aldochapa Escritor activo
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| Tema: El Circo del Hermano de Zagam - Capitulo 5 Lun Jun 28, 2010 2:54 am | |
| Me sentí impotente a dar un paso, pero el recuerdo de salvar a mis amigos me hizo correr como gacela por la calle España, pasé la 18 e iba rumbo para la 20, pero sin explicación, las mismas personas que me habían llevado con el juez estaban frente de mí. Con sus trajes de etiqueta, con una sonrisa en su rostro, me pidieron humildemente que regresara al circo, pero mi respuesta fue negativa, y esta vez, la persona que anteriormente le había dado una respuesta similar, saltó hacia mí con una navaja para perforarme el corazón. Brinqué hacia atrás, y con la última fuerza que me restaba acerté un golpe en su rostro, lo empujé a él y a todos los que me estorbaban y volví a correr; pero esta vez lo hice como nunca. Giré en la calle 20 y me dirigí a casa de Daniel. Seguramente todos estarían ahí, como es de costumbre un día de viernes antes de agarrar la peda.
— Al fin llegué —Dije suspirando y tomando todo el aire que podía. Estaba muy cansado, no podía respirar fácilmente y mi corazón palpitaba con gran intensidad, es como si nunca hubiera corrido en mi vida y mis pulmones estuvieran por estallar por el exceso de aire frio y caliente que entraba para controlar mi pulso.
Y como fue de suponerse, todos estaban fuera de su casa, todos los mencionados en la lista del vocero. No sabía qué diablos hacia mi primo ahí, o Isai, que solo los conocía por las habladurías de lo que un día llegó a ser mi pequeña banda.
Sin perder más tiempo, y dejar esas incógnitas a un lado, me acerqué a ellos y comencé a hablar.
— Amigos, escapen, abandónenme aquí, métanse a sus casas y no salgan. —Las palabras que dije me dejaron admirado, recordé que la anciana había dicho las mismas palabras, en el mismo orden, de la misma manera, y el mismo mensaje. ¿Por qué había dicho eso? ¿Por qué lo dije así? ¿Acaso moriría al entrar a mi casa y sería condenado?
— ¿Qué tienes Psyco? —Preguntó Eduardo Rivas, apodado el bombo— Cálmate.
Bombo me cacheteó.
— Deben de escapar, no es lo que parece —Apenas logré decir.
— Hey, vamos al circo, está en la España, dicen que está muy bueno.
— Nooo —Grité asustado.
— Yo pago todo, quiero ver a las mujeres bailar, dicen que están bien buenas.
— ¿Cuál circo bombo? —Preguntó Chuy Gutiérrez.
— Súbanse a la camioneta, hoy me pagaron —Bombo decía por un intento de convencer a todos.
En cambio, cada uno se veía excitado por la nueva maravilla, muchos sabían del circo, pues lo habían visto en la televisión y no dudaría que estuviera en los radios y en todos los canales.
— ¡Escuchen! —Dijo Bombo— Maury súbele al volumen —Gritó.
— Ya llegó, el gran espectáculo de sus vidas, no se lo pueden perder. El circo del hermano de Zagam, único en su género, ustedes verán bestias nunca antes vistas, personas deformes que en sus tierras fueron exiliados por ser grotescos y uniformes. Bailes de las chicas más exóticas del planeta y payasos que los mataran de la risa. No te lo pierdas, ya estamos a poca distancia de ti…
— Es un mensaje falso, no hay nada de animales, los matarán, yo acabo de escapar.
Bombo una vez más me cacheteó y varios de ellos se rieron de mí.
— Es que no entienden —Grité desde lo más profundo de mi ser.
Todo el mundo se quedó callado. En benemérito a mi desesperación todos me juzgaron como loco, si de por sí, mi apodo es Psyco, por ser una persona loca y reír demasiado, mi cordura sobrepasó limites y todos empezaron a abordar la camioneta de Maury. El conducía un Tahoe del año color guinda y unos rines 20 y de doble cabina. Muy hermosa la camioneta, muy hermosa para ser quemada por los bríos de las llamas del infierno.
