REDPUMKING Cap 1 (primera y segunda parte)
Categoría:Anime Fic (Original)
REDPUMKING
La fiesta de celebración por su divorcio estaba en su auge, su marido se había negado a firmar los papeles, mas no importaba, llevarían el caso a juicio y el juez disolvería el matrimonio.
-¡hey!, ¿Cómo te atreves a venir?.
Una mujer de pelo entre cano trata de evitar que un hombre alto vestido de negro entre a la casa, este le aparta gentil pero fuertemente del camino, se acerca hacia la mujer que aunque feliz, su corazón esta desecho.
El hombre de negro se acerca a ella sin prestar atención a la masa de gente que se arremolina alrededor de los dos.
-¿Qué quieres?- le pregunta ella molesta, tratando de no llorar.
-veo que tu tampoco me crees, y aunque me creyeras no puedo negar mi mala acción.
El hombre de negro extrae un papel de su chaqueta, las personas se tranquilizaron al ver que no era un arma como lo habían pensado en ese momento.
El hombre de negro lo extiende sobre la mesa, saca una pluma del bolsillo derecho de su traje y lo firma.
-Eres libre- dice el hombre dejando el papel sobre la mesa y dirigiéndose a la salida.
Todos observan el papel, ella mira la condición acordada, era el mismo papel que le había entregado dos semanas después de que la noticia que diera revuelo a sus desgracias llegara al periódico y les destrozara la vida.
Ella no podía creerle, por alguna razón toda la vida de paz y tranquilidad que llevó con él no fue suficiente para creerle.
El divorcio se había consumado, era libre y no tenía nada que arrepentirse.
INTRODUCCIÓN: Cadáveres que lloran por sus almas arrebatadas, almas que lloran por sus amigos caídos, inertes mirando el cielo sin más esperanzas que ser devorados por los gusanos de sus culpas.
Una eternidad en la oscuridad de sus camas improvisadas de cojines y una fuerte prisión de madera.
¿Morir es fácil?.
¿Ha estado muerto?.
¿No? , Entonces no afirme nada.
ARCHIVO 1: LOS JUGUETES NO RÍEN (Primera parte)
Las salas de la morgue son todas iguales; las mismas camas de mármol, las mismas tristes y horripilantes, aunque de cierta manera tranquilizantes sabanas grises.
Los mismos horrendos, repugnantes, apestosos, insulsos y desgraciados, pero al fin de cuentas vivos compañeros de trabajo.
¡Claro también estaban los muertos!.
Aunque no puedo mentir, esa noche había algo muy diferente, un cuerpo hermoso y delicado que solo puede dejar la muerte por asfixia en este siniestro mundo, que causaría envidia en sus compañeros difuntos.
Los ojos verdosos y los labios, aunque morados, por su decoloración del resto del cuerpo se sabían que habían sido rosados, le daban un auge de algo que podríamos llamar ángel. Era el cuerpo de una pequeña solo conocida como Sara.
Lo más espeluznante no era que hubiese sido violada y asfixiada con una cuerda de tela. Aunque en esos momentos no lo sabían.
-Bisturí- pidió una mujer que vestía una blusa roja y una falda un poco arriba de las rodillas de color negro.
-Me da pena la pequeña, sabes que es verdad Janet-dijo un hombre de pelo café mientras tomaba el bisturí de la charolas de instrumentos que de no usarse para el bien podrían considerarse malvados.
-lo sé Joshua, no debes confirmarlo- dijo la mujer extendiendo la mano y rodeando el cadáver.
El bisturí cayó en su mano derecha y le causo cierta comezón, Joshua sacó un cigarrillo de sus pantalones negros y lo encendió con su encendedor con las iníciales B.D. grabados en negro.
Por un instante pareció que Janet cortaría el pecho en desarrollo de la pequeña.
En realidad el destino de la afilada punta del bisturí se dirigía a su propia palma izquierda.
Un fuerte ardor le invadió cuando su carne comenzó a dividirse, un hilillo de sangre comenzó a caminar a través de sus lineas de la mano hasta la muñeca, impidió que esta cayera cerrándola como un cuenco.
El hilillo rojo danzó en un rítmico descenso hasta los labios de Sara donde por un momento parecía que le devolvería el vivo color, una ilusión solamente.
Cuando el cuenco improvisado se vació Janet cubrió su mano con una venda, ahora solo era cuestión de esperar a que el “tratamiento” sufriera efecto y la “grabadora” de Sara comenzara a funcionar.
Al principio de su trabajo cortarse era la parte molesta, como un granillo en el culo, sin embargo ahora había desarrollado una especie de placer enfermizo, que aunque contralaba bien, estaba dominándola poco a poco.
Joshua aspiraba el humo lo más lento posible, la sensación de presión en su pecho por el cálido vicio era un placer sublime.
Había intentado invitar a salir a Janet más veces que las que hubiese creído poder a llegar a intentar.
Janet oprimía su mano izquierda contra el pecho, pensó en tomar un sedante, esta vez se había excedido en la profundidad, aunque no pudo evitarlo, sentía que estaba en cierta manera en deuda con Sara.
