EL DIA QUE LIZA SE FUE - EL NUEVO HOGAR DE LIZA

(Es la fachada más parecida a la casa nueva de Liza que encontré)

Me desperté en el regazo de mi tía Marlui, los ojos verdes de la mujer destellaban de alegría y contento. Yo me prendía de su mirada y me envolvía con el perfume que emanaba de su cuerpo.
Llegamos al pueblo en donde pasaríamos la noche, Loncoche, aun el sol estaba atrasado para alojarse en el ocaso.
Mi abuela, me miraba y fruncía el ceño, no demostraba interés en mi, ni una sonrisa, ni una palabra, eso me causaba algo de tristeza, creo yo era tristeza, porque a esa edad, no sabía aun describir un sentir.
Yo estaba sentada en uno de los peldaños de la gran escalera, para mi interminable, cuando escuché a mi tía decirle a la abuela, que saldría conmigo y que no la esperaran a cenar. Luego salió de la habitación y me llamó, haciéndome un gesto con la mano.
Caminaba muy cerquita de ella, todo para mi era nuevo, nunca había visto tantas casas y de colores diferentes, muchas personas que descansaban bajo la sombra de unos grandes árboles, era la plaza. Iba devorando con mis ojitos todo lo que se presentaba ante ellos. De pronto, mi tía me tomó de la mano y entramos a una casa, había una mujer vestida de blanco y olía desagradable. Me sentó en una silla muy alta y me aseguró con un cinturón. Luego me pusieron un gran paño en los hombros y la mujer de labios muy pintados preguntó:
- ¿De que largo se lo dejo? – y añadió: - Tienes un cabello muy hermoso niña, que lástima cortarlo… señora, ¿Me podría quedar con él? ¿O lo va a llevar de recuerdo?
Mi tía contestó:
- Déjeselo, no hay problema.
Me iban a cortar mi cabello, no, no podían hacerlo, el había nacido conmigo y me acompañaba siempre. Pensé, debe ser porque a mi tía le costará menos peinarme y si ella lo quiere así, tendré que aceptarlo, no puedo hacer nada que la ponga triste.
Vi como iba desapareciendo mi larga cabellera pelirroja y se esfumaban las dos trenzas que me había hecho mi hermana con tanta paciencia. Me miraba en el espejo, tenía mi carita llena de puntitos, eran pecas, nunca me las había visto, era una novedad para mi.
- ¡Listo! – Dijo la mujer – Quedó preciosa, se le ve su carita más redondita y hermosa como la de un ángel – Yo no sabía como tenía la cara un ángel, nunca había visto uno, mi hermana Oli, me hacía hablarle en las noches a un ángel que decía me cuidaba, pero nunca lo vi y eso que yo, lo busqué varias veces. Mi hermano Luis, decía que los ángeles se escondían debajo de la cama y que cuando uno se levantaba, le tomaba los pies y la botaba al suelo. A mi nunca me tomó los pies, seguramente estaba dormido en el momento que yo me levantaba.
Salimos a la calle, corría una brisa suave, pero era diferente a la que me acariciaba en la cordillera. Mi tía me indicó entrar en otra casa, había mucha ropa y hermosa. No sé como, pero al salir nuevamente a la calle, iba vestida con otra ropa, era mucho más linda que la que usaba antes y parece que a mi tía le agradaba porque me sonreía y acomodaba el vestido.
No recuerdo lo que pasó después, solamente que cuando desperté por la mañana, mi abuela le decía a mi tía:
- ¡Qué ocurrencia la tuya! Traer a esta niña, no has pensado en como la vas a criar, como la vas a cuidar, tu estas en tu trabajo, yo no voy a cuidarla por ti. Te dije era mejor el niño, es más fácil criar un hombrecito que a una mujer.
- Pero mamá – dijo mi tía - ya el muchachito por ser más grande, tiene otros hábitos y costumbres, sería más difícil de criar. Además, Liza me ha robado el alma, es tierna, muy cariñosa, tan risueña y la veo tan frágil.
- Allá tu con tu capricho, pero no te quejes después – termino diciendo la abuela y salió muy mal humorada hacia el patio.
Mi tía me tomó en sus brazos y me besó en la frente. Luego le pidió a un señor que llevara las maletas a un auto que nos llevaría a la estación. Íbamos a viajar en tren hacía el lugar donde vivía mi tía, un pueblito muy pequeño que quedaba cerca de Temuco.
El viaje fue largo, me asustaba el ruido del tren, por eso me quedé sentada abrazada a mi tía. Mi abuela no me miraba y cuando lo hacía, notaba algo en sus ojos azules que me daba miedo. Llegamos algo tarde al pueblito, un joven nos esperaba en la estación y acomodó las maletas en un auto.
- Esta es tu casa Liza, aquí es donde vivirás de hoy en adelante. Ven, voy a mostrarte tu habitación, queda en el segundo nivel, así que cuidado con los peldaños.
Subí tras mi tía con mucho cuidado y curiosidad. Cuando abrió la puerta de la habitación, pude observar una cama con un hermoso cubrecamas con flores rosadas, una alfombra blanca y una sillita rosa adosada a una mesita blanca. En la pared, dos cuadros con imágenes de pájaros volando sobre las aguas de un río, muy grande, esa impresión me daba. Dos ventanas, con cortinas blancas y otras encima de las blancas, de color más rosado que la sillita. Olía a perfume parecido al que usaba mi tía.
- Aquí dormirás, mi habitación está al frente, ¿La ves? Al fondo del pasillo está el baño, ven, terminaré de mostrarte tu casa y luego comeremos algo.
Fue un recorrido largo, la casa era muy grande, la abuela tenía su alcoba en la planta baja, no era tan linda como la mía. Cuando salimos al patio, este era enorme y habían muchas flores que envolvían a la casa, plantas muy grandes … y escuché el piar de unas aves, eran gallinas con sus pollitos, que bonitos eran.
- Bueno Liza, mañana continuaremos el recorrido, estoy cansada y con algo de hambre, ahora vamos a la cocina para ver que nos tiene Aurelia.- Y entró casi a saltitos hacia la cocina. Aurelia era una joven muy bonita, tenía la piel más oscura que la mía y sus dientes eran muy blancos. Me tomó en sus brazos y me sentó acercándome a la mesa. La abuela entraba en ese momento con un ramo de flores muy olorosas, le pidió a la muchacha que las acomodara en el comedor y se ubicó al final de la mesa, yo la miraba medio escondida detrás de un jarro de jugo que estaba plantado, casi al centro de la mesa. Ella me ignoraba por completo.
Habían muchas cosas y palabras que yo no entendía, pero la frialdad de mi abuela me causaba algo en mi corazoncito, solo cuando mi tía me miraba, me sonreía y me llevaba a pasear, me sentía muy contenta y olvidaba a mi abuela por completo.
Así empezaba mi nueva vida en un nuevo hogar… nunca pensé la importancia y el valor que tía Marlui, iba a tener en mi vida. Tal vez cuando aprendiera a escribir, lo escribiría.