— Creo que si estoy demente, pero si algo me enseñaron mis amigos en estos años, fue la lealtad, y no los abandonaré hoy, si ellos mueren, me voy con ellos al infierno.
Fue así, de esa manera en la que me subí a la cajuela de la camioneta, acompañado de Repe Roose, Daniel, Chuy Gutiérrez y Pato. Adelante iban los otros mencionados y Wuero Torres.
Maury encendió la camioneta y el sonido proveniente del motor y el escape de aire era ensordecedor. El pavor me limitó a ser cuerdo e imaginar que todo lo que viví anteriormente haya sido producto de mis fantasías psicóticas por llamar la atención.
La camioneta prendió viaje y adentro de ella todos nosotros. Hacía años que no recordaba a mi dios todopoderoso, que con una plegaria puede escucharte y hacerte sentir una paz profunda mientras rezas con tu alma como acompañante y las palabras como testigo a tu sinceridad, las mías habrán sido honestas, pero no pacificaron mi aprensión.
Daniel me veía como bicho raro, Chuy Gutiérrez con rostro de vergüenza, y los demás ni se limitaron a verme. ¿Por qué me trataban con esa desigualdad? Ellos eran mis amigos, deberías de importarles.
Entre mis pensamientos y preguntas del por qué pasó todo eso llegamos a nuestro destino. En lo que fueron 15 minutos de un terror supremo en la huida hacia la casa de mi compañero y en regresar, todo había cambiado. Ya habían terminado el circo. El monumento de la madre era el pilar de dicha atracción, el soporte de la carpa era la entrada a los malos augurios, de ella dependía de unos cables que daban la base y éstos estaban conectados a los alrededores de las casas. La iglesia había sido tapada totalmente con pinturas negras y la cruz estaba sustentada inversamente, el campanario estaba roto y las luces blancas alumbraban el humo de colores que salía de la máquina de gases para hacer un hermoso juego de neblina por las calles tumultuosas de gente curiosa.
Estacionamos la camioneta en un lugar vacio que se encontraba frente al antiguo chamos, el cual decía “Exclusivo para la 20”. Chuy Gutiérrez se quedó perplejo al ver el kiosco destruido y después de esto se le palideció la cara.
— Vámonos, no somos bienvenidos —Dije por un intento de persuadir a mis amigos.
— Bienvenidos sean todos ustedes —Esa voz la reconocía— Pasen, pasen por favor, el circo tiene lindas atracciones, ¿quieren cerveza? Son totalmente gratis, ¿quieren mujeres? Tenemos las mejores del mundo y a un muy bajo costo, tenemos condones gratis, cuartos disponibles, y las mejores locuras que puedan vivir, somos el circo número uno en todo el mundo, único en su clase.
Me armé de valor y volví a ser el chico rudo e inteligente de siempre.
— ¿Ya va a decirme como se llama? —Pregunté enojado.
— Buenas noches tenga usted señor Aldo Chapa. Claro que le diré mi nombre, nunca he tenido inconveniente de eso, me llamo…
— No le responda, no es nadie, no quería venir, dice que nos iba a matar.
Se escucharon risas por doquier, el collado de la entrada hacia el paraíso —como se llamaba la travesía por el pasillo de las mujeres traídas desde Budapest y otros lugares del mundo— estaban siendo contienda a las burlas del pilar y lid a las de mis amigos.
— Usted ordenó matar a un joven inocente, lo quemaron vivo en la cajuela de su auto, y mis amigos están condenados a muerte por sus verdugos por maquinas torturadoras y asesinas de la edad media. —No sé porque habré dicho eso enfrente de todos y gritando para tener la razón.
