Martes, 17 de febrero de 2004
No puedo olvidar su sonrisa. Tan dulce, tan intensa. Quiero verla de nuevo. Que llegue pronto el tren, sentarme en el vagón y llegar a su estación.
Me desespera tanta espera, ya llega con retraso.
Paciencia, por favor, ten paciencia, el tren no llegará antes por mucho que supliques. Espera, un momento, acabo de recordar que a ELLA se le cayó un papel al salir del vagón justo delante de mí. Lo recogí para dárselo pero ya no la pude ver. La perdí de vista, ya no la pude alcanzar.
Me tienta leerlo. Quizá así al menos podría descubrir su nombre o cualquier cosa que me desvele algo de ella, si es que ni siquiera sé cómo se llama…
¡El tren! Por fin ya está aquí, ya queda menos. ¡Venga decídete¡ No debería leerlo, sería invadir su privacidad, pero… quien se va a enterar, no creo que nadie del vagón se lo vaya a contar. Sólo os separan dos estaciones, venga ya, léelo.
Ya lo leo, ya lo leo. Pero vaya conciencia más pesada que tengo a estas horas de la mañana.
Lo voy a leer…
……
Me mira, algo pretende,
entro y siento sus ojos,
no sé, pero me entiende
y yo no, por qué me sonrojo.
Hoy no me ha visto entrar
me busca desesperada,
la he rozado al pasar
y la he notado alterada.
Me siento por ella admirada,
nunca me había pasado,
me siento algo atacada,
pienso en ella a cada rato.
Mañana la vuelvo a ver
seguro me está esperando,
no sé qué he de hacer,
me excita lo que está pasando.
……
¿He leído lo que he leído, o lo he imaginado? Está hablando de mí… ¡Ay! creo que me voy a morir. Que calor tan repentino me está entrando. Hace un frío de mil demonios y yo casi que estoy sudando. ¿Y ahora qué? ¿Qué hago? ¿Qué la digo? ¡Pues nada! Recuerda que tú de esta nota no sabes nada. Cierto, es verdad. Serénate que ya llegamos a su estación, ya está parando el tren.
Allí está. Si, es ella. Sube al vagón, me hago la despistada, no quiero que note en mi cara mi descaro y mi desvergüenza. Miro hacia otro lado. La evito, pero está a escasos metros de mí. Sé que me está mirando, siento su mirada sobre mí. Ya no puedo escapar, me ha hecho su presa. Vuelvo la mirada hacia ella.
¡Ay! que me derrito, que sonrisa… Nuestras miradas se encuentran, nos buscamos. Nos miramos a los ojos. No hay miedo. No hay temor. Nadie más. Sólo ELLA y yo.