Pucca será poeta

Se sienta a mi lado y sus ojitos fijamente leen cada pensamiento mío. Creo que me los quiere robar. Se sube a mis muslos, olfatea mis manos mientras tecleo sin parar. Percibo fácilmente su deseo de escribir y leer. Olfatea mis gafas, adivino que quiere ponérselas, así sus ojitos chocolates, la convertirán en intelectual.
No deja de mirarme, un ladrido o dos, me da, mueve suavemente su cola para llamar mi atención. Sabe con certeza que parándose en mis escritos aprenderá, husmea en mis borradores que aprendió a respetar. De vez en cuando, lame mi libreta intentando arrancar las letras.
Mira el lápiz con sigilo, recuerda que no lo puede comer. Solo lo lame un poquito.
¡Léame maestra!, un día dirá, ¡póngale tildes a mis textos porque los puntos y comas en mis juegos me comí!
En secreto leí sus textos y una carta de amor me escribió. En el primer párrafo dice que está feliz porque aprendió a dar la mano y que alza una patica para que yo deposite besos en su barriguita, cuando ella se queda sola. También cuenta que se queda esperándome echada en un mueble en posición de aventarse, tan pronto abra yo la puerta.
En el segundo párrafo escribió que no fue difícil conocer los horarios de las comidas y que a propósito me pone su manita en mi brazo, porque de lo contrario, no me paro de la silla frente al computador. Menciona que de noche no se hace pipí en la pieza, ni en la cama, sino que raspa la puerta para que yo la abra. Dice que el posesivo mi, la hace muy feliz: suena música en sus oídos cuando le digo “mi negrita, mi muñeca, mi chiquita”…
En otro párrafo dice que me agradece la paciencia que le tengo, cuando en la mañana y al final de la tarde, me invita a sentarme junto al ventanal, mientras ella descansa en el piso. También dice que le da pena molestarme para que la cargue, cuando no alcanza a ver a sus amiguitos pasando por la calle y que además a ella no le gusta verlos sola. Que la entienda me pide, cuando llora por ese motivo.
Al finalizar escribió una posdata, aclarando que también había aprendido a pararse en sus paticas y hacer lo que su ama le llama “un solito”.
Guardé su carta enternecida sin que ella lo supiera. Se que un día mi perrita con moño rojo y bufanda larga ante un auditorio se parará y me dirá: ¡mamá, acompáñeme y verá! Luego de los aplausos me lamerá la cara contenta, porque al fin escuchará: “¡Pucca se volvió poeta!”
Etelsaga, diciembre, 2007

Uffff, que texto Etel....llega hasta el alma, enternece y se nota en él el amor que se profesan entre ustedes...y claro que será poeta, si aprende de ti, sera una grande en las letras...Bello escrito mi querida Etel, de esos que uno los lee y no quiere parar...lo leo de nuevo...Se agradece este escrito...

Y Lenys, puchas, me uno a tu sentir, se perfectamente lo que se siente cuando uno pierde a un ser mas de la familia, porque asi son ellos, uno mas...

Besos,

Ignacio