A veces, demaciadas, confudimos información con conocimiento y en verdad es que no hay nada, absolutamente nada en común con estos dos hechos. Información es éso que nos meten todos los días, a cada hora, a cada instante y desde todos los medios a tal velocidad que no nos es posible en absoluto almacenar y retribuir dicha información productos de imágenes y voces con el fin de hacer de ésta una idea lógica de qué queremos entender y por lo tanto saber, es entonces cuando éso que nos dan por “información” queda en nada y acto después en el más absoluto olvido.
¿Hablamos de la censura?, ¿ entendemos por censura el acto de prohibir el conocimiento?; pienso que a veces se podría tomar por algo así pero también hay ocasiones en que no. Censurar podrías ser, también, adulterar premeditadamente una noticia hasta el punto de hacerla inservible para los fines que en principio se debía; viene a ser algo mas light pero que al final acomete el mismo fin: matar el conocimiento.
Por lo general, y hasta hace unos años, se creía que la censura era sólo un hecho natural en los países del Este de Europa ( hablando desde el contexto de Occidente ); ignorábamos - porque nos lo hacían creeer - que en españa la censura duró hasta incluso después de la muerte del dictador y genocida Franco y que ésta la sufrieron artístas, escritores e intelectuales aparte, claro está el grueso de la sociedad toda. Este es el asunto que se trató en una película que vi esta tarde “La vida de los otros” y que también se dio en el caso de la premio Nóbel de Literatura Herta Müller. Sobre ella se dijo hasta el agotamiento que el gobierno comunista rumano impidió durante cuatro años la publicación de su primer libro y que posteriormente salió a la luz muy mermado en su contenido por la censura.
Esta escritora, Herta Müller, estuvo desempleada durante muchos años porque se negó a colaborar con la policía secreta rumana ( éste es uno de los casos de corrupción sacrilégica que usan todas las dictaduras, la de usar a los “intelectuales” como espías del pueblo y contra el pueblerío; en la españa del dictador Franco, de antes y después de éste uno de los escritores más obscenos que practicaron esta actividad fue el también Nóbel de Literatura Camilo José Cela que llegó a poner incluso en peligro la vida de muchos escritores y políticos por la información que pasaba a los servicios secretos de la policía española ).
En el capitalismo creemos, queremos creer porque así lo aceptamos sin más, que esto no sucede; y no es así. Bajo este sistema mucha gente también permanece sin trabajo y sin otras opciones por los mismos motivos e incluso por otros: por querer ser y seguir siendo fieles a un pensamiento concreto y que no es otro que el de no querer colaborar con ese capitalismo depredador. Por lo general estas personas, tanto bajo un sistema u otro acaban abandonando el país y malviviendo fuera de su lugar de nacimiento y del entorno de sus familias.
Esto no es un “encarcelamiento” como muy común se suele hacer en los países satélites y/o comunistas de la antigua Unión Soviética, no. Pero sí un castigo hacia ésas personas que por sus convicciones o creencias piensan y actúan de diferentes formas del conjunto de la sociedad una vez ésta acepta sin más la ideología impuesta. Sé de casos de éstos que menciono aquí en Canarias y por citar sólo a dos diré del escritor tinerfeño Rafael Arozarena el cual no sólo fue “observado” durante la dictadura sino que su obra maestra, la novela “Mararía” estuvo guardada en un cajón 25 años hasta que incluso con la democracia se le permitió su lanzamiento pero con resstricciones. El otro caso es el del amigo Alfonso O´Shannahan fallecido apenas una semana al cual se le invitó a que no siguiera colaborando con “ideas” que enervaban a las autoridades mientras también “alteraba” la paz social...
También, y fuera de nuestras fronteras naturales, sé de un caso similar que el escritor uruguayo Eduardo Galeano hace mensión en su libro “Días y noches de amor y de guerra” escrito creo que 1975, en el que habla de un caso que le contó el escritor mexicano Juan Rulfo; dicho escritor dejó escrito mas bien poco, pero infinitamente rico y bueno. Escribió poco porque su trabajo en la administración pública de su país no le daba apenas tiempo para dedicarse a esta labor, este hecho, y no otro, fue el argumento y el arma que usó el gobierno de su país, México, para impedir que este gran escritor y novelista desarrollara una labor intelectual y profesional que de seguro la administración de su país no quería ni podía consentir; es, era, otra manera de prohibir y reprimir.
Dicho, escrito, así y de esta manera vemos y sabemos cómo los distintos regímenes tanto de derecha como de izquierda usan el mismo método para liberarse de ésos que creen y consideran peligrosos para sus intereses particulares. Las dictaduras son éso: dictaduras sin importar si están a la derecha o a la izquierda de la razón humana. Lo malo, lo lamentable es que dichó mal ya se ha extendido como un cáncer a otras áreas del expectro político o quizás siempre ha estado ahí y nunca lo hemos sabido.
Teknarit, África.