NIÑO DIOS
..................
Yo estoy sentada en el gran sillón de mi abuelo (ya ausente) junto al de mi abuela (aún presente) ubicado en la galería cerrada por una mampara inmensa de vidrios rojos y blancos. La puerta está abierta y dá al patio con baldosas de mármol blancas y negras, hacia donde se abre la gran puerta del zaguán con vidrios claros en el que se dibujan figuras románticas.
¿Qué hago allí? Pues espero al Niño Dios que entrará por esa puerta cancel a traerme mi regalo de Navidad. Y estoy sentada desde la tarde sin moverme porque quiero verlo llegar.
Mis pies se balancean en el sillón y no llegan al suelo, tengo creo entre cuatro o cinco años (no más chica, pues es clara mi memoria de aquel día aunque sea aún pequeña).
El llegará y será muy rosado y regordete, rubio y de ojos celestes, igual al que ví en el Pesebre navideño de la iglesia del Carmen. Y quiero ver sus piernas rosadas y regordetas caminando desde el patio para entregarme en mis manos su regalo.
Comienza a anochecer y es el 24 de diciembre. No me he movido de allí.
---Alejandra, si no te vas a dormir a la cama el Niño Dios no te traerá tu regalo. Sólo se los deja a los niños que duermen temprano. ¡No te encapriches!--- dijéronme mis tías
Pero yo me encapricho y sigo allí aunque cabecee de sueño como todo niño pequeño.
Pero el Niño Dios también era muy caprichoso.
Desperté al día siguiente 25 en mi cama, sin saber en qué momento quedé dormida y me acostaron.
---¡Alejandra!... Mira qué preciosa camita de muñecas te trajo anoche el Niño Dios.
La miré, es cierto, era hermosa, hecha a mano por un artesano (y aún la conservo) ¡pero muy desilusionada! ... pues no vi al rubio y regordete Niño Dios.
...............................
----¡Míralo, es igual al Niño Dios, que querías ver en Navidad!-- díjome mi padre
Mi hermano Oscar había nacido muy blanco, regordete y rosado, ojos muy celestes. Era octubre. Y como le llevo 5 años puedo calcular que mi edad entonces no llegaba aún a los 5.
Sin embargo, pensé .... ¿Era realmente el Niño Dios? ...Arrimada a su cunita en la Clínica Maternal, lo toqué y retiraron mi mano ¿Podría quebrarse? ¿Sería de porcelana como el de la iglesia del Carmen.
Su estridente grito de bebé hambriento debido a que mi caricia lo despertó, es mi último recuerdo del NIÑO DIOS.
................................
Alejandra Correas Vázquez
................................