Qué se Siente en Medio de un Terremoto.

(A pedido de mi sobrino Mateo de Uruguay, escribo esta pequeña crónica).


El Destructor se Presenta.

Cuando uno ha cumplido 69 años de edad, se pregunta por qué Dios le ha permitido vivir tanto, naturalmente no tengo respuesta en mi caso. La madrugada del 27 de febrero de 2010, a las 3,35 horas, seguramente estaba soñando algo agradable, como haber obtenido el premio gordo de la Lotería, supongo, pues ya lo olvidé. El golpeteo del ventanal del dormitorio me despertó y mi cama se mecía suavemente: “Mmmm, otro temblor”, acostumbrado a sismos por vivir en un país de terremotos no le presté mayor atención. Sin embargo, en el pasillo oí la voz de mi hija Andrea conversando con mi esposa, ambas en pie me vieron llegar en pijamas de verano ya bien despierto.

_Está demasiado largo este temblor _comentó mi esposa.

_ Mmmm, me recuerda que los terremotos de 1960 …. _ alcancé a decir y comenzó un violento crujido de la casa, perdimos un poco el equilibrio y un sonido difícil de definir entre gritos lejanos, ruidos de enseres caseros, techo, puertas y ventanas, nos indicó que estábamos en medio del inicio de un terremoto.

Con el natural temor ante la furia de la naturaleza, tomé de los brazos a las dos mujeres y me aproximé a la puerta principal de la vivienda. Era tal el movimiento y ruidos subterráneos, junto al rumor indescriptible de árboles y cables del alumbrado público, que nos abrazamos por los hombros y hablé casi gritando:

_Aquí junto a la puerta hay menos peligro, desconfío de las vigas del techo.

Se apagaron las luces y la oscuridad nos envolvió; mi hija Andrea comenzó a tener los primeros síntomas de pánico y la acaricié en su cabellera.

_ Hija, cálmese, es un temblor fuerte _mi esposa oraba a Dios quedamente.

De pronto la crujidera y los movimientos aumentaron tan fuerte, que Andrea soltó una exclamación de terror.

_ Clamemos a Dios que tenga misericordia _y di comienzo a una oración serena, en voz alta para poder ser oído por ellas.

_ Señor, ten misericordia de nosotros los pecadores, si te hemos ofendido perdónanos. Acuérdate de los justos, de los buenos cristianos ¡En tus manos estamos ¡

Fueron alrededor de tres minutos, pero se me ocurrió que habían sido diez.

_ No se preocupen, aquí (junto a la puerta de la calle) estamos seguros). No salgamos que hay peligro con las tejas que puedan caer …, cables eléctricos o árboles.

Fue interminable el movimiento telúrico y ese ruido ensordecedor que lo acompaña. El hecho de permanecer junto a la puerta principal, sin salir, da un efecto sicológico de tranquilidad en el supuesto que la vivienda se derrumbara.

Ellas callaban y yo seguía hablando.

_Este es un terremoto entre grado 7,5 a 8; me pregunto dónde es el epicentro, tal vez aquí en Santiago.

Mi voz sonaba falsamente serena, pero debía guardar mi calma para que mi esposa y mi hija se sintieran seguras. Por algún motivo que sólo Dios conoce, nunca me altero en los momentos críticos, aunque después de un día o dos me viene la reacción en forma de temor o brincar ante el menor ruido. Esto también me ocurrió el 21 de mayo de 1960, terremoto en Concepción grado 9 y el 22 de mayo (día siguiente) con el sismo más grande registrado por los modernos sismógrafos grado 9,5 en Valdivia, al sur de Concepción.

Pasó la muerte destructiva con su orquesta de horrorosos ruidos . Un silencio enervante se apoderó del medio ambiente, buscamos linternas y velas. Mientras estábamos en esa tarea escuchamos las voces de algunos vecinos del barrio; en medio de la oscuridad nos golpeaban la reja de fierro y preguntaban cómo estábamos, respondimos que bien; recién me di cuenta que la puerta estaba asegurada con llave. Busqué y abrí; el pasaje donde vivimos parecía estar llenos de luciérnagas: velas, linternas y celulares luminosos, más la buena ocurrencia de un vecino de encender las luces de su automóvil trajo más tranquilidad. Mi esposa conversaba con algunas vecinas. Acudí al teléfono y alcancé a comunicarme brevemente con mi hijo José y nos informamos que todos estábamos sin novedades, después se cortó la comunicación hasta el día 2 de marzo cuando regresó el contacto del teléfono a las 16 horas.

Retornando un poco a la normalidad.

Comenzamos a examinar los daños, ayudados por linternas; la quebrazón de vajilla y cristalería la apartamos momentáneamente con la escoba hacia los rincones. Un fuerte olor a “cantina” hirió mi olfato, en el piso de la cocina yacía destrozada una botella muy querida de Nany; se trataba de un vinagre muy caro. Giré el haz de luz hacia la mesa del comedor y vi que por debajo estaba deslizándose lentamente un líquido rojo: vino tinto.

Mi deseo de tranquilizar a mi familia, me hizo recordar una rutina humorística del gran Coco Legrand, cuando un borrachito tropezó y cayó sobre una botella que llevaba:

_ ¡Señor, permite que ese líquido sea sangre! _ risa de mi hija y la “Jefa” protestó por encontrar que mi chiste era profano en un momento como el que vivíamos.

