En el Catecismo Romano que aprendió Karen Armstrong en 1950 ésta era la respuesta a “ ¿qué es Dios?”: “ Dios es el espíritu supremo, que existe por sí mismo y es infnito en todas sus perfecciones “. En españa, por esa época, se enseñaba la
doctrina de Gaspar Astete, de 1537. El original de Astete decía: “Pregunta: ¿Quién es Dios Señor?Respuesta: es una cosa lo más excelente y admirable que se puede decir ni pensar, un Señor infinitamente bueno, Poderoso, Sabio, Justo, Principio y fin de todas las cosas, premiador de lo bueno y castigador males” El nacionalcatolicismo español mantuvo el nombre del catecismo, pero lo sometió a la revisión del jesuitas Remigio Vilariño “que en el Bilbao de principio del XX lo relanzó con un éxito que trascendería los océanos” ( así reza una edición de 1955). En el de Vilariño “la cosa” del Astete se transforma en “Dios nuestro Señor”. Pero la figura sigue teniendo
perfección absoluta. Muy acertadamente, Armstrong sentencia que Dionisio, Anselmo y Tomás de Aquino “se revolverían en sus tumbas al oir estas definiciones”. Lo dice porque “definir significa poner límites” y Dios, si existe, excede a todas las palabras y conceptos.
Es un libro imponente. Quien se haya ocupado de estudiar las religiones no debería perdérselo. Su autora ha escrito libros tan extraodinarios como “La gran transformación” (Paidós); un estudio sobre la intolerancia religiosa frente al progreso ( los orígenes del fundamentalismo en el judaísmo, el cristianismo y el islam (Mondadori) y estupendas biografías de Mahoma (Tusquets) y Buda (Mondadori) entre otros. De familia irlandesa, criada en Birmingham (Reino Unido) fue monja y ahora historiadora de las religiones y una gran teóloga en el sentido en que los griegos entendían esta palabra. La teología como un lenguaje: un logos sobre theos.
Del libro ¿Algo nuevo sobre Dios?
De Karen Armstrong.
Teknarit, África.