Pocas veces eran las que lo había pensado, y eso era para celebrarse, Sara tenía algo especial. Aunque se preguntaba qué.
La sangre velozmente circuló a través del esófago hasta llegar a la parte media del estomago. Ahí se abrió paso hacia el torrente sanguíneo e inmediatamente buscó su objetivo principal; el cerebro.
En pequeños coágulos hinchados la sangre comenzó a oprimir ciertos puntos específicos de la materia gris en descomposición, aunque aun funcionando, como una máquina que dejas de aceitar. Trabaja hasta que se desgasta totalmente.
Los labios de Sara comenzaron a temblar levemente, como si padeciese frio.
Sus ojos poco a poco comenzaron a abrirse, como si dudaran encarar la luz blanca de la lámpara de Gas neón en el tejado, una luz poco agradable de ver si te acabas de levantar.
Del bolsillo izquierdo de su falda Janet sacó una pequeña libreta electrónica, con su “uña pluma” comenzó a ahí narrar todo lo que Sara hacia.
Joshua observaba paciente mientras encendía su segundo cigarrillo.
-¿Crees que ella…?-ni bien terminó su frase Joshua, Janet le negó con la cabeza.
Janet hiso una mueca de desapruebo.
“No seas tan negativo”, era el mensaje oculto en esa sonrisa torcida.
-Dime más…Di-i-i-i-ime M-M-M-as…más más… mas mas mas…
Sara comenzó a repetir esta frase una y otra vez, haciéndose cada vez más violenta y fuerte la pronunciación, los dos reconocían ese estado de adrenalina, probablemente eran las últimas palabras de Sara.
Los minutos pasaban y Sara continuaba sin decir nada mas, Janet comenzó a preocuparse, guardó su libreta en su falda y se acercó al cadáver.
De un feroz manotazo la mano de Sara magulló el brazo de Janet.
Sus piernas pataleaban frenéticamente impactando contra el blanco y perfectamente pulido mármol.
El pequeño ángel ahora era una bestia sin conciencia ni culpa, a diestra y siniestra acostada reventaba su cuerpo contra el mármol.
Sus dedos comenzaron a quebrarse y sus rodillas a trozarse.
-¡Hay que sedarla!-dijo Janet tratando de sostener la cabeza de Sara.
Los ojos verdes se le clavaron en los suyos, el derecho miraba torcido a la izquierda, el izquierdo la miraba directamente.
“crees que te vas ir sin castigo, ¡mírame JANET!”
Por unos instantes Janet creyó que Sara le hablaba, la lengua de Sara le salía por el lado derecho de la boca, sus ojos comenzaron a girar en sentido contrarios, sus arterias estaban por reventar.
Joshua alcanzó a clavar la larga y delgada aguja en el centro de la frente de Sara.
Las luces parpadeaban inmutadas ante el escenario terrorífico que representaba una terrible tortura para Janet.
Sara se había arrancado la lengua de un mordisco en el último instante, su cuerpo se detuvo en temblorosas convulsiones, poco a poco hasta que se quedó torcido mirando el techo, un liquido blanquecino salía de sus oídos y un poco de lo que parecía liquido lagrimal salía por sus ojos, Janet no apartaba sus ojos de la boca de Sara.
“¡Ja ja, mírame Janet, ¿ya estas feliz?!”
Janet vociferó “lo siento” con feroces gritos.
Comenzó a rascarse la cara sin control, Joshua la sujetó de la cintura tratando de hacerla reaccionar, Janet gritaba y bufaba sin control.
Las manos de Janet trataban de zafarse de la presión de Joshua, este le inyectó un sedante en el brazo izquierdo.
Janet quedó en silencio compartido con la voz terrorífica de Sara en su cabeza.
UNA SEMANA DESPUÉS
Joshua terminaba su tercer cigarrillo en diez minutos, su paciencia se estaba agotando, Thomas le había informado que por fin podría visitar a Janet, aun si tenía sus dudas.
En ese preciso instante salió este vistiendo su bata blanca de doctor con bordillo negro en las mangas y su gafete con su identificación.
-Está muy delicada Joshua, no creo que sea prudente que la veas ahora.
-¡vamos hermano!, ayer me dijiste que hoy podría entrar sin problema, que huevada- dijo Joshua antes de sentarse en la banca cercana a la puerta de la habitación de Janet cruzando sus manos detrás de la cabeza.
-tienes que entender que su mente esta revuelta, su mundo está totalmente retorcido, todo lo que ve es a Sara…no entiendo cómo pasó, no había ningún tipo de conexión entre ellas, creo que es un simple…-Thomas se detuvo sabiendo que había cometido un error, “¿simple?”, imposible, era su amiga y de Joshua, no podía ser simple.
Joshua sacó otro cigarrillo de su pantalón negro, intentó encontrar su encendedor, Thomas estiró su mano izquierdo mostrándole de manera burlona el encendedor entre sus dedos.
Thomas le sonrió amistosamente.
-Área de no fumar-dijo Thomas guardando el encender en su bata.