Todo mundo se echo a reír, ya era demasiado, fui el hazme reír y tendría ganado el gorro del asno por toda la noche. Mis amigos empezaron alejarse, bellas mujeres les entregaron botellas de cerveza sin abrir, y otras ya estaban manoseando a los condenados. Me acerqué a ellos rápidamente e intente convencerlos otra vez. El individuo sin nombre me dedicó una ligera e irónica sonrisa con una mirada frívola y llena de maldad. No cabía duda, no me había equivocado, entregué a mis amigos al demonio. Una bella mujer, güera, con medidas perfectas y en traje de baño me tocó por atrás, sentía sus pechos en mi espalda y una excitación en mi pantalón, cuando volteé a verla y saber si era la chica ideal para pasar la noche me besó. Sus manos viajaron por mi cuerpo y estaba siendo seducido por ella, sentí un ligero pinchazo por mi nalga derecha, pero no me importó.
Posteriormente escuché el grito de una mujer, y desperté de ese engaño, intentaban persuadirme de no cuidar a mis amigos y cayera en los elogios de mujeres para olvidar mi misión. Cuando corrí a ver qué había pasado, era una simple mujer que estaba siendo recogida por varios hombres por que se había resbalado en el asfalto.
— ¿Qué está pasando? No es nada como lo que viví hace rato.
Regresé con mis amigos y estábamos en el pasillo donde se entregaban los cuartos. Estaba de pie, esperando la oportunidad para demostrar que yo tenía la razón. Esperé por cinco minutos, mientras veía pasar a las mujeres en traje de baños y otras semidesnudas dejando sus pechos descubiertos ante todo el mundo. En esa pequeña distracción mis amigos ya habían desaparecido, solo estábamos Maury, bombo, Chuy Gutiérrez, Pato y Wuero Torres.
— ¿Y los demás, a donde se metieron? Pero si los que faltaban eran…
— Disculpen por la espera, tenemos un gran show que mostrarles —Se escuchaba a lo lejos, la voz del vocero.
Se me heló la sangre. El aire deleznable a la tortura era evidente, el ambiente se convirtió gélido de un segundo a otro, los rostros de mis amigos los veía distorsionarse, la cara de Maury se hacía más grande que un balón, Pato empezó a gritar espantosamente, Chuy Gutiérrez nos abandonó y en su intentó tropezó y se abrió el rostro en dos con una piedra que no estaba cuando pasamos, Wuero Torres preguntó “Qué está pasando, qué son estas bestias”. Sin decir nada, y nerviosamente volteó a mi derecha, donde me tenia abrazado la hermosa mujer con la que me había besado; ella había desaparecido, ya no estaba, ahora era una anciana negra y flaca hasta los huesos con los dientes salidos y tuerta. ¿Está era la mujer que besé? Pregunté en mi pensamiento. Comencé a sentirme mareado, el olor a frutas era desquiciado al oxigeno, pero eso no lo provocó anteriormente, otra incógnita a la lista de ese maldito circo. Caí al suelo, y alcancé a voltearme, las luces del techo eran hermosas, un juego con los colores morado, azul, amarillo y celeste, todo giraba, y antes de perder la conciencia, miré una jeringa en la mano de la bestia.
Desperté de mi largo ensueño, perseguido por momias y enanos hasta morir asfixiado por el aire de mis pulmones, por verdugos que torturaban a mis amigos hasta morir una y otra vez, por ver a Chuy Gutiérrez saludándome y pidiendo de favor que lo llevase a su casa porque estaba perdido y no encontraba sus ojos, por ver totalmente loco y con parálisis facial a Pato, por ver a Wuero Torres pidiendo perdón a dios y a la virgencita por haber sido estúpido y no haberme escuchado, por ver a Maury caminar sosteniéndose su cabeza y alertando a todo mundo que no se la tocase por miedo a que se le reventara, por todos aquellos que lloraban y pedían perdón de rodillas por haber sido presa de ese maldito circo que nadie temía.
Capitulo 6 _____________
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