Como soy un payaso sin remedio, puse mis manos cerca del charco del exquisito vino tinto, de una muy buena marca, e hice como que iba a sorberlo desde el suelo.

_ ¡Corta tus payasadas! – tronó la voz de la Sargento, mi esposa.

_ Es que esta delicia no puede perderse _ balbuceé y me puse de pie prestamente para abrazar y besar a Nany, quien comprendió el objeto de mis bromas.

Andreita ya se había calmado, de modo que cuando minutos después vino un sacudón relativamente pequeño se preocupó un poco y comentó que ya era más suave.

Acudí de nuevo al teléfono, comprobé que funcionaba y llamé a mi hijo mayor, Jaime, pero no contestó.

Fue imposible comunicarse con la zona sur y de pronto el teléfono dejó de funcionar; quise probar con el celular, pero ya sabía que ante cualquier temblor fuerte queda inservible. Marqué y marqué en reiteradas ocasiones, sólo al día siguiente el pequeño aparato nos pudo comunicar con familiares y amigos de Santiago. El teléfono fijo totalmente muerto, lo mismo que la energía eléctrica; nos sentimos más aliviados cuando notamos que teníamos agua potable. Con los vecinos recorrimos brevemente el barrio, comprobando que nadie había resultado muerto o herido y que los daños, igual que en mi casa, fueron menores; vivimos en una población cuyas casas fueron bien construidas.

En medio de réplicas del terremoto, iniciamos nuestra vida lo más normal posible, de modo que cuando amanecía estábamos tomando un suculento desayuno, una costumbre que adquirí cuando era policía ya que nunca se sabe cuándo será la próxima comida. Un aseo somero a la casa polvorienta, pues cada temblor dejaba caer más polvo, recogimos los restos de las tazas, platos y copas, siendo la parte más dolorosa barrer los restos “mortales” de las tres botellas que perecieron derramando su precioso contenido. Nany y Andreita rieron cuando comenté:" Menos mal que nos quedan unas diez botellas más".



(Finalizará con un breve resumen de los principales hechos ocurridos con el cataclismo).

muchas gracias...por darnos a conocer estas cosas...

Impresionante tu relato pero ademas tu espiritu de contencion tu tranquilidad y tu humor que no desapareció ni en un momento asi tan grave como el que vivias,realmente te admiro.
Un fuerte abrazo ,gracias por tu relato y una alegria tenerte nuevamente entre nosotros.
Ximena

Primero que todo Jaime, le preguntas a Dios, porque te ha permitido cumplir la edad que tienes? hombre, porque te necesitamos y él lo sabe, como también toda tu familia!.
Segundo lástima que el terremoto te haya robado el sueño!.. un premio gordo de la loteria!,,, ufff que terrible el terremoto...
Tercero: Excelente humor en esos momentos, uff, yo no sería capaz de tanto...

Y la parte seria: me parece terrible soy de lo más gallina (y creo que una gallina es fuerte) para esos momentos, me da porque no quiero sentir el movimiento de la tierra en mis pies y quisiera subirme encima de algo donde no lo sienta (boba que soy), me dan ganas de llorar, ufff, el corazón se me quiere salir del pecho y luego una sensación (mejor, la necesidad de ir a un baño!) y luego un desmadejamiento y un miedo terrible a que se vuelva a repetir...


Gracias Jaime por dejarnos ser solidarios contigo y con todos los chilenos leyendo este relato....

un abrazo

Sinceramente mis felicitaciones , por tener ese aplomo pues yo segura estoy que abria perdido los nervios .
Me alegro por usted y su familia que esten bien y seguir leiendo sus aportes

jaime, un saludo en primer lugar por estar acá , dando tu testimonio.
Es muy dificil para los que no vivimos en una zona sismica imaginar lo que se siente frente a un temblor de esa naturaleza, he oido que da hasta vertigo, por lo cual yo que sufro de vertigos, me supongo,frente a tu relato que estaría rodando por el suelo.
Creo que si me despertara en la noche,con mi cama moviendose (y no por los arrebatos de una hermosa rubia), quedaría paralizado, a lo sumo me meteria debajo de la cama.
Correctisima tu actitud, la de padre de familia y protector, quizas uno solo no actue de la misma manera, pero cuando tienes gente que proteger, los miedos vienen despues.
Vivi contigo la agonia del vino tinto, es una perdida irreparable (¿tanat?) uff,tu inventiva amigo debería llevarte a crear algun tipo de estante con sujetadores para las botellas,o algo asi.
Más allá de la broma, como dice Ethel (con la cual espero no tener que compartir un terremoto por que de seguro la quedamos los dos), tu relato da un testimonio veridico de lo que se siente, y que muchas veces los que no sabemos de eso, es lo que más nos preguntamos y lo que menos dicen las noticias.

Amigo Jaime, no sabes cuanto me alegra poder leerte. Aunque no diga nada os he recordado mucho a todos los chilenos y preguté en este foro por vosotros,sólo supe de Nacho y me tranquilicé, pero seguia inquieta por no saber más. Ahora, habiéndote leido y sabiendo que sigues bien con toda tu familia, me alegro muchísimo, de verdad. Yo no conozco los temblores de tierra aunque hace poco tiempo se notaron dos aquí en Madrid algo inusual, pero que aunqe en el principio no sabía qué era, aquel pequeñísimo movimiento me alteró. Realmente la fuerza de la naturaleza es temible. Un abrazo muy fuerte.Voy a leer la segunda parte de tu relato.