- no hay ningún letrero de aviso-dijo Joshua guardando el cigarrillo.
-si estuvieras ahí tumbado, ¿te gustaría que alguien echara bofetones de humo?-Dijo Thomas levantándose- me voy a tomar un descanso, tu también deberías hacerlo, sal y diviértete un rato, no puedes hacer nada Joshua, ¡vamos, hoy es sábado, debe haber muchas mujeres fáciles por ahí!-dijo Thomas alzando sus brazos en señal de apoyo.
Joshua sonrió de manera natural, aunque pareciera que la forzó. Estaba muy nervioso.
-oye, devuélveme mi encendedor.
Thomas le da la espalda y se da golpecitos encima de los bolsillos de la bata.
-yo no tengo nada.
-¿ha?-Joshua se revisa el pantalón para comprobar lo que cree que es imposible-¡no me jodas!, ¿Cómo carajo lo devolviste?.
Thomas sonríe maliciosamente y se marcha a paso lento, Joshua razona con mucho interés, que Thomas le asusta demasiado en ocasiones.
Janet respira lento y dolorosamente, no distingue el rojo del verde, el verde del azul, no sabe si el azul es blanco o si el blanco es su sangre, ni siquiera sabe si la arena se bebe o se come, no razona si debe hacerlo o no.
Posiciona sus manos enfrente de ella, lo único que ve son masas de carne con extensiones delgadas.
“¿así son los dedos?, o más importante, ¿Qué es un dedo?”.
Ideas vagas que inmediatamente olvidaba inundaban su juicio, bueno, el poco que le quedaba.
-Hey, hora de despertar, si, hora de despertar, no puedes evadir tus culpas.
¿Sabes?, me parecías tan linda persona con tu blusita y falda. ¿Sabes?, yo no podre llegar a usar esas cosas, me hubiese gustado saber de qué tamaño serian mis pechos, ¿hubiese sido ancha o muy esbelta?
¡JA JA!, ¿quien podría decírmelo?.
Janet no respondía a Sara.
No importaba cuanto suplicara ella nunca mostraba misericordia, en pocos minutos Janet perdería la noción de lo que era suplicar.
El ventilador en el techo de su habitación le daba una tranquilidad falsa.
Joshua aspiraba lo más profundo que podía, había oído que si después de fumar respirabas hondo una vez por cada bocanada ayudaba a limpiar los pulmones.
Sus manos velozmente giraban las páginas del informe del análisis de ADN de Sara.
Tipo de sangre: A+
Edad: 12 años y 3 meses
Raza: 2/4 caucásica, ¼ indoamericana y ¼ latina, posiblemente mexicana.
Familiares: desconocidos
Lazo familiar de ADN: no se encontraron coincidencias.
Esto último era lo que había jodido el caso.
En este siglo era posible encontrar a cualquier persona por su rastro de sangre familiar, pues al menos algunos había cometido un crimen y permanecía en la base de datos.
Sara prácticamente era un ser que parecía haber surgido apenas unos días.
Fastidiado y cansado decidió descansar un poco, tomó su cartera y extrajo su tarjeta de crédito, en el movimiento sacó también su identificación que le permitía entrar al cuartel.
Nombre: Joshua Silverline
Código: 13-A
Equipo: Blood Dust.
Tenía ganas de desahogar un poco la tensión así que ingreso desde su computadora a un pagina pornográfica.
Tecleó el número de su tarjeta y esperó a que se procesara la información.
Afuera estaba lloviendo pero no lo había notado, nada de lo que pasa en el exterior llega a escucharse.
Mientras la página hacía su trabajo decidió servirse un trago.
Una mesita cerca de la ventana tenia encima una charola con unos vasitos de vidrio, al lado un refrigerador donde guardaba el champagne y el Whisky.
Le gustaba en las rocas, pero no le gustaba el tacto del hielo, por eso también lo metía ahí.
Tomó una botella con la cara de un campesino mientras araba sus tierras, sonrió al recordad su pasado.
La botella hiso un gracioso descenso hasta las cercanías de sus pies, se rompió magníficamente esparciendo el alcohol por toda la alfombra.
Sus ojos no podían creer lo que veían.
En la parada de autobús que estaba justo enfrente su ventana permanecía una chica de falda a cuadros, tenía la piel blanca y un aire juguetón de alguien que solo le preocupa chismorrear con sus amigas.
Velozmente salió de su habitación casi chocando con el hombre del mantenimiento al bajar las escaleras.
-¡imposible imposible!.
Gritaba para sus adentros, pero la había visto, no cabía la menor duda.
Justo al abrir la puerta del edificio el rugir de un motor de aerobús lo aterró.
Sus ojos observaron como la chica desaparecía dentro de la bestia de acero.
-¡espere por favor!.
Joshua trató de alcanzar al autobús, se tropezó con sus propios pies y casi cae en la calle de lleno.
El aerobús partió velozmente flotando a través de la calle principal.
No había ninguna duda, no podía ser alguien más.
-¡Sara!- grito antes de sacar su celular.
CONTINUARÁ…