del pijama marcadas en el cuello.
-Un aparato de novecientos cuarenta millones de dólares no se avería Walter, ya te he dicho por teléfono que las constantes del Dédalo son correctas...
-Tonterías, te repito que ha sido otra tormenta electromagnética, o un meteorito del tamaño de un grano de arroz a setenta mil kilómetros por hora-Walter Patterson nunca ha sido bueno haciendo el nudo de la corbata-. Eres científico James, dame un buen motivo por el que no esté ahora mismo en mi cama soñando con las playas de Jamaica. Y hazme el nudo de la corbata quieres ¿tengo que llevar corbata?
-Eres el “Boss”, supongo que puedes abolir las corbatas; pero te queda bien... ¿Lo quieres tipo Wilson o...?
-Había una máquina de café en este pasillo, necesito café James, no voy a entrar ahí sin tomar café, son las cinco de la mañana joder ¿por qué no hay una máquina de café en este pasillo?
-No era en este Walter...pediré que te traigan uno. De acuerdo, hemos llegado ¿Qué tal el nudo?
-Supongo que bien...Estás horrible James...
-Recuerda Walter, se amable, ese telescopio es un proyecto conjunto, tienen tanto derecho a tomar decisiones como nosotros.
-¿Desde cuándo no duermes?
-No quise molestarte hasta no estar seguro.
-¿Seguro de qué James? Lo que estáis pensando tú y el comité es absurdo ¿Sabes? debes tener al menos tres o cuatro úlceras, te lo tomas todo demasiado en serio, por eso tienes siempre esa cara de palo.
-Se amable.
Una hora más tarde Walter vuelve a tener deshecho el nudo de la corbata:
-Así que, según ustedes, tendría que llamar al presidente, o al ejército, a...
-Nadie a dicho eso señor Patterson -Minister siempre tan inglés-; todavía.
-Pero están sugiriendo que la C.O.R.E debería mandar una misión de reconocimiento que no está prevista en el presupuesto y tardaría nueve meses en prepararse.
-Ya que lo menciona, sí.
-¿Correrá el gobierno francés con los gastos mon ami?
-No sea cínico Walter, el señor Fréderic está tan consternado como todos los demás, buscamos respuestas, así de simple-terriblemente inglés.
Walter suspira. Suspira, se pasa la lengua por los labios, y maldice el día que acepto el cargo.
-Veamos-acercándose a la enorme pantalla al fondo de la sala, Walter cruza las manos a la espalda y mirando a los presentes como si fueran niños de primaria, pregunta “¿Qué ven aquí”-.Está claro que no es el espacio, ni siquiera la atmósfera. Yo diría que, por alguna razón de las miles de razones que posiblemente existan (hablamos de los cosmos queridos colegas, donde todo es aun “tannnnnnnnnn” desconocido), el Dédalo ha desviado su objetivo hacia “este” punto, y, corríjanme si me equivoco, esto ya ha ocurrido en otras ocasiones y lo solucionamos de la manera habitual.
-Pero esta vez no se trata de una avería señor Patterson, no creo que sea necesario volver a contrastar con el programa madre los datos que el Dédalo nos ofrece sobre su estado actual- si no fuera francés, Fréderic Lassart también se quitaría la corbata-. El comportamiento del Dédalo no necesita ningún reajuste, ni mucho menos un rearme del Software. A excepción de usted, creo que todos estamos de acuerdo en que el Dédalo, como ya le habrá adelantado el señor James, aunque le parezca imposible, está siguiendo el protocolo Hamilton.
-“Es” imposible-replica Walter señalando con las dos manos la pantalla.
-Yo no diría eso, exactamente-todos han girado la cabeza hacia el joven Dylan Mahoney- -. Imposible, señor Walter, hace ciento cincuenta años, era convencer a un indio Chiricahua de que cediera su tierra y su ganado al hombre blanco, imposible, el milenio pasado era, volar, como un pájaro, y hasta hace tres días, era también que el protocolo Hamilton fuera una realidad. Mire esto-Dylan arroja sobre la mesa el informe- y dígame que es imposible. Puede que aún no lo entendamos; pero el espectrómetro del Dédalo no se equivoca.
-Ya he visto el informe camino de esta sala, y la verdad, si pretende convencerme de algo al respecto Dylan, no se moleste.
-No es molestia Walter-levantándose de su asiento y sin esperar una respuesta Dylan se dirige al comité- Si bien el comportamiento del Dédalo puede parecer extraño...
-¿Extraño? ¡Por Dios Mahoney!-la verdad es que hasta ahora Walter estaba siendo bastante amable-¡no me toque las...!
-¿Alguien quiere otro café?-sí, puede que James se tome unas vacaciones cuando todo esto haya pasado- ¿Walter?
-¿Alguien ha pensado que vamos a decirle a la prensa? Mon Dieu, yo sí me tomaría otro café, y si me lo permiten...- Fréderic saca un Gitanes del paquete, se lo cuelga en los labios, y lo enciende.
De pronto hay un molesto silencio espeso como el lodo. La prensa, ese animal rabioso.
- Lo cierto es que el protocolo Hamilton es prioritario-Dylan continua- , así se concibió, y, créanme, yo tampoco hubiera pensado nunca que este momento llegaría.
-¿Está diciendo que creó un programa de seguimiento de vida inteligente, sin esperar resultados?
-No señor Minister, estoy diciendo que jamás pensé, que esto ocurriera...en Brooklyn.
Continuará...