CULTURA DE LA ORALIDAD: LETRAS Y PALABRAS.

La cultura de la expresión oral ha sido, y es, una constante viva en la mayoría de los pueblos de África durante toda la historia de este continente, y aún hoy son muchos, muchísimos, los pueblos y étnias de este continente que desconocen la escritura y que su única forma de relacionarse y comununicarse es la voz prestada.

En el mundo occidental, u occidentalizado, no hace aún ni un siglo en que comenzamos a dejar atrás la cultura interior e interiorizada de la oralidad de forma masiva y constante; al menos por lo que yo he llegado a sentir y observar de manera directa, hablo de aquí al oeste de África. También, como dice Javier Gomás en su artículo “Aladas palabras” ( pensamiento ) publicado en el apartado cultural del El País, hoy sábado 22 de mayo, ...” hasta pasado el siglo XIX la entera cultura europea es un formidable “Flatus vocis”, esto es: una cultura hablada y regida por la ley de las aladas palabras ( cultura de la oralidad )”.

Cuando pasamos de la palabra dicha ( que yo siempre he designado como “la palabra prestada o entregada” ) a la palabra escrita nos adentramos en un mundo ( siempre lo he pensado ) espiritual y distinto; y esto es porque acierto a comprender y aceptar, personalmente, algo que descubrí siendo niño y que mi propio padre me lo transmitió recibiéndolo él de su padre y éste del suyo ( mi bisabuelo ) y que parte de un dicho canario que enmarca mucho nuestra personalidad como Pueblo y el valor que a la palabra dada y/o entregada le daban mis antepasados y que no era otra que aquélla que decía: “ la palabra de un canario vale más que la firma de un notario”. Evidentemente, eran otros tiempos y otras circunstancias.

Hoy, paradógicamente, con el uso del libro se pierde la comunicación, en cierto modo, entre el oyente y el hablante creándose una mediación entre ellos que tanto los une como tanto los separa y desde entonces, - desde ese mismo momento en que esto se dio – escribir y leer se convierte en dos vicios solitarios donde la mayoría de las veces nos escondemos quienes aún acertamos a comprender este mundo de las palabras y las letras y el valor que conllevan ambas juntas.

Teknarit, África.

La idea era, en principio, escribir y transmitir acerca de valor profundo de la palabra usada y dejada por el hombre en sus dos modalidades: escrita y hablada. Ocurrió que después de toda una noche de lecturas variadas, - son las 6:10 de la mañana – uno ya siente el cansancio y las ideas no salen como las describe la mente, no al menos del todo.

La idea del porqué me vino escribir acerca de esto me viene dada por una lectura acerca de la fuerza de la palabra escrita y de lo profundo que significa la voz entregada y/o en el concepto de la oralidad. Todo ello, también, me viene dado por una adnédota que me ocurrió hace apenas una semana cuando escuchando una conferencia ocurrió que una misma persona – ignoro si consciente o inconscientemente – interrumpió en tres ocasiones al orador; de ése hecho, - el de interrumpirle y en momento, tomé nota e hice unos apuntes producto del pensamiento que por ese motivo recogí.

Dado de que en alguna ocasión he tenido que dar charlas y conferencias en mi trabajo y por mi actividad profesional ha ocurrido que en alguna ocasión han habido personas de mi entorno que me han hecho preguntas: ¿ cómo y qué se siente cuando se habla para muchas personas ? Yo aprendí pronto, porque me lo enseñaron, que un orador debe superar lo que se ha dado en llamar el “miedo escénico” y que éste se empieza a superar apenas 5 minutos antes de empezar si se tiene claro que lo que ha de lograr principalmente es que la gente que tienes frente a ti sienta, te haga sentir, que te escucha ; y en segundo lugar: nunca hables para los que tienes al menos en las cinco o seis primeras filas y si puede ser siempre hazlo con la mirada para los que están al final de la sala.

Un orador no puede, jamás, centralizar una charla basada en conceptos propios exclusivamente; hacerlo significaría ir directamente a la horca. Debe ser siempre consciente de que habla en nombre de todos y de la acción que representa en el momento que está y frente a quienes está. Debe ser, también, responsable de lo que dice y más aún de lo que siente cuando lo dice, esto en primer lugar.

En segundo lugar y más importante aún ( al menos para mi ) el orador debe conseguir desde el primer minuto ser dueño de la situación; debe lograr primero que nada que los presentes en la sala le “presten” su atención y prestar la atención quiere decir que el orador debe transmitir antes y primero que nada que la atención que pide a sus palabras es ante que nada sagrada: el escuchar debe ser un acto sagrado y de respeto infinito hacia la persona que habla, si ésto no lo consigue el orador todo acabará en un tremendo fracaso.

¿ Porqué ha de ser sagrada la atención que el orador exige ? Porque los que estamos ahí, los que escuchamos somos, o debemos ser, personas presumiblemente acostumbradas a escuchar a oradores, a escuchar conferencias y ésto nos hace, de ser así, personas atencionales; esto quiere decir que donde está nuestra atención ( en las palabras del orador ) está también nuestro corazón y al mismo tiempo nuestro ser por entero y al mismo tiempo que prestar nuestra atención al orador es “prestarle” también nuestra alma.

De este modo un orador, también, ha de tener en cuenta que harían bien en recordar siempre que la amable audiencia les presta su atención pero no se la regala y que una vez haya terminado el “préstamo” todo ha acabado.

Del doctor Marañón, uno de los mejores oradores que españa ha tenido nunca, leí una adnédota propia y de la que siempre hacía un comentario: decía que siempre le quedaba la duda al final de sus intervenciones de si las personas presentes en el acto les aplaudía por lo bien que lo había hecho o por lo mal y que daba gracias a que ya había acabado la conferencia. Confieso que alguna vez que he acabado mis palabras en algunas ocasiones me quedo con la misma duda.

Teknarit, África.

En Africa la sabiduria se transmitía a través de la palabra hablada,de los cuentos e historias que contaban los más mayores a los más pequeños;al no tener bibliotecas,ni útiles para escribir,ni escuelas donde éstar pues en infinidad de pequeños pueblos y aldeas las historias se pasaban a través de padres a hijos mediante la palabra hablada,mediante la cultura de la oralidad.

Para mí,ésta es la verdadera esencia de lo que has expresado más arriba;y que dió comienzo a tus palabras.

¡¡Abrazos de pétalosde seda!!