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 El Circo del Hermano de Zagam - Capitulo 6

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aldochapa
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El Circo del Hermano de Zagam - Capitulo 6 Empty
MensajeTema: El Circo del Hermano de Zagam - Capitulo 6   El Circo del Hermano de Zagam - Capitulo 6 Icon_minitimeLun Jun 28, 2010 2:55 am

— ¡Fue una pesadilla, gracias a dios!

Me levanté, y caminé sin rumbo. No sabía dónde estaba. Quizás estaba en el monumento de la madre, pero estaba destruido, la iglesia había desaparecido, solo restaban los escombros del campanario, y la rotonda, en donde jugaban los niños y caminaban jóvenes y adultos era un lago contaminado. Las calles estaban desiertas, no había casas y tampoco arboles, estaba simplemente yo “¿Qué habrá pasado mientras dormía?” Me pregunté al ver mi sombra. Otra interrogante del circo el cual no creo responder. Caminé hacia el oeste con la esperanza de encontrar civilización. Después de tres minutos de deambular solitariamente observé algo que se ganó mi total atención. Me acerqué lo más rápido posible y me detuve a leer. “Aquí descansan los restos de las víctimas del circo del hermano de Zagam”.

— Nooo —Grité desesperadamente.

Abrí la reja rápidamente, y corrí hacia el cementerio, todas las lapidas eran negras, y arriba de cada una había una cruz inversa. Desesperadamente busqué las de mis amigos, la de todos mis amigos, buscando aquí, buscando allá, una por una, ninguna con nombre, solo un epitafio cincelado con pintura blanca. “Entregué mi cuerpo y alma por ser pecador moral, y ahora seré castigado por nuestro señor”. ¿Los nombres, los nombres de cada uno, dónde están?

La mano de una persona tocó mi espalda, sin girar mi cuerpo y sin saber quién era, sabía perfectamente que era de una persona muy fuerte, ya sentía caer su mano fuertemente dándome las condolencias una y otra vez.

— ¿Qué pasó, cómo ocurrió todo esto? —Pregunté hincado abrazando una de las lapidas.

— Vete a casa hijo. No te preocupes en buscar a tus amigos. Ellos ahora están bien. Ya descansan en paz.

— ¿Pero qué diablos estás diciendo? —Furiosamente giré mi cuerpo y aparté su mano sobre mi espalda. Me sorprendí al verlo era un hombre bajo, con joroba y un aspecto repúgnate, me dio asco al solo pensar que me había tocado mi espalda, pero parecía amable, aunque dudaba que fuera una simple persona, quizás era de ese maldito circo que tanto odiaba. No obstante, el individuo me pidió perdón extendiendo sus brazos al aire como si me tratara como al propio dios, me dio pena y me disculpé con él. Después de eso decidí en hacerle caso e irme a casa aunque de eso dependiere de una trampa. Ya no me importaba.

— Si te interesa, el circo no se ha ido. Y no se irá. —Fue como si me leyera la mente— Es mejor que vayas a tu casa a descansar. Olvida lo que pasó, tus amigos tuvieron la culpa, ellos no te escucharon, tú eres un buen hombre, por eso el individuo sin nombre no pudo tocarte.

No entendía lo que decía, pero en algo tenía razón, si mis amigos no me escucharon, y esta persona desconocida me daba un consejo, era mejor seguirlo aunque mi vida dependiera de ello.

— ¿Cómo sabes de mis amigos, de mi, y de lo que pasó?

— Soy el cuidador de tumbas del circo, yo soy el que hace las fosas comunes, y las maquinas asesinas —Me llenó de coraje sus palabras, no le pensé dos veces en lanzármele y golpearlo tanto hasta matarlo— Detente, sé en lo que estas pensando, puedo leer los pensamientos, y si de algo te sirve, déjame darte un aviso antes de que comiences a golpearme, yo no puedo morir y no tengo sensibilidad de dolor, tú, antes morirías de cansancio por pegarme de lo que yo lo hiciera de aburrimiento. Si me permites, iré a escavar la tumba de Gladys Mora.

— Espera…

La persona se desvaneció entre las lapidas.

Salí del cementerio triste y con lágrimas en mis mejillas, por más intentos que intentaba limpiármelas a los segundos otra vez estaban cubiertas de arroyos hechas por las gotas al deslizarse. Detrás de mi escuchaba una camioneta, el sonido se me hacia familiar, y cuando giré para verla era la de Maury, pero la conducían verdugos del circo, por lo cual me asusté y me lancé a la maleza que estaba cerca. Se detuvo, y se bajó un verdugo, observó de este hacia el oeste agudamente, después se subió a la camioneta y bajó el vidrio, dio otra oleada de búsqueda y posteriormente escuché del conductor. “Te juro que lo vi, era Aldo Chapa, y el jefe lo está buscando”.

— ¡Vámonos! El jefe nos espera para desayunar.

La camioneta avanzó, y detrás de ella algunos camiones del circo. Después del último salí de la maleza y continué con mi rumbo. Al girar en la calle 20, estaba la camioneta estacionada. Un sagaz temor recorrió por todo mi cuerpo hasta convertir la piel como de gallina. Empecé a tartamudear. “Pe… pe... pe…” me decía. La histeria comenzó a apoderarse de mí, y a girar y correr, tropecé con una persona.

— Buenos días, tenga usted señor Chapa.

Era el líder de los hombres con traje de etiqueta.

— Me puede acompañar por favor. El jefe lo está esperando en el restaurant. No tenga miedo, es público, ahí no le podrá hacer nada. Nuestro señor quiere negociar con usted acerca de sus amigos.

— ¿Y cuál es el restaurant?

— Es Mario’s, lo invitará a comer unas alitas bien picosas. ¿Me acompaña?

— No me importa la comida.

Capitulo
7










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