Kant negó la posibilidad de demostrar la existencia de Dios, pero reivindicó un Ser Supremo por razones éticas,el Motor Inmóvil. No hay gran filósofo que no haya reflexionado sobre el tema. Y eso que bien temprano se concluyó que el mundo natural no podrá darnos información sobre Dios, “el Dios incognoscible” en palabras de san Aguntín. Aparte de san Pablo, ningún otro teólogo ha sido tan más influyente en el cristianismo que el autor de Confesiones. El libro de Armstrong es, sobre todo, un repaso de ese debate, desde Sócrates, Aristóteles o Manmónides
hasta Sartre, incluso más acá pasando por los pensadores de la edad oscura, los de la ilustración e incluso los pensadores ateos más modernos, como Richard Dawkins (El espejismo de Dios), Christopher Hitchen (Dios no es bueno), y Sam Harris en “El fin de la fe”. Los eclesiásticos piensan que esta poderosa expansión del laicismo, y su éxito comercial, es una novedad. La realidad es que los Hitchens no dejan de ser suaves epígonos de los grandes clásicos del ateísmo. Citemos el muy famoso “Por qué no soy cristiano”, de Bertrand Russell.
Hay, sin embargo, una diferencia fundamental entre el pensamiento antirreligioso de antaño y el de los nuevos enemigos de Dios. Los clásicos del ateísmo querian cambiar la sociedad. La vanguardia del ateísmo o el agnosticismo, dicho en palabras del filósofo Heleno Saña, se trata de pensadores que creen en serio que el único problema de la Humanidad es el de creer o no creer en Dios, sin darse cuenta de que adoptan, en sentido inverso, la misma intolerancia que hizo exclamar a Tertuliano que “fuera de la Iglesia no hay salvación”. También hay de moda un narcisismo teológico, que presenta un ser supremo bondadoso a la manera de Astete: Dios que vela por los hombres y los ama sin fin. Ante los crímenes de la Humanidad, se oye: “ ¡ Es la voluntad de Dios !. Pero el mundo sigue siendo el escándalo que torturaba a Kierkegaard. En este sentido, Dios necesita defensa como sugiere el título de este libro ( ¿ALGO NUEVO SOBRE DIOS? ). Necesita una explicación, incluso entre quienes lo crean “un producto de la mente”.
Del Libro ¿Algo nuevo sobre Dios?
De Karen Armstrong.
Teknarit, África.